Sección: Arroz
Abstract: El Chilo suppressalis se trata de un lepidóptero de la familia Cambridae y constituye una de las plagas más importantes en los arrozales del Delta del Ebro. Se le conoce vulgarmente como barrenador, taladro, piral o "cucat" del arroz. Su origen se encuentra en el sudeste asiático, procedente de Japón y la parte oriental de China, y des allí se extendió a otras zonas llegando a Europa.
En España se detectó en 1933 en la Albufera de Valencia y a principios de siglo también pudo haber aparecido en el Delta del Ebro pero no existe ninguna referencia escrita anterior a la de Valencia. Actualmente este barrenador tiene carácter de plaga en las provincias de Huesca, Gerona, Tarragona y Valencia.

Biología

El ciclo biológico del barrenador pasa por las siguientes cuatro etapas: adulto, huevo, larva y crisálida.

Los adultos son mariposas de pequeño tamaño, de color paja (Foto 1). En el caso de los machos la envergadura con las alas desplegadas está entre 20-24mm, mientras que las hembras, algo mayores que los machos, miden entre 22-28 mm. Es una característica destacable la disposición de sus dos pares de alas "en tejado" cuando se encuentran en reposo; las posteriores son de color blanco con numerosos puntos negros distribuidos irregularmente, mientras que las anteriores tienen una fila de siete puntos blancos en los bordes. Sus antenas son filiformes y presentan el aparato bucal atrofiado ya que su única misión es la reproductiva, si bien los palpos labiales son muy alargados formando como dos apéndices que prolongan la cabeza.

Los huevos son de forma elíptica y aplastados, de color amarillo claro, de unos 0,8-0,9 mm de longitud por 0,5-0,6 mm de anchura (Foto 2). Son depositados en agrupaciones formando una placa irregular, alargada y plana, que puede contener hasta 200 huevos. En general las orugas de una misma placa eclosionan casi simultáneamente.

Las larvas son de color ocre y se caracterizan por presentar cinco líneas oscuras que recorren longitudinalmente todo su cuerpo, una central y dos acada costado (Foto 3). Esta fase larvaria la componen 5-6 estadios en las regiones templadas, pero hasta 9 en zona tropicales. Se considera que la longitud máxima que llegan a tener estas larvas es de 26 mm. La cápsula cefálica es de color negro al nacer y marrón en el resto de estadios larvarios, cuya anchura nos informa del estadio larvario en el que se encuentra.

Las crisálidas presentan una coloración clara al principio (anaranjada), que va oscureciéndose a medida que avanza su desarrollo; se encuentran protegidas por un capullo sedoso. Ya en la crisálida aparece cierto dimorfismo sexual debido a la huella del orificio genital.

Los adultos presentan hábitos crepusculares y nocturnos, y realizan las puestas en el envés de las hojas; las larvas nacen en el exterior y a los dos días perforan las vainas y/o el tallo para ocupar las partes internas de la planta (Foto 3). Todo el desarrollo larvario y la crisalidación tiene lugar en el interior de la planta. Los adultos viven entre 3 y 6 días, las puestas necesitan 6 días para eclosionar, y las crisálidas dan lugar a la forma adulta en 8-10 días.

Los estudios fenológicos de Chilo suppressalis en el arroz de nuestra zona geográfica indican que este insecto presenta dos generaciones durante la campaña arrocera de cada año más otra tercera generación que se desarrolla entre una temporada y la siguiente. Transcurre el invierno en estadio larvario; estas larvas se encuentran mayoritariamente en plantas de carrizo (Phragmites sp.) y en rastrojo de arroz mientras lo haya. A partir de mediados de abril y hasta mitad de junio estas larvas crisalidan dan lugar a los primeros adultos de la temporada, muchos de los cuales ponen los huevos en plantas de arroz dando lugar al origen de la generación.

Las larvas de primera generación pasan por 6 estadios antes de crisalidar y terminan su desarrollo en unos 48 días aproximadamente. Así, a principios de julio emergen los adultos que darán lugar a la segunda generación, pasan por 5 estadios y poseen un desarrollo más rápido (28 días de media), con lo cual a partir de mediados agosto ya empiezan a aparecer los adultos. A finales de agosto ya existen larvas de tercera generación en las plantas de arroz, y junto con las más tardías de la segunda generación, son las que pasan a hibernar y no culminarán su desarrollo hasta la primavera siguiente.

Es importante decir que parte de la población ocupa otras plantas, especialmente gramíneas o el carrizo, también en los meses en que hay arroz en los campos.

 

Síntomas y daños

La incidencia de esta plaga en el Delta es muy desigual, siendo frecuente encontrar campos libres de plaga al lado de otro que presenta un ataque grave, habiéndose realizado el mismo control para ambos y al mismo tiempo. No obstante, los lugares que generalmente presentan más problema son los lindantes de las lagunas y del mar, así como de otros cultivos o cañizal; esto se explica por la mayor presencia de reservorios en los que Chilo suppressalis pasa el invierno, aunque esto no excluye que muchas otras zonas puedan sufrir niveles de ataque similares o superiores. Es por este motivo que se puede afirmar que si bien la incidencia global no supone un porcentaje elevado debido al control que se ejerce, a nivel particular puede causar cierto nivel de daños.

Las larvas al alimentarse de la caña del arroz y dejarla llena de los restos, hacen que la planta se debilite, grane mal o no lo llegue a hacer, quedando la espiga erguida y de color blanco, o bien en el caso de ataques fuertes que, debido a la destrucción de tejidos, ésta se dobla, quedando la espiga en tierra. No obstante, como cada generación se desarrolla sobre el cultivo en un estado fenológico diferente, los daños también variarán.

Si distinguimos en el ciclo del arroz cuatro fases, los síntomas de ataque se pueden referir a estas fases.

Durante la fase de nascencia, período comprendido entre la siembra hasta que la planta ha enraizado, coincide con la crisalidación de las formas invernantes en los reservorios, por lo que no es sensible al ataque del barrenador.

En la fase vegetativa, que es aquella que lleva a la floración, los daños son provocados por larvas de primera generación. El síntoma más evidente es la aparición de la hoja o dos hojas centrales completamente secas y enrolladas sobre sí mismas en sentido longitudinal; esto suele ir acompañado de un amarillamiento de las zonas en las que la larva o larvas se están alimentando. Este primer ataque se ve compensado por la capacidad de ahijamiento que en estos momentos tiene la planta.

Posteriormente, en la fase de floración, los daños son provocados por larvas de segunda generación.

El síntoma más visible es la aparición de las espigas con un color blanquecino, que contrasta de forma muy patente con las plantas sanas, las cuales presentan la espiga de color verde y vencida por el peso de los granos bien desarrollados. Estos son los daños que pueden provocar más pérdidas en la cosecha.

Finalmente, en la fase de maduración, los daños son provocados tanto por larvas de segunda como tercera generación. Si las espigas ya han madurado, la producción se ve poco afectada. Las pérdidas se deben a que el tallo se ve debilitado causando la caída de las espigas al agua.

 

Métodos de control

Aunque se trata de una plaga difícil de combatir debido a que la fase larvaria se desarrolla en el interior de la planta de arroz por ser un insecto barrenador, desde que se detectó en España se vienen utilizando diversos métodos de control que permiten una reducción considerable de las poblaciones cada año.

El método de lucha contra el barrenador en el caso del Delta del Ebro está regido por los compromisos adquiridos en las medidas agroambientales que obligan a la racionalización de la lucha contra la plaga a través de tratamientos biológicos complementados por tratamientos químicos con insecticidas de categoría toxicológica AAA ó AAB, siempre que éstos últimos estén autorizados por el comité técnico. En el Delta del Ebro, es la Agrupación de Defensa Vegetal (ADV) del arroz la responsable de cumplir este compromiso.

El método de lucha biológica utilizado es el trampeo masivo con feromonas de atracción sexual que atraen a los machos impidiendo el apareamiento (Foto 4). Para ello, se distribuyen trampas tipo funnel con las feromonas sexuales en su interior a razón de 5 trampas por hectárea. La carga de las feromonas es de 4 mg y de 6 mg. Ambas cargas garantizan la persistencia durante toda la campaña sin disminuir su capacidad de atracción y, por tanto, de captura.

El índice de capturas depende de la generación, de forma que va incrementando en el tiempo debido al crecimiento de forma exponencial de la población adulta a lo largo de sus tres generaciones. En la tercera generación, se han obtenido índices de capturas de hasta 7 individuos por trampa y día. Si tenemos en cuenta que en el Delta del Ebro se distribuyen unas 100.000 trampas, implica que en un día se pueden capturar unos 700.000 individuos.

Las trampas con las feromonas se colocan a mediados de mayo y se retiran al final de la campaña (Foto 5).

Este método de lucha biológica se aplica en el Delta del Ebro en toda la superficie arrocera desde el año 2002.

El trampeo masivo es complementado por el tratamiento químico cuando éste sea justificable a través de la aplicación de los umbrales de tratamiento.

En 1990 se obtuvieron los niveles de ataque económicamente tolerables para Chilo suppressalis (RAMONEDA, 1990). Para su aplicación se determinaron unos muestreos secuenciales que permiten tomar decisiones en función de las cañas atacadas por metro cuadrado (Foto 3). Así que, según estos muestreos y teniendo en cuenta los umbrales marcados, se decide si las diferentes zonas deben ser tratadas químicamente o no. Actualmente están definidos los umbrales de tratamiento para la segunda y tercera generación (TORRES Y ROIG, 1993-95).

Si con los umbrales de tratamiento se determinan las zonas que recibirán tratamiento químico, la decisión del momento idóneo se hace en base a la curva de vuelo. En el Delta hay repartidas diferentes trampas de luz (Foto 6). El adulto de Chilo suppressalis es una polilla de actividad nocturna y caracterizada por su atracción por la luz, así que se aprovecha esta característica para determinar la población adulta (Foto 7). Conociendo la duración de cada estadio del ciclo biológico de Chilo suppressalis, se puede prevenir cuando la mayoría de los individuos de la población se encontrarán en el primer estadio larvario (L1), que es unos 10 días después del pico de adultos. Es este el momento propicio para el tratamiento, pues el insecticida utilizado, el tebufenocide, tiene su máxima acción en individuos en esta fase larvaria.

Los umbrales de tratamiento se aplican desde el 2004 al 100% de la superficie arrocera del Delta, y sólo en segunda y tercera generación. Se descarta un tratamiento en primera por no tener repercusión económica un ataque en primera generación gracias al ahijado del arroz, que le permite compensar las pérdidas.

El insecticida aplicado, el tebufenocide, pertenece al grupo químico de las diacilhidrazinas. Es un agonista de la ecdisona, hormona que controla el proceso de la muda. El tebufenocide imita el efecto de la ecdisona, considerándose como un factor acelerador de la muda, induciendo mudas prematuras letales e inhibiendo la metamorfosis. Con este efecto también se consigue que la larva cese de comer pocas horas después de recibir el tratamiento, impidiendo los efectos perjudiciales de la plaga. El tebufenocide es un larvicida activo por ingestión, de forma que serán sensibles los dos primeros estadios larvarios porque son los que todavía no han entrado en la caña del arroz.

El tratamiento químico se hace mediante aplicación aérea a una dosis de caldo de 10 l/ha. El tratamiento aéreo, con aeronaves equipadas con micronairs, permiten una distribución del producto uniforme y rápida, característica importante dada la necesidad de coincidencia en el tiempo entre la aplicación del caldo y el estadio larvario susceptible al tratamiento.

 

Valoración de los daños

Des del año 2003, la ADV del arroz realiza valoraciones de pérdidas de producción causadas por Chilo suppressalis en el momento de la cosecha.

Las valoraciones se realizan en aquellos campos que, visualmente, parecen ser los más afectados por la plaga. Así pues, el objetivo marcado por esta entidad no es conocer la pérdida media causada por el barrenador, sino conocer el abasto de esta plaga en las condiciones de tratamiento aplicadas, para así también poder valorar el método de control utilizado.

El protocolo de la valoración consiste en el conteo de cañas atacadas por unidad muestral de 1 m2.

Se marca un transecto siguiendo la diagonal de la parcela a muestrear y cada 6 ó 8 pasos se lanza el aro y se procede al recuento de las cañas atacadas.

Durante el conteo, se distinguen las espigas blancas o secas, que han perdido un 100% de su peso (posiblemente resultantes de un ataque de la segunda generación), de las parcialmente atacadas (posibles ataques en tercera generación). Se estima que la pérdida media de peso en las espigas parcialmente atacadas es de un 20% (ESCOLANO, 2003).

Las valoraciones realizadas durante estos tres años dan un valor promedio de 1,74% de pérdidas en cosecha en los campos más afectados, lo que situaría la media real en un valor muy inferior. Este valor nos permite concluir que el sistema da buenos resultados. De todas formas, desde el ADV del arroz y otros cultivos en el Delta de l?Ebre, continuamos estudiando y trabajando para mejorar los diferentes componentes del método de lucha, con el objetivo de mejorar su eficacia y eficiencia.

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