España ha sido tradicionalmente un país dedicado a la Agricultura, cuya actividad ha sido el soporte de la Economía, hasta hace pocas décadas. Actualmente la Agricultura ha cedido su puesto a otros sectores productivos como los Servicios y la Industria. La Agricultura ha sufrido una importante revolución debido al fuerte avance tecnológico y al desarrollo de nuevas técnicas agrícolas. La investigación en Ciencias Agrarias es una de las más desarrolladas en nuestro país, y se ha convertido en una ciencia competitiva y con niveles de crecimiento admirados en Europa.

La investigación en Agricultura se ha centrado en el desarrollo y la optimización de los medios de producción para intentar subsanar una serie de condicionantes tales como los factores agroclimáticos, los recursos hídricos, el marco físico territorial, la búsqueda del desarrollo sostenible, etc...

 

INTRODUCCIÓN

Los avances en la investigación en Agricultura se han conseguido gracias a la integración de conocimientos de otros ámbitos científicos como la Biología, la Edafología, la Química Agrícola, la Ecología, la Física, la Ingeniería Genética...La incorporación de cada una de estas ciencias en el ámbito de las Ciencias Agrarias da lugar a una serie de especialidades como la Patología Vegetal, la Biotecnología Agraria, la Biología Molecular, la Fisiología Vegetal? Todo este desarrollo ha sido posible gracias a una gran generación de conocimiento basado en una masa crítica de investigadores competitivos y motivados y un apoyo financiero adecuado por parte de las instituciones. A continuación analizaré diversas cuestiones sobre la investigación en Agricultura en España.

 

 

Situación de la investigación agrícola española

Las inversiones en I+D en España han crecido de forma sostenida en las últimas décadas. Según el informe de Indicadores Bibliométricos de la Actividad Científica Española (1990-2004) elaborado por la FECYT, en el periodo 1995-2004 se observa un aumento de un 113% en el número de investigadores empleados en actividades de I+D, mientras que el personal total empleado en las mismas lo hace en un 102%. En el periodo 1995-2004 el número de investigadores aumenta a mayor velocidad que lo hace la producción científica (por ejemplo, las publicaciones aumentaron un 83%). Es por ello que la productividad, entendida como el cociente del número de documentos y el número de investigadores, disminuyó en un 13,26%. Lo mismo ocurrió con el número de documentos por autor o personal, que descienden en torno al 6,3% y 8,6%, respectivamente.

Será preciso algo más de tiempo para que los recursos humanos incorporados lleven a incrementos de productividad.

En el contexto internacional, del millón y medio de documentos que se consideran con producción científica visible internacionalmente al año, más de 400.000 los produce Estados Unidos (en torno a un tercio de la ciencia mundial).

Junto a los cuatro países que lo siguen en el ranking (Inglaterra, Alemania, Japón y Francia), llegan a acumular los dos tercios. España ha pasado de publicar 11.228 documentos con visibilidad internacional en 1990 a 35.790 en 2004, lo que supone duplicar con creces su producción, con una tasa de crecimiento en el periodo cercana al 9%. Según los resultados del ISI para el periodo 1992-2000, España ocupa el décimo puesto del ranking de producción de 151 países, es el duodécimo más citado y ocupa el puesto 42 cuando se tienen en cuenta las citas por artículo. Su aportación a la Ciencia mundial fue del 1,77% en 1995 y alcanzó el 3,18% entre 2001 y 2005, lo que supone un crecimiento superior al 50%, muy por encima del que registraron los grandes productores europeos (Reino Unido, Alemania, Francia e Italia).

A este respecto, cuando se combinan aspectos cuantitativos con visibilidad internacional en términos de citas recibidas, España está mal situada. Según el artículo publicado por David King en la revista Nature en el año 2004 la Ciencia española está en la segunda división. El 98% de todos los artículos más citados en el mundo (<1%) proviene de 31 países (incluyen el G8 y los 15 países de la UE antes de su ampliación en el 2004). Establece una primera división formada por el G8 (a excepción de Rusia), que produce el 85% de los trabajos científicos más citados; y una segunda división, entre la que se encuentra España, que produce un 13% de los trabajos más citados. España produjo 560.000 citas en el periodo 1997-2001 y está en el puesto decimoprimero de la Ciencia mundial por citaciones.

Existe una tercera división formada por 13 países que en conjunto aportan el 3% de la producción científica mundial. Es preciso hacer notar que desde que un artículo se publica hasta que se cita con intensidad puede haber un desfase de años, por lo que esta clasificación - que incluye datos hasta 2001- puede representar el estado de la Ciencia española unos años antes de esa fecha.

La otra cara de la visibilidad internacional viene determinada por el factor de impacto de las revistas en las que se publica, y que se presenta anualmente en el Journal Citation Report (Thomson Scientific). En este sentido se aprecia una tendencia hacia la creciente internacionalización de los resultados de la investigación científica española. Esta tendencia favorece la visibilidad de la investigación y su repercusión en la comunidad científica internacional. En el periodo considerado la media nacional de impacto esperado, es inferior a la mundial. Sin embargo, por vez primera en 2004, España presenta valores superiores al promedio mundial. El volumen de la producción científica en revistas internacionales refleja la actividad de un país y sus capacidades para generar conocimiento a nivel internacional, su especialización temática y el tamaño relativo de sus campos cientificos.

Las áreas temáticas de la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva Española que acumulan los mayores valores de producción a nivel nacional son: Medicina, Biología Molecular y Física y Química (más del 75% de la producción total), igual que ocurre a nivel internacional. Sin embargo, las fortalezas en cuanto a combinación de volumen de producción e impacto relativo al mundo, que determinan la excelencia científica de la producción, se reducen a la Física y la Química junto a Agricultura, Ganadería, Tecnología de los Alimentos y Ciencias de la Tierra. Así, la Investigación Agraria está muy bien situada en el entorno internacional. En los últimos cinco años (2001-2005) Thomson Scientific indexó 124.097 publicaciones en las que al menos un autor era español. En estas publicaciones las Ciencias Agrarias ocupan el segundo puesto, después de las Ciencias del Espacio, suponiendo un 5,73%. El impacto relativo de estas publicaciones comparado con el mundial es positivo en el caso de las Ciencias Agrarias, estando un 6% por encima de la media mundial, lo que no ocurre con otros campos relacionados como la Microbiología (un 19% por debajo), la Ecología (un 8% por debajo), la Biología y Bioquímica (un 25% por debajo) o la Biología Molecular (un 16% por debajo). Solamente la Física, (20% por encima) supera a las Ciencias Agrarias en el impacto relativo de sus trabajos.

También en este campo de las Ciencias Agrarias, España está situada entre los países de primera división: ocupa el cuarto puesto en el ranking de los 20 países más citados en Ciencias Agrarias en el periodo 1996-2006, después de Estados Unidos, Inglaterra y Francia, con un total de 58.175 publicaciones, 9.345 citas y 6,23 citas por publicación.

 

Momento actual

En el momento actual se habla mucho de "excelencia". Alcanzar la excelencia es para un científico la recompensa a su labor investigadora. El progreso de una sociedad se basa en la generación de conocimiento y para que esto suceda hace falta una masa crítica de investigadores competitivos y motivados, un apoyo financiero adecuado por parte de las instituciones y un sistema igualitario de evaluación de los resultados de las investigaciones.

Desde las Universidades se lanzan políticas positivas para crear grupos de investigación activos configurados por jóvenes investigadores con una formación sobresaliente. La enseñanza que reciben los doctorados españoles es muy apreciada en los laboratorios del extranjero en los que solicitan realizar estancias postdoctorales, obteniendo como norma general, excelentes rendimientos científicos. El problema no está tanto en la capacidad de formación básica, sino en las diferencias entre disciplinas en la capacidad de formar doctores. En este sentido hay áreas temáticas que deberían ser reforzadas dado el reducido número de grupos que en España están llevando a cabo una investigación competitiva.

Este es el caso, por ejemplo, de ámbitos tan importantes como la Economía Agraria o el Desarrollo Rural.

El camino hacia la excelencia está marcado por unas líneas investigadoras que se centrarán en abordar nuevos escenarios productivos, de cambio climático, de mayores costes energéticos y de los insumos, de mayores necesidades totales de alimentos y de una menor disponibilidad de mano de obra.

En el ámbito institucional va a ser importante ver como se va a desarrollar el nuevo Plan Nacional Plan Nacional de Investigación 2008-2011, en el que se introducen grandes cambios respecto a planes anteriores. Particularmente en la Investigación Agrícola creo que hay una serie de debilidades que deberían subsanarse para impulsar la excelencia. Una de ellas es la gran cantidad de grupos de investigación de pequeño tamaño. En este sentido se deberá hacer un esfuerzo en primar a grupos con suficiente masa crítica como para abordar proyectos de investigación importantes. Esto es particularmente importante cuando la investigación requiere en la actualidad de equipamientos costosos que es preciso rentabilizar. Unido a ello se deberá seguir una política de incorporación de nuevos investigadores a estos grupos, así como del personal técnico necesario. Esto último, sobre todo, deberá tenerse muy en cuenta, puesto que es una carencia importante del sistema I+D+i español Se han hecho esfuerzos importantes para incorporar al sistema español a doctores ya formados (Programas Ramón y Cajal y Juan de la Cierva, programa INIA-Comunidades Autónomas y otros programas similares a nivel autonómico). Sin embargo hay un déficit muy importante de personal técnico de apoyo.

En la búsqueda de la excelencia es primordial considerar un sistema de evaluación de los resultados de la investigación ya que es necesario que los resultados de la investigación sean difundidos en la sociedad. Una de las formas de difusión, a mi juicio importante, es la que utiliza las revistas científicas como vehículo de comunicación. Esta vía es utilizada mayoritariamente por la investigación científica fundamental, sobre todo si nos referimos a las publicaciones recogidas en la Web of Science de Thomsom-Scientific. Hay otras formas de difundir los resultados de investigación como son las monografías o las patentes, que son más utilizadas por la Ciencia Aplicada, debido a su carácter más local.

En todo caso es importante que la difusión de la Ciencia tenga un contraste externo e internacional que defina su calidad. A mi juicio son importantes los indicadores cuantitativos de la producción científica que pueden indicar mayor cantidad de resultados científicos, pero sin olvidar la dimensión cualitativa de la producción científica que proporcione una visión valorativa de la calidad asociada a la producción científica. Como ya hemos comentado, en España se ha producido un incremento muy importante en el número de publicaciones científicas.

En este sentido la comunidad científica respondió muy bien al mensaje que se le hizo llegar en los años 80. Ahora el mensaje debe ir más hacia la calidad que a la cantidad. En nuestra área también hay que exigir un compromiso claro hacia la resolución de problemas agrarios reales mediante una investigación multidisciplinar y de calidad.

 

La financiación de la investigación agrícola en España

La contribución del Programa Nacional de I+D+i a la investigación en Ciencias Agrarias en España se debe valorar muy positivamente. Este Programa tiene dos Subprogramas Agrícolas. El más importante, gestionado por el Ministerio de Educación y Ciencia, está dentro del Programa Nacional de Recursos y Tecnologías Agroalimentarias. El otro es el Subprograma Nacional de Recursos y Tecnologías Agrarias en coordinación con las Comunidades Autónomas está gestionado por el INIA.

El Programa Nacional de Recursos y Tecnologías Agroalimentarias supuso en 2007 casi el 9% de la financiación total de los Programas Nacionales, siendo el tercero en recibir financiación después de Biología Fundamental y Biomedicina. Este Programa incluye cinco Subprogramas, que por orden de financiación recibida en 2007 son: Agricultura (mas de 12 M), Alimentación, Ganadería, Acuicultura y Forestal. El Subprograma Agrícola engloba las siguientes áreas temáticas, que cubren todo el ámbito agrario nacional: la mejora genética, la protección vegetal, el manejo y conservación de los recursos suelo y agua, los sistemas de producción y el fomento de la competitividad del sistema agrícola, el uso integral del territorio y la conservación del Medio Ambiente.

La valoración en el ámbito agrario del Programa Marco de I+D de la Unión Europea no es tan positiva. De hecho, la Agricultura prácticamente desapareció del Sexto Programa Marco, volviendo aparecer en el Séptimo, con un nivel de financiación inferior a su importancia socioeconómica real.

En la actualidad existe una iniciativa denominada la Bioeconomía Basada en el Conocimiento y que es conocida por sus siglas en inglés (KBBE, Knowledge- Based Bio-Economy) que está tomando gran importancia en Europa y que indudablemente recibirá un apoyo muy significativo en los próximos años.

En el centro de la misma se encuentra la Agricultura, que deberá utilizar todas las herramientas científicas disponibles (en particular, las Biotecnológicas) para producir alimentos en suficiente cantidad y de gran calidad, nuevos productos para la industria química, farmacéutica y textil, así como materias primas para el sector energético. De hecho el Tema 2 del Séptimo Programa Marco que se denomina Alimentos, Agricultura y Pesca, y Biotecnología, se le conoce en la actualidad como el Tema BIO.

Uno de los objetivos de España de cara al Séptimo Programa Marco es recuperar, o incluso superar, su aporte económico total, que es próximo al 8%. Paradójicamente se podría argumentar que el desarrollo de los programas nacionales no contribuye a este objetivo, dado que la presión que tienen nuestros equipos para dotarse de fondos es inferior a la de otros países que no tienen herramientas nacionales de financiación tan establecidas, como por ejemplo Italia.

En cualquier caso, la temática recogida por el Programa Marco para la Agricultura tiene una base temática mucho más estrecha que la del Plan Nacional. Esto es así porque el Programa Marco determina para cada año la oferta de unas líneas temáticas muy estrechas que son el fruto de un ejercicio de priorización. Es por esto que para participar en el Programa Marco es preciso conjugar la voluntad de los equipos de investigación con la posibilidad de contribuir a los temas que prioriza la Comisión Europea. A esto se suma el hecho de que el Programa Marco es primariamente un instrumento para el desarrollo económico (sostenible) de Europa, por lo que los protagonistas del sistema son las empresas que podrán transformar el conocimiento en beneficios para los ciudadanos.

Los científicos son a menudo un instrumento de conocimiento al servicio de un objetivo socioeconómico más amplio. Si la Agricultura es percibida como una actividad económica de escaso dinamismo y la sostenibilidad de los recursos naturales que utiliza no está comprometida, el Programa Marco le prestará poca atención. Si, dentro del contexto cambiante en el que vivimos, la Agricultura gana importancia por la calidad de sus producciones, por la crisis de las materias primas agrarias y por los nuevos usos no alimentarios, es previsible que el Programa Marco gire rápidamente hacia el sector agrario buscando más seguridad alimentaria, más sostenibilidad medioambiental y más y mejores empleos para los ciudadanos europeos.

Una reciente iniciativa en la política científica española, que se relaciona con el apartado anterior de la búsqueda de la excelencia, son los nuevos programas CONSOLIDER enfocados a desarrollar grupos de excelencia. El reto de estos programas es llegar a integrar realmente a los grupos participantes, de modo que no sean solo una fuente alternativa y complementaria de alta financiación, sino una etapa a la creación de masas criticas en temáticas importantes que permitan el establecimiento de centros de investigación realmente competitivos a nivel internacional. Son convocatorias de carácter elitista y los grupos beneficiarios no serán muy numerosos.

 

La transferencia de resultados a la sociedad

El objetivo último de una investigación es transferir los resultados para intentar resolver los problemas de interés socioeconómico que padece la sociedad. Para ello, es importante que los elementos que configurar el sistema I+D+I se involucren en tareas de transferencia. El valor de los trabajos no solo reside en el número de publicaciones y su impacto, sino en la resolución de problemas de interés socioeconómico para el sector. De hecho, esta preocupación por los problemas de la sociedad es, sin duda, un síntoma de madurez del sistema científico de un país, y en España probablemente sea una de las últimas fronteras que nos quedan por cruzar.

Los tiempos que vivimos se caracterizan por una creciente complejidad y rapidez en los cambios, y la Agricultura no es en absoluto ajena a estas tendencias.

En este contexto, una actividad de investigación que pretenda contribuir a la solución de problemas agrarios debe de involucrar necesariamente y desde el principio, a diferentes áreas de especialidad científica, a la industria y a los usuarios potenciales. Las colaboraciones entre diferentes instituciones, centros y disciplinas son crecientemente frecuentes en el sistema científico agrario español.

Asimismo, las colaboraciones con la industria y los usuarios ocupan ya una buena parte de los quehaceres de los investigadores. La intensificación de estas actividades supone un cambio de los principios que rigen el trabajo de los investigadores públicos. Esta perspectiva es uno de los principios básicos del Programa Marco de la Unión Europea y está expresada en el Plan Nacional de Investigación 2008-2011.

Dentro de las Ciencias Agrarias es importante hacer esfuerzos en conseguir una mejor transferencia de la investigación a los sectores interesados. En la actualidad, la transferencia es mayor en sectores relacionados con una actividad privada de alto valor comercial, como el caso de las variedades vegetales o el control de plagas, que en otros campos.

Desde Europa se potencian iniciativas de cooperación entre la industria y la investigación. Un ejemplo es la llamada Bioeconomía Basada en el Conocimiento (KBBE, Knowledge Based Bio-economy), de la que ya hablé antes. La Agricultura cuenta con una importancia primordial pues el objetivo es "utilizar todas las herramientas científicas disponibles para producir alimentos en suficiente cantidad y de gran calidad, nuevos productos para la industria química, farmacéutica y textil, así como materias primas para el sector energético".

Algunos aspectos de la investigación agrícola cuya transferencia redundaría en un grandes beneficios para la sociedad son temas como la degradación ambiental causada por la agricultura intensiva, los cultivos transgénicos que podrían reemplazar en parte o en su totalidad a plaguicidas y fertilizantes, las fuentes de energía alternativas para eliminar la polución, la producción de alimentos mas sanos y nutritivos, ?Para países en vías de desarrollo la sostenibilidad alimentaria y las cuestiones ambientales son cuestiones urgentes a resolver.

La sociedad, por tanto, puede resultar muy beneficiada de los logros en la investigación en Agricultura. Para ello debe concederle más financiación, mayor confianza y posibilitar que sus conocimientos sean implantados en el mundo real, en el sector empresarial agrícola. El camino sin obstáculos en la investigación consolidará esta ciencia como agente paliativo a muchas de las deficiencias alimentarias que sufren en los países más desfavorecidos y con técnicas que cuiden el medio ambiente en las zonas más industrializadas.

 

¿Hacia dónde van orientadas las actuales líneas de investigación en Agricultura?

Dividiendo las Ciencias Agrarias en cinco grandes áreas: Mejora Genética, Protección de Cultivos, Suelo y Agua, Cultivos y Fisiología y otros, las dos primeras son las que en los últimos cinco años han solicitado mayor número de proyectos de investigación en el Programa de Recursos y Tecnologías Agroalimentarias y han conseguido también mayor financiación. Esto es un indicador de que hay más grupos en España trabajando en estas áreas, probablemente porque son áreas en las que abundan los problemas a resolver.

La producción agraria deberá abordar nuevos escenarios productivos, de cambio climático (variabilidad estacional, temperaturas más elevadas o menores disponibilidades hídricas), de mayores costes energéticos y de los insumos, de mayores necesidades totales de alimentos (probablemente más asociados al aumento del nivel de vida de China, India y Brasil, que a la presión demográfica mundial prevista en el siglo pasado) y de una menor disponibilidad de mano de obra. La investigación se dirige a asegurar la producción y la calidad en este marco productivo altamente cambiante.

En un estudio reciente llevado a cabo por un organismo internacional se estimó que la producción global de alimentos agrícolas en el año 1995 fue de 5,2 billones de kilocalorías. Las necesidades previstas para el año 2025 son superiores al doble (10,6), y de hecho se espera alcanzar una producción de 11,3. Estos incrementos se van a conseguir en un 34% gracias a la Biotecnología, en un 37% a la mejora genética convencional y en un 48% debido al empleo de todas las otras disciplinas agrarias (desde la protección del cultivo, a la mejora del riego, hasta la reducción de las pérdidas poscosecha). Sin embargo, paralelamente vamos a observar un descenso en la producción del 20% debido a las pérdidas de suelo agrícola asociadas a la urbanización, erosión y desertificación.

Por otro lado, la KBBE puede aportar nuevos horizontes inexplorados en el empleo de la biomasa global producida, que representa 170 Gt/año (75% carbohidratos, 20% lignina y un 5% de aceites, grasas, proteínas, terpenos, alcaloides y ácidos nucleicos). En la actualidad tan sólo utilizamos 6 GT/año, por lo que el 96,5% permanece inutilizado. Con estos objetivos tan atractivos, la investigación agrícola volverá a recuperar una importancia y recibir un reconocimiento social que tuvo en el pasado y que ha disminuido en las últimas décadas.

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