Con el apoyo de los Servicios Oficiales regionales, las empresas especializadas en la producción de auxiliares y el trabajo de técnicos del Sector, especialmente de las cooperativas del Campo de Cartagena, entre las que se incluye Hortamira, a mediados de los años noventa se iniciaron las primeras experiencias de Control Biológico en las plantaciones de pimiento de invernadero de Murcia. Se trata de un cultivo muy complejo en esta zona, con grandes problemas de plagas, entre las que destacan el trips Frankliniella, la mosca blanca Bemisia y diversas especies de pulgones y de lepidópteros, así como algunas virosis transmitidas por estos insectos. Habiéndose obtenido resultados poco esperanzadores en sus comienzos, el tesón de algunos técnicos y agricultores hizo que se continuara en el esfuerzo.

Fruto de este trabajo y de la decidida voluntad de los socios y Directivas de las cooperativas de la zona, se ha logrado que con el cambio de siglo, en la totalidad de la superficie de pimiento de invernadero del Campo de Cartagena se utilicen técnicas de Control Biológico de Plagas. Los cambios en la formación y mentalización de sus técnicos y agricultores han sido impresionantes en tan solo unos años.

Durante este tiempo se ha conseguido una reducción en la utilización de insecticidas contra trips, moscas blancas y pulgones, así como de acaricidas, de más del 90% en relación a los años 90. Sobre lepidópteros se están experimentando nuevas estrategias, con resultados bastante prometedores, aunque su control sigue basándose en la utilización de fitosanitarios, en gran parte insecticidas biológicos. En el manejo de la oidiopsis, endémica en la zona, la utilización de sublimadores de azufre, que ya se está generalizando a la mayoría de nuestros productores, supone también una drástica reducción en el uso de fungicidas específicos.

Siendo la naturaleza muy dinámica, la expansión en el espacio y en el tiempo de estas nuevas estrategias fitosanitarias han ido entrañando algunos cambios en la fitopatología del cultivo, con apariciones puntuales de focos de plagas secundarias, desplazamientos de las especies más problemáticas de lepidópteros o pulgones, e incluso la detección de resistencias en control biológico.

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