Dentro de pocos días, habremos acabado la campaña de exportación de cítricos, una de las más preciadas de las producciones españolas, cuya cosecha tiene siempre o casi, problemas entra las dos partes básicas que entran en su producción y exportación. Es ella la más discutida, quizá por ser la que mayor nombre ha dejado a través de su historia, rica y pobre como casi todo lo que produce la Naturaleza con la importante ayuda de la mano de las personas, hombre o mujer. Recientemente han acudido los profesionales a tratar de poner otro orden a su manejo, pues éste siempre ha estado en discusión. Esencialmente la misma descansa en algo que no lo parece. Porque si hay mucha producción, los precios para los productores son bajos, y si es al contrario, o sea, si hay poca, son perjudiciales para el último eslabón de la partida porque son altos y es evidente que ello está sujeto a muchas condiciones, porque el que lo hace llegar al consumo, el vendedor, tiene a su favor la Ley de la Oferta y la Demanda, aprovechándose de la misma, hace que la pelea haya de ser dirimida entre productores y exportadores. Hace años la poca y escasa producción, hacia que los mismos le sacaran un beneficio descomunal a su producto. Al bajar por distintas razones la cosecha la razón caía a favor del productor. En cambio, cuando las cosechas eran mayores, la ventaja estaba a favor del que la exportaba o la trabajaba en el propio país donde se producía. Todo ello ha sido así durante muchos años y ha dado pie a multitud de problemas entre unos y otros. Pero había un punto que lo determinaba, y era y es la Ley de la Oferta y la Demanda.
En algunos países que he visitado y donde he trabajado, como Tunes, Chipre, en cierta forma Grecia, los centros de empaquetado y envío al extranjero o al propio mercado interior estaban dentro del perímetro del huerto. También lo he visto en un país de alta producción, Brasil, aunque la mayoría de su producción es destinada a producir zumos. Asimismo, en los EE UU, donde he estado en varias ocasiones, también he visto lo mismo. Los grandes edificios que reunían el Paching-House en el interior de las explotaciones citrícolas. Aunque, en ocasiones, compraban frutos de otras partes. El problema en nuestro país, es distinto, aunque hemos tenido también algo precisamente en una zona de las más naranjeras, la zona que se inicia en
Algemesí, Alzira, Carcaixent, Puebla Larga, etc., que tenía dentro del huerto el almacén de confección, en medio de términos de varias poblaciones citrícolas.
Pero el problema más agudo ha estallado a partir del año 2000, vísperas de ser miembros de la UE, cuando una parte de los beneficios obtenidos en otros campos, no pensaron otra cosa que invertir en citricultura, lo que disparó la producción, valiéndose, además, de otra situación que permitía una ventaja
adicional: a saber, teniendo agua suficiente, el campo hacia lo demás. Esto llevó la producción a un extremo que generó un gran perjuicio al hacer
uso en la exportación el último que lo pone el fruto en los hogares al volverse al que lo ofrecía en mejores condiciones económicas. El perjuicio ha sido general para los que producen, también para los que exprotan, al no respetar la ley de la oferta y la demanda.
Así se trata ahora de "mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria en Europa". ¿Quién le pone el cascabel al gato?

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