¡La cantidad de cosas que nos han asombrado y hemos aprendido de esta pandemia!

Si cuando ella acabe se hiciera una encuesta para conocer las especialidades médicas que más importancia han tenido en el estudio de la enfermedad, seguro que casi todos coincidiríamos en que la más significativa ha sido la epidemiología, una especialidad que casi nadie creíamos que existiera, pero de extraordinario valor para predecir el comienzo y desarrollo de las enfermedades.

Una de las características de los estudios epidemiológicos de una enfermedad, sea cual sea el campo médico al que se refiera, humano, animal o vegetal, es el sacrificio y paciencia exigidos a los que se dedican a ellos, además de la escasa consideración social que producen. Prueba de esto es que en 110 años que se han otorgado los premios Nobel en Medicina o Fisiología, solo en una ocasión se ha concedido por descubrimientos en el ámbito de la inmunología –en 1976 se premió a Baruch S. Blumberg y Daniel Carleton Gajdusek por sus investigaciones sobre la diseminación de enfermedades infecciosas–.

Los que nos hemos dedicado a trabajos de investigación cuyo presupuesto corre a cargo de las distintas Administraciones sabemos muy bien que la elección de los temas a estudiar suele estar inducida, además de por su importancia social o interés científico, por la rapidez que exige su desarrollo y el posible valor de los artículos generados para ser publicados en revistas ‘de impacto’. En lo que respecta a la Sanidad Vegetal y a la utilización de técnicas de biotecnología, las investigaciones dedicadas al estudio de plagas y enfermedades realizadas con dichos procedimientos, como la identificación de genes para la resistencia a parásitos, son trabajos bastante rápidos. Esos estudios, realizados ‘como rosquillas’, permiten conseguir numerosos artículos publicables en revistas de impacto que generan créditos con los cuales sus autores obtienen prestigio científico y compensaciones económicas en los ámbitos académicos. Pero para que esos trabajos sean realmente utilizables es necesario el concurso de otros equipos de investigadores que ensayen en campo y sufran tareas lentas y tediosas que generarán pocos artículos publicables. Este ejemplo sirve para predecir el camino que elegirán los investigadores a la hora de escoger sus temas de estudio.

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