El aumento de la productividad para alimentar a la creciente población mundial y el aumento de la eficiencia en el uso de los recursos sin dañar los ecosistemas son dos de los mayores desafíos que enfrenta el sector agrícola en estos días. Además, la agricultura actual tiene que hacer frente a condiciones ambientales y de suelo desfavorables cada vez más frecuentes y duraderas, que tienen un impacto negativo directo en la productividad de los cultivos. Una innovación tecnológica propuesta para resolver estos problemas es la aplicación de bioestimulantes naturales que pueden mejorar la floración, el crecimiento de las plantas, el cuajado, la productividad de los cultivos y la eficiencia en el uso de nutrientes, al mismo tiempo que mejoran la tolerancia al estrés abiótico (Rouphael y Colla, 2020).


El Consejo Europeo de la Industria de los Bioestimulantes (EBIC) indica que “los bioestimulantes aplicados a las plantas contienen sustancias i/o microorganismos cuya función es estimular los procesos naturales para mejorar / beneficiar la absorción de nutrientes, la eficiencia en el uso de los nutrientes, la tolerancia al estrés abiótico y la calidad de los cultivos”. Según Saa y col. (2015) definen a los bioestimulantes como sustancias o microorganismos, excluyendo nutrientes y pesticidas, que aplicadas a la parte aérea de la planta o la rizosfera tienen la capacidad de modificar beneficiosamente su crecimiento. Según esta definición, los bioestimulantes no actúan directamente contra plagas y, por consiguiente, no están dentro del marco regulatorio de los pesticidas y tampoco deben de considerarse fertilizantes porque pueden carecer de algunos nutrientes y además se aplican en pequeñas cantidades.
Debido a la naturaleza muy diversa de los bioestimulantes, pueden ser sustancias orgánicas, inorgánicas y microorganismos, la función y el mecanismo de acción de estos en la planta son complejos. Se ha propuesto que los bioestimulantes interactúan con el proceso de señalización molecular para ayudar a la planta a responder más eficazmente al estrés y / o estimular el crecimiento de bacterias, levaduras y hongos presentes en la rizosfera que sintetizarían moléculas que benefician a las plantas. En el caso de los hidrolizados de proteínas, se ha descrito que aumentan la absorción de nutrientes, especialmente nitrógeno y hierro, debido al aumento de la actividad enzimática involucrada en su absorción y asimilación (Cerdán y col., 2009). Estos productos también poseen actividad quelante que reducen el impacto de la presencia de metales pesados y mejorando la absorción de micronutrientes (Colla y col., 2014). Las proteínas hidrolizadas pueden contener una variedad de péptidos bioactivos con bajo peso molecular (<50 aminoácidos), generalmente conocidos como péptidos de cadena corta, que se ha propuesto que tienen actividades similares a las hormonas, así como actividades inmunológicas (Colla y col. 2014; Lachhab y col., 2014).

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