En los últimos años, se han desarrollado estrategias de alimentación sobre las plantas basadas en presas facticias. Estas han demostrado ser eficaces para mantener poblaciones de ácaros depredadores en cultivos donde la ausencia de polen o de plaga hacían difícil su establecimiento. Avanzando en este sentido, se muestran los resultados obtenidos de la elaboración de nuevas dietas enriquecidas, más efectivas y a un coste que permita poder utilizar estas mezclas en los cultivos con el objetivo de favorecer el desarrollo tanto de ácaros como de chinches depredadores.
Paralelamente, se ha avanzado en la mejora genética de Orius laevigatus seleccionados para adaptarse mejor a la alimentación con estas dietas subóptimas. La nueva cepa comercial de Orius laevigatus (Foto 1), junto con las dietas enriquecidas suponen un avance importante en la mejora de los protocolos de control biológico de plagas en cultivos donde era difícil su implementación.

El desarrollo de sistemas innovadores de alimentación de artrópodos beneficiosos puede contribuir al desarrollo de una agricultura alternativa más regenerativa. Los sistemas de producción globales se enfrentan al reto de satisfacer la demanda de un incremento de la productividad (Godfray y col., 2010), pero manteniendo a la vez la sostenibilidad económica y del medio ambiente. El control biológico es la clave para alcanzar esa transformación, habiéndose mostrado la suelta en los cultivos de enemigos naturales como una alternativa al uso de plaguicidas, deseable desde una perspectiva económica y medioambiental. Los mayores avances se han obtenido en cultivos de invernadero utilizando depredadores polífagos (Riudavets y col., 2020; van Lenteren y col., 2018; Vila y Cabello, 2014). Sin embargo, a nivel global, solo se aplican programas de control biológico en un porcentaje muy bajo de los cultivos donde podrían implementarse. Una opción para optimizar los programas actuales es la aplicación en los cultivos de alimentos complementarios, que promueve el establecimiento temprano y a largo plazo de estos depredadores, en especial cuando las poblaciones de plagas son bajas. Además, mejora, en general, su resiliencia a diferentes factores de estrés que sufren en los cultivos (por ej. tratamientos químicos, temperaturas y humedades inadecuadas…). Por ello, se ha considerado una valiosa estrategia de soporte del control biológico (Benson y col. 2021; Messelink y col., 2014).

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