La producción de hortalizas en invernaderos se viene desarrollando, desde hace más de cuatro décadas, mayoritariamente en zonas costeras peninsulares y en las insulares. Quizás sea el mayor exponente de intensificación de los cultivos, minimizando la ocupación del suelo y optimizando los insumos y las producciones. En algunos cultivos hace tiempo se aplican modelos de protección fitosanitaria apoyados en el control biológico y en la actualidad la funcionalidad de los métodos se extiende al entorno, considerando el cultivo como un elemento más del ecosistema. Exponemos el proceso llevado a cabo en el cultivo del pimiento en los invernaderos de la Región de Murcia, como ejemplo de evolución sostenida a lo largo de casi un cuarto de siglo.

 La producción de hortalizas en invernaderos es, quizás, el exponente de referencia del mayor grado de intensificación de los cultivos, tanto en sistemas de monocultivo como en sistemas rotacionales. Es, también, un ejemplo de uso del suelo, reduciendo la superficie ocupada por la actividad productiva de alimentos y de optimización de los insumos.

Las mayores superficies destinadas a la producción de hortalizas se encuentran en áreas costeras mediterráneas peninsulares e insulares. La singularidad de los sistemas ‘artificiales’ que se han establecido en este modelo productivo dista mucho de la de los sistemas naturales originales. La distancia es amplia en múltiples aspectos (ecológicos, medioambientales, sociales…) que nos vienen a la memoria por haber participado en el proceso evolutivo, casi desde sus orígenes, a lo largo de más de cuatro décadas. Han sido los aspectos fitosanitarios los que nos han ocupado de forma específica, sin dejar al lado las raíces agronómicas en las que se enmarca la protección fitosanitaria.
En algunos cultivos, los modelos de protección fitosanitaria que se aplican en la actualidad se establecieron en base a principios de eficacia, disminución de riesgos de residuos en cosechas, bajo impacto medioambiental, diversidad, mantenimiento o mejora de la productividad y salud de los operadores, teniendo en cuenta la superficie ocupada por el cultivo y más tarde integrando el cultivo en el entorno, formando parte del nuevo sistema ecológico.

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