y una de las malas hierbas más competitivas, problemáticas y económicamente perjudiciales debido a su alta diversidad genética, alta producción de semillas y alto vigor (Barco-Antoñazas y col., 2022). Es una planta originaria de los desiertos de la mitad sur de Norteamérica. En la actualidad, está presente en gran parte de Norteamérica y en Sudamérica está presente en Brasil y Argentina, donde provoca importantes pérdidas de rendimiento en el algodón, la soja y el maíz. En el 2014 fue incluida en la lista de alerta de la EPPO, debido al potencial riesgo en Europa (EPPO, 2022). En la actualidad está establecida en Chipre, Israel, Portugal y España (Torra y col., 2020). El manejo de A. palmeri es posible utilizando diferentes materias activas; sin embargo, el uso repetido e intensivo de herbicidas resultó en la evolución de la resistencia a diferentes herbicidas con varios mecanismos de acción, principalmente a herbicidas inhibidores de la ALS y a glifosato. Concretamente hay confirmados en la actualidad 73 casos de resistencia a herbicidas en esta especie. También hay reportados 23 casos de resistencia múltiple a varios grupos herbicidas. La resistencia múltiple a herbicidas es un problema creciente que reduce las opciones de rotación de herbicidas y aumenta los costes de control de las malas hierbas (Heap,2022). En España se ha encontrado esta mala hierba en diferentes regiones, principalmente en Cataluña y Aragón. En el 2019, fueron detectadas las primeras poblaciones de A. palmeri en Extremadura, en campos de maíz de Torrefresneda (Badajoz).

Como se mencionó en el apartado anterior, en Extremadura se detectó esta especie en el verano de 2019 en una zona sembrada de maíz en la zona de riego de Vegas Altas término de Guareña (cerca de la pedanía de Torrefresneda). Estas plantas habían escapado a los tratamientos herbicidas utilizados, principalmente inhibidores de la ALS. Durante el otoño siguiente se observaron individuos dispersos en los bordes del cultivo; estos ejemplares no alcanzaron un gran tamaño y la llegada de las bajas temperaturas no les permitió un crecimiento normal despareciendo a principios de invierno. Se dio cuenta de ello, así como de las medidas a tomar en el Boletín Fitosanitario de Avisos e Informaciones de la Junta de Extremadura (número 19, octubre 2019).

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