Más allá de los trips y las virosis, principales protagonistas de la segunda edición, AgroMurcia dedicó algunas ponencias a los nuevos riesgos fitosanitarios en los cultivos hortícolas: de lepidópteros a pulgones, pasando por las enfermedades vasculares.
Los ponentes destacaron problemas que afectan a distintos cultivos y en los que se están detectando nuevos riesgos que son consecuencia, entre otras causas, de introducciones foráneas, de cambios en las condiciones ambientales, en las herramientas de control disponibles, en las prácticas agronómicas, así como de la capacidad adaptativa de algunas poblaciones.
Antonio Monserrat, del Equipo de Protección de Cultivos del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Medioambiental (IMIDA), explicó por qué está cambiando la problemática fitosanitaria en la agricultura mediterránea, en el caso concreto de los lepidópteros. Algunas variaciones están relacionadas con el cambio climático. Por ejemplo, Helicoverpa armigera, que en los años 80-90 entraba en diapausa hacia la tercera semana de noviembre y no volvía a reaparecer su actividad hasta avanzado el mes de abril, en la actualidad, con los incrementos en las temperaturas e inviernos más suaves, puede encontrarse activa durante todo el año en algunas zonas y estructuras de invernadero.
En pimiento, tras la eclosión de las puestas, las larvas comienzan a alimentarse sobre la superficie de brotes, hojas, flores y pequeños frutos, al alcance de los tratamientos fitosanitarios. Sin embargo, se han seleccionado poblaciones que han modificado ese comportamiento, cuyas larvas, una vez emergidas del huevo, penetran mucho más rápidamente en los frutos, donde son inaccesibles a tratamientos y depredadores, lo que dificulta su control. Algo similar ocurre con poblaciones de Spodoptera littoralis cuya alimentación y desarrollo larvario se produce en las zonas más protegidas del vegetal y escapan a los tratamientos.
La introducción de Tuta absoluta hace casi veinte años generó un nuevo problema fitosanitario para las plantaciones de tomate, que se fueron solventando con un mayor conocimiento de la plaga y el desarrollo de estrategias integradas, que resultaron eficaces durante años. Sin embargo, la dificultad de control y los daños se han ido multiplicando, “hasta llegar a 2025 con problemas especialmente importantes, tanto en la península como en Canarias”.
En la Región de Murcia, la fusariosis vascular causada por Fusarium oxysporum f.sp. lactucae ya está presente en las comarcas de Altiplano, Campo de Cartagena, Noroeste y Valle del Guadalentín
Josep Armengol, del Grupo de Investigación en Hongos Fitopatógenos del Instituto Agroforestal Mediterráneo de la Universitat Politècnica de València, habló sobre la fusariosis vascular causada por Fusarium oxysporum f.sp. lactucae, “la enfermedad vascular más preocupante en la actualidad por su rápida expansión mundial y las graves pérdidas económicas que está causando en el cultivo de la lechuga”. Las plantas infectadas muestran un crecimiento lento y, a veces, pueden presentar un desarrollo asimétrico. Internamente, las plantas afectadas presentan una necrosis rojiza a marrón en el tejido vascular interno de la raíz pivotante y la corona. La progresión de la enfermedad puede provocar la muerte de la planta entera. En la Región de Murcia, el patógeno ya está presente en las comarcas de Altiplano, Campo de Cartagena, Noroeste y Valle del Guadalentín.
Una vez que el hongo se introduce en el suelo de un campo, este patógeno puede persistir mucho tiempo mediante clamidosporas después de que el cultivo susceptible haya sido retirado. Además, puede dispersarse dentro y entre campos mediante cualquier labor cultural que mueva tierra o material vegetal infectado. Las estrategias actuales para la fusariosis vascular de la lechuga “se basan principalmente en el desarrollo de variedades resistentes. Se deben seguir buenas prácticas de saneamiento para minimizar la propagación de F. oxysporum f. sp. lactucae dentro y entre campos”, subraya Armengol, que ha colaborado con el IMIDA en la identificación del patógeno.
La dificultad de los productores para lograr un manejo eficaz de los pulgones en Almería está revirtiendo la tendencia y se está imponiendo el uso de insecticidas, en detrimento del control biológico, “debido a un cierto desánimo y pérdida de confianza en el manejo conservativo”, advirtió Gregorio Monsalvo, de Agrotec Consulting. Entre otras razones, el asesor agronómico citó la enorme capacidad adaptativa de los pulgones al entorno y a los fitosanitarios, así como las restricciones de materias activas por parte de la Unión Europea y de los supermercados europeos, que han repercutido en el actual estado del control biológico, “en donde cada día se hace más difícil el control de las plagas y los cultivos se ven más afectados por las virosis transmitidas por los pulgones”.