El Servicio de Sanidad Vegetal de la Región de Murcia ha confirmado la detección del virus rugoso del tomate (ToBRFV) en plantas aisladas de tomate de un invernadero de Cañada del Gallego, pedanía de Mazarrón. Se trataría del segundo foco de esta enfermedad localizado en España, tras el que afectó a varias fincas de Vícar y el Ejido (Almería) en 2019, que ya ha sido erradicado.

En un principio, por la sintomatología, los técnicos sospecharon que se trataba de una enfermedad causada por una raza necrótica del Virus del Mosaico del Pepino Dulce o incluso algún hongo o bacteria. Sin embargo, el primer análisis, realizado en el laboratorio del CEBAS-CSIC, dio positivo a varias virosis, entre ellas ToBRFV. Posteriormente, el Laboratorio Agrario y Medioambiental de la Región de Murcia detectó la presencia de ToBRFV y el virus del mosaico del pepino dulce (PepMV) en todas las muestras analizadas, positivo ratificado por el Laboratorio Nacional de Referencia de Virología no leñosas, que se encuentra en el Instituto Agroforestal Mediterráneo de la Universidad Politécnica de Valencia. Como explica Francisco González Zapater, jefe del Servicio de Sanidad Vegetal murciano, la manifestación de los síntomas “depende de la variedad, las condiciones climáticas y el estado nutritivo de la planta”.

En estos momentos, se están realizando prospecciones en las naves del mismo productor en busca de otras plantas infectadas, y en un radio de 500 metros, tal como establece el Plan Nacional de Contingencia contra este patógeno. También en el semillero de donde proceden las plántulas.

A falta de completar las prospecciones, el Servicio de Sanidad Vegetal cree que se trata de un foco aislado y baraja dos posibilidades: que el virus se haya transmitido por una semilla contaminada (partículas infecciosas en la testa de la semilla que al germinar infectan las plántulas) o que los propios trabajadores hayan trasmitido el virus desde otra parcela afectada. Las operaciones de manejo de cultivo en semillero (injerto, transplante) también pueden favorecer su dispersión siempre que no se parta de semillas sanas.

En las naves afectadas, que ocupan una superficie de 2.500 metros cuadrados, se han encontrado nuevas variedades de tomate experimentales, que no están registradas todavía y que puede que no hayan concluido el proceso de saneamiento y selección, “por lo que presentan un alto riesgo de transmisión y están siendo analizadas también”, explica Zapater.

El virus rugoso del tomate pertenece a la familia de los tobamovirus y fue detectado por primera vez en Israel (2014) en cultivos de tomate; en Europa, apareció primero en Alemania, en 2018, y un año después se produjo una gran expansión al aislarse en Italia, Holanda, Grecia y España.

Afecta, sobre todo, a tomate y pimiento, aunque también a otras especies como Nicotiana benthamiana, N. glutinosa, N. sylvestris, N. tabacum, Chenopodiastrum murale y Solanum nigrum. Los daños principales son la reducción del vigor de la planta, la pérdida de producción y la depreciación del valor comercial de los frutos.

Además, las plantas infectadas por ToBRFV no muestran síntomas inmediatamente después de su infección; estos pueden manifestarse a los doce o trece días de la inoculación. En las plantas de tomate afectadas manifiestan clorosis, mosaicos y moteados con un estrechamiento de las hojas jóvenes en la parte superior de la planta. Mientras que en los brotes laterales se aprecian malformaciones, estrechamiento y rugosidad de las hojas y, finalmente, su marchitamiento, amarilleamiento y decaimiento de la planta. En los frutos de tomate pueden aparecer decoloraciones, deformaciones, lesiones necróticas en frutos verdes.

En pimiento, pueden observarse lesiones necróticas en tallos y raíces, así como una deformación, coloración amarillenta y mosaico en las hojas, que se traduce en una reducción del crecimiento de la planta que puede llevar incluso a la muerte de la misma. Los síntomas observados en los frutos son similares a los de tomate: estos se deforman con áreas amarillas o marrones o rayas verdes, y las necrosis pueden ser más severas en esta especie.

Dada la peligrosidad de este virus, altamente persistente y transmisible, la Comisión Europea publicó el 11 de agosto de 2020 el Reglamento de ejecución (UE) 2020/1191, por el que se establecen medidas para evitar la introducción y propagación del patógeno.