Un estudio técnico de la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) cuantifica las pérdidas económicas en la provincia de Valencia por la incidencia de las plagas y enfermedades en 51.851.000 euros y el desperdicio de productos agrarios valencianos en más de 162.000 toneladas.

Cítricos (27,5 millones en cítricos), caqui (15 millones) y almendro (9,2 millones) son los principales cultivos afectados, aunque también existen problemas sanitarios en otros cultivos mediterráneos como el olivo, la viña, el arroz o las hortalizas.

Los problemas para combatir eficazmente las plagas del cultivo de caqui, como cotonets, moscas blancas y trips, está provocando mermas que en algunas parcelas de La Ribera alcanzan hasta el 80% de la cosecha. La organización agraria lamenta la falta de soluciones fitosanitarias disponibles para los agricultores y advierte de que las prácticas culturales y los tratamientos realizados no han conseguido evitar pérdidas de alrededor de 60.000 toneladas. Además de los caquis, las plagas están echando a perder en las comarcas valencianas más de 55.000 toneladas de naranjas Navels y Blancas, 45.000 de clementinas y 1.140 de almendros. En total, el desperdicio de productos agrarios valencianos supera las 162.000 toneladas, según la asociación.

El presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, asevera que “los informes de la FAO se quedan muy cortos a la hora de valorar el desperdicio alimentario en su conjunto, puesto que no tienen en cuenta las pérdidas que se producen en la fase de producción. Resulta absolutamente urgente que Bruselas cambie el rumbo de su política fitosanitaria para evitar que las plagas y enfermedades sigan campando a sus anchas. Ver campos alfombrados de fruta podrida por culpa de las restricciones de la UE es un insulto para el agricultor, pero también para el consumidor, porque después de utilizar recursos como agua, fertilizantes, energía, etc. muchas cosechas quedan inservibles para su comercialización”.

Aguado acusa a las autoridades europeas de utilizar una doble vara de medir: “Ese desperdicio de alimentos solo sucede aquí, ya que mientras Bruselas deja a sus agricultores sin soluciones, ya sean químicas o biológicas, sí permite que países terceros introduzcan alimentos que han sido producidos mediante sustancias químicas incluidas en el Códex Alimentario Mundial pero prohibidas por la legislación europea. Los agricultores somos los primeros interesados en trabajar con productos seguros y estamos orgullosos de protagonizar la agricultura más respetuosa del mundo con el medio ambiente, pero no puede ser que en diez años nos hayan suprimido dos terceras partes de las materias activas fitosanitarias sin facilitarnos después una alternativa verdaderamente eficaz”.