La Fundación Cajamar ha organizado su habitual jornada de puertas abiertas en el Centro de Experiencias de Paiporta (Valencia) para mostrar los diferentes proyectos que está desarrollando para contribuir a la modernización del sector.

Las más de 250 personas que han asistido a la jornada, en su mayoría técnicos y socios de cooperativas agrarias y empresas agroalimentarias, así como representantes de colegios profesionales y centros académicos, han podido conocer las más de doscientas variedades de frutas y hortalizas en las que están trabajando los técnicos del Centro, visitar la finca e interesarse por los proyectos y experiencias que están en marcha, en colaboración con empresas e instituciones del sector agroalimentario.

Roberto García Torrente, director de Innovación Agroalimentaria de Cajamar, ha repasado las líneas estratégicas de investigación de la fundación, que parten de la sostenibilidad, de contribuir a que “la agricultura sea lo más eficiente posible”. Así, numerosos proyectos están demostrando que un uso excesivo de agua, fitosanitarios y nutrientes en determinados momentos, “puede llegar a ser perjudicial para los cultivos”. Por ejemplo, han conseguido variedades de tomate que mantienen el mismo rendimiento con un 40% menos de de agua y nutrientes.

Algunos proyectos de investigación destacados por Carlos Baixauli, director del Centro de Experiencias, son la cubierta de invernadero con una malla de blanqueo fotoselectivo, “una estructura muy interesante para los cultivos de primavera y verano porque resiste mejor el calor” y el análisis comparativo de distintas estrategias de riego. Investigaciones, relacionadas con las altas temperaturas y la escasez de agua, que tratan de responder al desafío que el cambio climático está planteando a la agricultura.

Los asistentes han visitado la exposición de las distintas colecciones de variedades de sandía, pimiento, tomate, berenjena, melón, calabaza, cebolla, repollo y col en las que se está trabajando. En el caso del tomate, se está buscando potenciar el sabor, tal y como demandan los consumidores, sobre todo en tomate grueso, valenciano y de pera.

Una línea de producto en que se está investigando son las plantas aromáticas y condimentarias, como orégano, tomillo, romero, perejil, menta, hierbabuena, albahaca, cilantro o eneldo. Los trabajos se están realizando sobre 29 variedades, desarrollados sobre diferentes técnicas de cultivo, como los hidropónicos. Este tipo de plantas tiene una demanda creciente en el mercado. En el caso del cultivo de sandía, se está trabajando con plásticos de acolchado biodegradables, que permitirán evitar la posible contaminación por malas prácticas agrarias, en las que no se hace una gestión adecuada de los plásticos. Los acolchados opacos permiten reducir el uso de agua en agricultura, evitan la aparición de malas hierbas y mejoran la gestión del suelo.

Otro proyecto en el que está trabajando Cajamar es Brioprim, cuyo objetivo principal es la búsqueda de principios bioactivos, con capacidades bioestimulantes y nematicidas para obtener una gama de productos de origen natural más sostenible medioambientalmente.

Además, se sigue avanzando en las líneas de investigación del proyecto TomGem, enfocado en la mejora de los cultivos en condiciones de alta temperatura. Ya se han seleccionado las líneas de tomate que aguantan mejor el calor, y se ha iniciado el proceso de mejora genética, para detectar qué genes son los que hacen que se soporten mejor las temperaturas elevadas.

Cajamar también participa en el proyecto GOInnoland, que trabaja en mecanismos de innovación social basados en la gestión común de tierras frente al problema de abandono y mejorando la competitividad de las entidades asociativas. Esta iniciativa pretende recuperar y modernizar parte de las explotaciones agrarias abandonadas en la Comunitat Valenciana, llevando a cabo, en la medida de lo posible, la reconversión varietal de las mismas y adaptando sus calendarios de cosecha a las necesidades de comercialización.

Asimismo, colabora en el Grupo Operativo GOCitrus, que tiene como objetivo generar marcadores moleculares que ayuden a la identificación y gestión varietal que servirá de germen para en el futuro crear una unidad de conocimiento en torno a las nuevas tecnologías de la genómica. En este sentido, se trabajará en el desarrollo de una aplicación informática que ayudará a la toma de decisiones al sector productor en la elección varietal, considerando sus características particulares de cultivo y facilitando una información objetiva y adecuada.

Un grupo operativo iniciado recientemente es Huerta 4.0, con el que se pretenden estudiar estructuras de invernaderos para el cultivo de hortalizas locales con un cierto valor, adaptadas a las condiciones climáticas en zonas de interior de la península. Para ello se implementarán tecnologías de invernadero para la mejora de la sostenibilidad y eficiencia energética.

Otro proyecto interesante desarrollado este año aborda la implantación de cubiertas vegetales en el cultivo de frutales que está dando muy buenos resultados para potenciar el control biológico por conservación, la mejora del suelo y la biodiversidad. Igualmente, se están realizando trabajos sobre nutrición y salud que confirman que la elección de determinadas especies y variedades, así como el manejo de los cultivos, está permitiendo obtener frutas y hortalizas más saludables.

Por último, Cajamar está trabajando en el desarrollo de aplicaciones de móvil para facilitar la transferencia de conocimiento a los agricultores, como el reciente PlantEn, una herramienta digital elaborada junto al IFAPA de La Mojonera que sirve de guía práctica para incrementar la biodiversidad de una manera funcional en los cultivos de invernadero mediante el establecimiento de pequeños setos o islas de biodiversidad.

Aprovechando la celebración de esta jornada, la Fundación Cajamar ha abordado el papel de los bioestimulantes en una mesa redonda que ha contado con la participación de Estefanía Hinarejos, directora de IBMA España, Ana Quiñones, investigadora del IVIA, y Alicia González Cespedes, de la Estación Experimental Cajamar. Las tres han coincidido en que una correcta utilización de alguna de sus aplicaciones, como son los microorganismos (mayoritariamente bacterias) permite mejorar la absorción de fertilizantes, además de proteger a las raíces del ataque de fitopatógenos.