Cajamar organizó su jornada anual de puertas abiertas en el Centro de Experiencias de Paiporta (Valencia) para presentar las más de doscientas cincuenta variedades de frutas y hortalizas en las que está trabajando y mostrar los diferentes proyectos en los que está inmerso para conseguir una agricultura sostenible y eficiente: cada vez más natural, pero sin perder productividad.

 

Con esta premisa, Cajamar ha puesto en marcha varios proyectos de investigación, como es el caso de las plantas biocidas, que producen sustancias naturales idóneas para mejorar el suelo y reducir la presencia de enfermedades. Estas plantas se trituran y se incorporan al suelo, de manera que éste se considera como un ente vivo que interactúa con el sistema, jugando a favor de los cultivos. “No vamos a conseguir una respuesta instantánea, es una especie de carrera de fondo: si hacemos un buen manejo del suelo, con el tiempo veremos una respuesta adecuada y veremos cómo se van reduciendo las plagas y enfermedades del suelo, sobre todo porque estamos haciendo una buena conservación del propio suelo, mejorando su nivel de materia orgánica, buscando las estrategias que hacen que la microbiota trabaje a favor de las plantas que cultivamos”, explicó Carlos Baixauli, director del Centro de Experiencias de Paiporta, durante la visita guiada a la finca. “La idea es que la producción integrada cada vez se acerque a una agricultura más natural, pero sin perder productividad con objeto de hacerla eficiente”, añadió.

Baixauli mostró los primeros pasos de un proyecto de producción superintensiva de higo mediante cultivo hidropónico, un fruto cada vez más consumido, que además de incrementar la rentabilidad del cultivo va a suponer una mejora en el control de plagas tan dañinas como Ceratitis capitata. “El hecho de cultivar bajo malla impide que la mosca de la fruta entre en el invernadero”.

El grupo cooperativo está realizando varios proyectos con empresas de fertilizantes y abonos, como la búsqueda de nuevas fuentes de fósforo o los abonos de liberación lenta, que no contaminen con nitratos los acuíferos. También estudia la automatización y uso de sondas para mejorar la eficiencia del riesgo en cultivos hortícolas. “Para Cajamar, es muy importante buscar fórmulas que nos permitan un ahorro de agua”, subrayó Baixauli.

En el tercer año del proyecto europeo TomGem, las investigaciones realizadas en la finca de Paiporta están progresando en el conocimiento de los genes que dan una mayor resistencia al cultivo del tomate en temperaturas altas, cuando el polen pierde fertilidad.

Las cubiertas vegetales que posibilitan un mayor control biológico por conservación y que evitan un uso intensivo de insecticidas son otra línea de investigación emprendida por Cajamar. Es el caso de la paja de arroz, cuya quema genera controversia, y que si se esparce por el suelo retiene la humedad, evita las malas hierbas y se transforma progresivamente en materia orgánica. En cítricos, el uso de cubiertas vegetales está mejorando el control de la araña roja y facilita que, ante un ataque de pulgón, “los depredadores y parásitos lleguen un poco antes”.

Entre los ‘supercultivos’ con que los que se está investigando, destacan la moringa, debido a sus valiosas propiedades nutricionales y energéticas, ya que es rica en proteínas y vitaminas C, y la estevia, utilizada como edulcorante natural. Ambos casos se pueden aplicar en el procesado de alimentos, como la fabricación de galletas y magdalenas, con lo que se favorece una bollería industrial más saludable.

Cajamar está estudiando la diversificación de la gama varietal del caqui, para no depender exclusivamente de la ‘Rojo brillante’. Dicha variedad debe pasar por un proceso para eliminar la astringencia, por lo que las nuevas líneas de investigación se realizan con otras variedades no astringentes.