Las poblaciones del algodoncillo del olivo (Euphyllura olivina) se están incrementando en numerosas comarcas olivareras de Andalucía, por causas que no se conocen con certeza, y están causando daños relevantes en algunos puntos. El Servicio de Sanidad Vegetal autonómico acaba de elaborar una guía con información de esta plaga secundaria y recomendaciones de gestión.

Este psílido vive en olivo, acebuche, labiérnago de hoja ancha y el árbol del paraíso, entre otras plantas. En España, se encuentra presente en todas las zonas olivareras y, según diferentes estudios y análisis de la entomofauna del olivar, llega a ser una de las principales especies fitófagas del cultivo, sin que en la mayoría de las ocasiones se produzcan daños dignos de ser preocupación. Su presencia es fácil de percibir, tanto los adultos como sobre todo las ninfas, que se rodean de la característica masa algodonosa. El mayor daño se produce cuando ataca a las inflorescencias y posteriormente a los frutos cuajados, ya que afecta a la fertilidad, lo que ocasiona una significativa caída de botones florales y descenso del número de frutos cuajados. También existen daños indirectos provocados por la melaza azucarada que excretan los individuos, que favorece los ataques de hongos, principalmente negrilla, que restan capacidad fotosintética al árbol y ensucian las hojas y los frutos.

Euphyllura olivina puede controlarse fácilmente con sus enemigos naturales, entre los que destacan los depredadores Chrysoperla carnea y Anthocoris nemoralis y los parasitoides Alloxysta eleaphila y Psyllaephagus euphyllura. En la guía, Sanidad Vegetal advierte de que los tratamientos fitosanitarios con piretroides contra otras plagas del olivar pueden hacer descender los niveles de estos insectos depredadores y parasitoides del algodoncillo y provocar un desequilibrio en el ecosistema que ocasiona un anormal desarrollo de la plaga. Esta especie, por lo tanto, puede resultar clave para el mantenimiento de las poblaciones de depredadores citadas, que también van a actuar sobre otras plagas porque supone un recurso alimenticio básico para ellos y les ayuda a consolidar las poblaciones.

Hasta ahora, dada la escasa incidencia del algodoncillo, no se planteaban aplicaciones fitosanitarias contra la plaga en los sistemas de producción integrada. Sin embargo, a raíz del incremento generalizado de las poblaciones, el Consejo Oleícola Internacional ha establecido el umbral de intervención con insecticidas cuando se superen las dos ninfas por inflorescencia o el 60% de inflorescencias con presencia de masa algodonosa. Como la época aconsejable de aplicación (al inicio del desarrollo de la masa algodonosa) coincide con un momento crucial para las poblaciones de insectos auxiliares, Sanidad Vegetal recomienda utilizar las materias activas autorizadas respetuosas con los mismos y descarta, por tanto, los piretroides y otros insecticidas químicos que afectan a los depredadores y parasitoides.

Entre las medidas culturales para reducir los niveles de ataque de esta plaga, se recomienda la realización de podas en verano y en otoño-invierno porque facilitan la ventilación del árbol, así como la eliminación de varetas y chupones para impedir que el insecto se refugie en el cultivo ante condiciones meteorológicas desfavorables. Del mismo modo, es aconsejable realizar una fertilización racional y no abusar de los abonos nitrogenados, ya que favorecen la proliferación de brotes tiernos, donde es fácil que se instale el psílido.

Sanidad Vegetal ha constatado que en explotaciones de olivar en las que se dispone de cubiertas vegetales, la incidencia de E. olivina es menor que en olivares sin cubierta vegetal, al refugiarse el insecto en las mismas y no en el árbol. Estas cubiertas vegetales facilitan, además, la instalación de los enemigos naturales del algodoncillo, que lo mantienen en niveles poblacionales en los que no provoca daños en el cultivo.

El clima es un factor regulador fundamental en el desarrollo de esta plaga: las bajas temperaturas del invierno y la poca presencia de lluvias, sobre todo en otoño, limita notablemente su desarrollo. Asimismo, las altas temperaturas al final de la primavera y comienzo del verano bloquean su actividad y estimulan la entrada en reposo estival de las hembras; llega incluso a tener un efecto drástico en huevos y ninfas si las temperaturas son muy altas. Por el contrario, los inviernos suaves y las lluvias continuadas, sobre todo en otoño, pueden potenciar su desarrollo.

En España, el ciclo biológico de E. olivina presenta normalmente tres generaciones anuales. Inverna en estado adulto en la base de ramitas, hojas y yemas. El inicio de actividad coincide con el comienzo del desarrollo vegetativo del árbol. A finales de invierno, o principio de primavera, se inicia la primera generación con la puesta de huevos y las sucesivas fases de desarrollo, proceso que dura unos 35 días de media. Coincidiendo con la floración, se produce la segunda generación, en la que los adultos entran de junio a septiembre en reposo estival, lo que da lugar a una tercera generación al inicio de otoño. Aunque no se ha confirmado, Sanidad Vegetal sospecha que en algunos puntos de Andalucía pueda existir una cuarta generación que incrementa las poblaciones de un año a otro.