El Comité de Gestión de Cítricos (CGC), integrado por empresas exportadoras y cooperativas citrícolas, exige a la Comisión Europea (CE) que actúe "con carácter de urgencia para frenar la ola de importaciones" de cítricos procedentes de Turquía con problemas de residuos de plaguicidas. Partidas de limones, naranjas y mandarinas turcas que superan el límite máximo de residuos permitido (LMR) o han sido tratadas con sustancias activas prohibidas en la UE.

Según los datos oficiales del sistema RASFF –la red de alerta rápida para alimentos de la UE-, en 2020 se registró una cifra récord de rechazos en frontera a cítricos turcos (54 lotes, cinco veces los once de 2019-, y la situación se ha agravado en el inicio de este año: del 1 al 29 de enero, 57 lotes de cítricos procedentes de este país hicieron saltar una alarma por sufrir anomalías al pasar alguna de las inspecciones programadas: en 43 de ellas, las pruebas de laboratorio detectaron la presencia de fitosanitarios no autorizados. “Las cifras del RASFF son muy preocupantes y exigen una reacción inmediata por parte de las autoridades sanitarias de la UE porque esto podría degenerar, en un momento dado, en un problema de seguridad alimentaria y porque, además, evidencian la competencia desleal que sufre la citricultura española, que no dispone de las armas para luchar contra las plagas o los problemas de postcosecha que sí usan, en este caso, los citricultores turcos”, señala la presidenta del CGC, Inmaculada Sanfeliu.

Las mandarinas turcas acaparan la mayor parte de las alertas: en 2020 fueron 26 los lotes rechazados por problemas fitosanitarios, y hasta el 29 de enero ya se ha superado esa cantidad (27). Además, las mandarinas y las naranjas fueron incluidas por primera vez en el listado de alimentos de ‘especial vigilancia’ en mayo de 2020 (Reg. De Ejecución 2020/625 de la Comisión). Fue a partir de entonces cuando se estableció que la frecuencia de los controles en frontera –fundamentalmente en Bulgaria, por donde cruzan en camión para acceder a la UE- fuera del 5% de los lotes, un porcentaje inferior al 10% que se impuso a las naranjas, el 40% de a los limones y pomelos turcos o incluso al 50% que se impone a algunos alimentos asociados a países de procedencia considerados de extremo riesgo. El CGC reclama a Dirección General de Sanidad y Protección del Consumidor de la Comisión Europea que eleve “de inmediato” este umbral mínimo de inspección en el caso de las mandarinas hasta el 30% o 40%, o incluso advierta a las autoridades turcas de un posible veto temporal a la importación de la UE hasta que no se acredite que pueden cumplir con la normativa vigente.

El CGC recuerda que Turquía ya fue formalmente cuestionada a este respecto tras ser auditada por inspectores de la CE en una visita oficial realizada en noviembre de 2019 para revisar su nivel de cumplimiento con las condiciones de importación de frutas frescas que impone la UE. En las conclusiones de aquel informe, ya se aludió a las carencias en la gestión profesional de los tratamientos en campo, a los “controles insuficientes en las plantas de envasado y a los exportadores”, a las deficiencias en materia de trazabilidad y a la falta de control en los tratamientos de poscosecha.

Las alertas desatadas durante estos meses confirman las deficiencias en el sistema de control de determinados plaguicidas sujetos a especial vigilancia. Es el caso de sustancias como el clorpirifos y metil-clorpirifos, prohibidos en la UE, o de otras para tratamientos de poscosecha, como el esfenvalerato o el prochloraz, que duplican en muchas de las alertas notificadas los LMR permitidos.

Turquía –con 257.000 toneladas anuales de importación media en la UE en los últimos cinco años- es el tercer país no comunitario del Mediterráneo con mayor presencia en la UE. Sus limones, pomelos, mandarinas y, en menor medida, naranjas ocupan una importante cuota en mercados como el germano.