La primera edición del Foro de BioProtección Vegetal concluyó con un coloquio sobre el futuro del control biológico en España. Un diálogo a cinco en el que participaron Javier Loren, presidente del Consejo General de Colegios de Ingenieros Técnicos Agrícolas de España; Estefanía Hinarejos, directora de IBMA España; Antonio Monserrat, responsable del Equipo de Protección de Cultivos del IMIDA; Alejandro Tena, investigador del Centro de Protección Vegetal y Biotecnología del IVIA; y Telesforo García, Jefe del Servicio de Sanidad Vegetal de la Región de Murcia.

¿Cuál es el futuro de la bioprotección?

Estefanía Hinarejos. “No podemos hablar de futuro de la bioprotección porque es presente. Hemos recorrido un largo camino desde la Directiva de Uso Sostenible. Se suponía que esto iba a ser una oportunidad para poder introducir este tipo de herramientas de bioprotección que disponemos hoy en día, pero estamos en una situación de crisis. No puede ser que nuestra Administración no favorezca estos productos y se esté tardando tanto en poner en el mercado soluciones que ya están disponibles. Desde IBMA, tenemos la esperanza de que a corto plazo van a cambiar algunas cosas: hemos conseguido un diálogo con el DG Santé (Dirección General de Salud y Seguridad Alimentaria de la Comisión Europea) y esperamos que al menos se revisen los requisitos de datos en la evaluación de productos de control biológico, que sean más específicos”.

Antonio Monserrat. “Plagas hay muchas, principales, secundarias, emergentes, y hay muchos métodos de control de plagas. Utilizamos el control biológico en todos aquellos casos en los que es posible. En el Foro hemos visto muchos casos de éxito, pero hay mucha agricultura, muchos cultivos diferentes y muchas plagas, y no es posible en todos los casos. Sin duda, el biocontrol tiene un gran futuro porque se ha mostrado eficaz en muchísimas situaciones y por la aceptación por parte de los mercados y consumidores. Pero hay que poner sentido común en dos aspectos: primero, facilitar al máximo el registro de aquellos productos que evidentemente no tienen ningún riesgo, como feromonas, y hay que hacer una evaluación rigurosa en el resto de productos que sí pueden tener algún riesgo”.

Alejandro Tena. “El control biológico es clave en la mayoría de cultivos, por no decir en todos. En este Foro, hemos visto muchos ejemplos de los beneficios que tiene la bioprotección, no sólo en el control de plagas, sino en la sociedad; un beneficio que los investigadores debemos cuantificar. Cada plaga se comporta de forma diferente en función de la variedad, el pie o la zona, y eso nos marca la complejidad que tiene el control biológico. Son muchas las diferentes soluciones para los diferentes cultivos, y al final seréis vosotros (los técnicos agrícolas), y el tiempo, lo que indicará, en cada caso, cuál de ellas funciona”.

Telesforo García. “Desde el punto de vista de la Administración, es importante remarcar que el registro de microorganismos como productos fitosanitarios conlleva unos requisitos muy exigentes económicamente. Cualquier producto debe cumplir los mismos requisitos que establece la normativa de fitosanitarios y estar previamente registrado en agricultura convencional de acuerdo con el Reglamento (CE) 1107/2009. Por otro lado, la introducción de organismos de control biológico clásico lleva sus riesgos; hay que asegurarse de que no afecta al ecosistema ni a otras especies nativas, que no hay riesgos para la salud humana ni el medioambiente”.

Javier Loren. “La bioprotección es presente y tiene mucho recorrido en el futuro. Son técnicas complejas, y con lo que se avecina del cambio climático, puede ser más complejo todavía. En este sentido, la universidad tiene un papel importante en la formación, como los centros de investigación que trabajan en este ámbito y van recabando conocimiento. El engranaje para transferir ese conocimiento a los agricultores somos, entre otras profesiones, los ingenieros técnicos agrícolas y los agrónomos. La relevancia en este tema queda más que patente solo expresándolo en cifras: de las dos mil ofertas de trabajo para ingenieros técnicos agrícolas que se manejaron en 2018, un tercio estaban relacionados con asesores y gestión de explotación”.

Hay soluciones de bioprotección, pero también lentitud en el registro de esos productos y cada vez menos sustancias autorizadas en la UE para plagas y enfermedades emergentes ¿Cómo se resuelve esa ecuación?

Antonio Monserrat. “Se ha avanzado mucho en el manejo fitosanitario; hemos pasado de un abuso de los productos fitosanitarios a un control exhaustivo, y me da la impresión de que nos estamos pasando de frenada. Hay alternativas viables, muy útiles y convenientes, pero no todo se resuelve con métodos biológicos. No se deben atacar demasiado los productos fitosanitarios porque al final vamos a tener problemas con la sostenibilidad de nuestra agricultura”.

Alejandro Tena. “El uso de insecticidas son necesarios, sobre todo con plagas invasoras que no conocemos y aún no tenemos otra solución. El control biológico lleva un proceso, y hasta que podemos introducir un parasitoide, por ejemplo, tenemos que echar mano del control químico, pero sí que es muy importante que lo usemos solo cuando se sobrepasan los umbrales de tratamiento. Hay que tener siempre en mente no tratar a calendario e ir a los umbrales de tratamiento para evitar problemas de resistencias a los insecticidas”.

Antonio Monserrat. “Para cultivos leñosos, con plagas más estables, tiene sentido hablar de umbrales de tratamiento. Pero en el caso de hortícolas, hay tal cantidad de variables que es imposible fijar un umbral de tratamiento; prefiero hablar de estrategias de manejo fitosanitario. Hay que usar los productos con cabeza, tiene que estar muy justificada su utilización y, a veces, de forma bastante preventiva, tenemos que actuar con productos fitosanitarios si no queremos que se nos complique el problema a partir de determinado momento de los ciclos”.

Estefanía Hinarejos. “Para cada situación, hay una estrategia concreta. Somos complementarios (herramientas de bioprotección y fitosanitarios), una cosa no quita la otra”.

Javier Loren. “Al final, lo que tenemos que hacer es producir alimentos. Con unas estrategias lo menos dañinas para el medioambiente, pero con el objetivo de producir alimentos porque las personas tienen que comer. Y si se nos perdieran las cosechas por, en determinados momentos, no utilizar productos para proteger los cultivos, todavía agravaríamos el problema”.

Telesforo García. “Estos foros deben servir para poner en valor lo que es la agricultura y los medios que tenemos para luchar contra los organismos nocivos, y quitar esos falsos mitos que se crean en la sociedad respecto a la producción de alimentos. La seguridad alimentaria de hoy en día está muy por encima de la que había hace años”.

Alejandro Tena. “Se está abriendo un nuevo mercado, que es el de la agricultura ecológica, que tiene un valor añadido. Es más compleja de llevar que la convencional, pero hay un nicho de mercado ahí y bienvenido sea. En cualquier caso, tampoco hay que demonizar a ningún agricultor”.

Antonio Monserrat. “Muchas veces parece que lo que hacemos en agricultura tradicional, con productos fitosanitarios, representa un riesgo de por sí, y lo que se hace con productos naturales, no. Generalizar me parece peligroso porque hay productos fitosanitarios más inocuos que la sal y hay productos naturales extremadamente tóxicos. Los productos fitosanitarios son elementos clave, y el más conveniente para determinadas situaciones, a pesar de que haya otras alternativas”.