El Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) está llevando a cabo un estudio de aplicaciones de fitosanitarios con drones en unos viñedos de Raimat (Lleida). Este trabajo que se enmarca en el grupo operativo Phytodron, que quiere avanzar en el conocimiento sobre el uso de los drones como una herramienta segura para aplicar estos productos en viña, olivo y en el ámbito agroforestal, además de avanzar en el marco que regula su uso.

La tecnología dron puede ser una buena herramienta para aplicar de forma eficiente los productos fitosanitarios y minimizar sus riegos asociados. Sin embargo, al considerarse un tratamiento aéreo, como las aplicaciones con avionetas o helicópteros, está sometida a una regulación más estricta que las aplicaciones terrestres. Según explica Luis Asín, jefe del programa de Fruticultura del IRTA, “se ha demostrado que los drones son más adecuados que otros medios para aplicar productos químicos en parcelas pequeñas, zonas de difícil acceso para algunos vehículos o terrenos montañosos”. A pesar de ello, reconoce que todavía hace falta “conocer mejor su efectividad a la hora de aplicar los productos fitosanitarios, estudiar los diferentes métodos de aplicación, los efectos del viento y la velocidad del vehículo, así como evaluar la deriva asociada”.

En Phytodron participan centros de investigación (IRTA, Neiker y el INIA-CSIC), empresas (BASF, Syngenta y Corteva Agriscience), universidades (la Universidad de Sevilla y la Politécnica de Madrid), asociaciones de agricultores (DeCoop, Baskegur y la Plataforma Tecnológica del Vino), la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA) y el Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Centro y Canarias y el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo (INSST). Los participantes esperan contribuir con sus resultados a que el dron se convierta en una nueva herramienta de aplicación de los productos fitosanitarios, disminuir la cantidad de solicitudes de tratamientos aéreos de acuerdo con la normativa europea y generar el suficiente conocimiento para que la aplicación de productos fitosanitarios con esta tecnología pase a considerarse un tratamiento terrestre, en lugar de aéreo.  “Eso permitirá que se realicen tratamientos en el momento que haga falta, de forma precisa y en el momento adecuado”, afirma Asín. El grupo operativo se inició hace justo un año y está previsto que finalice en marzo de 2023.