Tras no conseguir culminar el proceso en la anterior legislatura del Parlamento Europeo, el Comité de Representantes Permanentes de los Gobiernos de los Estados miembros de la Unión Europea (COREPER) ha alcanzado un acuerdo que permite avanzar en el proceso regulatorio de la edición genética en plantas (NGT, por sus siglas en inglés).

La Comisión presentó su propuesta para regular las nuevas técnicas genómicas el 5 de julio de 2023. Aunque el Parlamento Europeo adoptó su posición con relativa rapidez en abril de 2024, los debates en el Consejo se han alargado. Finalmente, la presidencia polaca ha retomado las negociaciones basándose en la propuesta española y ha logrado impulsar el proceso hasta alcanzar un acuerdo en el COREPER, que permite avanzar en el trámite legislativo para conseguir un texto final que todavía debe ser aprobado por el Consejo, el Europarlamento y la Comisión, en los denominados trílogos.

Las NGT se erigen en la gran esperanza de la sanidad vegetal ante el incremento de los problemas fitosanitarios y la disminución de las herramientas disponibles. Técnicas de edición genética como la mutagénesis dirigida y la cisgénesis son cruciales para poder desarrollar variedades más resistentes a estreses abióticos, como la sequía o las altas temperaturas, y a las plagas y enfermedades. Necesitan menos fertilizantes y fitosanitarios y pueden garantizar un mayor rendimiento. En la mayoría de los casos, dan lugar a cambios más específicos, precisos y más rápidos que las técnicas convencionales, al tiempo que se obtiene un cultivo que es igual al que podría haberse logrado con técnicas clásicas, como la selección y el cruce de semillas.

La Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove) celebra el acuerdo alcanzado, ya que “conserva en gran medida la esencia de la propuesta de la Comisión, para tratar a las plantas y productos de las NGT convencionales de forma similar a la mejora convencional. Ahora, es esencial que los colegisladores garanticen un marco regulatorio favorable a la innovación y viable para todas las empresas del sector de las semillas y la agroalimentación. Para el sector, sigue siendo una prioridad garantizar la transparencia en materia de derechos de propiedad intelectual y confiamos en que se produzcan debates constructivos para abordar cualquier inquietud pendiente sobre este tema”. Anove cuenta entre sus asociados con más de setenta centros de I+D que “jugarán un papel esencial para aportar soluciones a los problemas específicos de la agricultura mediterránea” si Europa avanza en un “marco regulatorio propicio para impulsar la actividad del sector obtentor”, siguiendo la estela de los más de 25 países que ya permiten la aplicación de las NGT.

El texto final todavía debe ser aprobado por el Consejo, el Europarlamento y la Comisión Europea

El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación intentó sacar adelante la regulación durante la Presidencia española de la UE, en el segundo semestre de 2023. Desde entonces, el ministro Luis Planas siempre ha defendido el papel clave de las NGT para “hacer frente a los efectos del cambio climático en la agricultura”.

En un reciente artículo de opinión publicado en la revista Phytoma, José Miguel Mulet, catedrático de bioquímica y biología molecular de la Universitat Politècnica de València y subdirector del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (IBMCP), lamentaba que “en Europa nos conformamos con ser los líderes de la regulación, de las trabas administrativas y nos quedamos en la autocomplacencia de una supuesta superioridad moral. Nos hemos dormido en los laureles. Seguimos contando con algunos de los mejores científicos y centros de investigación del mundo, pero no podemos aplicar gran parte de los conocimientos que generamos por culpa de unas normativas draconianas que impiden cualquier avance. Esto lo vivimos hace veinte años con el caso de los transgénicos, y ahora corremos el riesgo de repetir el mismo error con el tema del CRISPR, del que todavía estamos esperando una regulación que nos permita utilizarlo”.

Mulet denuncia que “el miedo a la palabra ‘editado’ ha llevado a meter el CRISPR (una de las tecnologías de edición genética) provisionalmente en el mismo saco regulatorio que los transgénicos, y no precisamente para proteger al consumidor, sino para calmar a los activistas y a los partidos políticos que los respaldan”.

Existen numerosos ejemplos de mutagénesis dirigida basada en CRISPR, como los ensayos para la resistencia al mildiu de la patata, que podría generar una reducción del 80% en el uso de fungicidas en producciones de control integrado, y un ahorro medio de costes de entre el 3% y el 6% del valor del cultivo por hectárea. Las NGT se están aplicando para editar y modificar genes de susceptibilidad y evitar así el inicio o progresión de la infección de fitopatógenos. Utilizando estos genes como diana, se han obtenido resistencias frente a infecciones por Phytophthora capsiciBlumeria graminisBotrytis cinereaMagnaporthe oryzae en cultivos como tomate, trigo o arroz. En el caso de las bacterias, se han obtenido plantas de arroz resistentes a varias bacterias del género Xanthomonas o frente a X. citri en pomelo o naranjo dulce.

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