Fields4ever, una iniciativa global dirigida a la conservación y monitoreo de la salud del suelo, ha conseguido impulsar en su primera fase ochenta proyectos de investigación en 25 países, en los que se están analizando cerca de 6000 muestras de suelo.

Detrás de Fields4ever está Biome Makers, empresa de origen español ubicada en Sacramento (California, Estados Unidos) especializada en la identificación y comprensión del microbioma del suelo a través de tecnologías de ADN y computación, que ha puesto a disposición de los investigadores su tecnología BeCrop., que permite a los agricultores evaluar el microbioma del suelo, el bioindicador más potente y natural de la bioactividad y funcionalidad del suelo. “Queremos que todo el mundo sea consciente de que el suelo es un organismo vivo a través de todas las formas de vida que lo pueblan. En el suelo tenemos el mayor reservorio de especies microbiológicas que nos protegen. Necesitamos suelos vivos y activos”, explica a Phytoma Adrián Ferrero, confundidor y CEO de Biome Makers.

Entre los temas que se están investigando en los ochenta proyectos, destacan las diferencias de cosechas en suelos de similares condiciones, la monitorización del impacto del uso de productos bioactivos en el suelo, el análisis del riesgo de enfermedades con una gestión más respetuosa del suelo, la diferenciación del sueloentre regiones y el impulso de la bioactividad del suelo, incluyendo el secuestro de carbono, entre otros.

Entre las empresas e instituciones que se han sumado a fields4ever para contribuir con sus análisis a generar un conocimiento detallado de la salud del suelo, se encuentran Agroescope, el Centro de Investigación para la Excelencia Agrícola de Suiza, The Alliance of Bioversity International and CIAT, que desarrolla ensayos a largo plazo de tratamientos seleccionados en Kenya, Etiopía y Vietnam; la Asociación Italiana de Agricultura Biológica, AIAB, que investiga el aumento de la resiliencia en parcelas orgánicas y biodinámicas y la reducción del uso de fitosanitarios en olivo, verduras, soja y viñedos; y multinacionales como Danone y Corteva.

Los proyectos en marcha están desarrollando investigaciones aplicadas a más de una docena de cultivos diferentes, como soja, cereales, cultivos hortícola, olivo, café y vid. Están relacionados con la funcionalidad y la bioactividad del suelo, tanto en sistemas de cultivo tradicionales como orgánicos. Algunos buscan identificar parámetros que permitan optimizar el uso de determinados insumos, especialmente en determinados tipos de cultivos que necesitan una fertilización muy ajustada o requieren un alto coste de fertilización. Además, se están desarrollando pruebas relacionadas con la salud del suelo en agricultura urbana o el impacto y efectividad de los productos microbiológicos (inoculaciones bacterianas) en la biodiversidad de la microbioma.

El maíz y soja son dos de los tipos de cultivos más extendidos en el mundo, tanto para alimentación humana como animal. Dada la gran escala de estos cultivos, cualquier optimización o reducción en el uso de estos componentes tiene un potencial de impacto global, no solo en la salud de esos terrenos de cultivo, sino en la reducción de costes por el uso de esos insumos.

La vid, el olivo, el cacao o el café son cultivos destinados a producir materia prima para productos de alto valor. Afinar las prácticas agrarias, a través del conocimiento del microbioma del suelo es una las estrategias clave para lograr un producto final capaz de diferenciarse de otros competidores, y generar así un mayor margen de beneficio en los cultivos de alto valor.

Por su parte, estudiar la degradación del suelo hortícola y analizar el impacto de los fitosanitarios y fertilizantes sintéticos, para ver su efecto en el microbioma y buscar alternativas para su reducción, son algunos de los tipos de pruebas en desarrollo en el ámbito de los cultivos hortícolas.