La Asociación Española de Agricultura de Conservación Suelos Vivos (AEACSV) ha aprovechado la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente para recordar que la degradación del suelo “sigue siendo uno de los problemas ambientales más graves que sufrimos en nuestros días” y reivindicar la agricultura de conservación como una solución necesaria para lograr la sostenibilidad y rentabilidad agraria.

 

Según la Comisión Europea, la desertificación, la degradación de la tierra y las sequías afectan a más de 1.500 millones de personas en más de 110 países, el 90% de las cuales viven en países no desarrollados. De acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la degradación del suelo provoca una pérdida anual de hasta 50.000 km2, por culpa, principalmente, de la erosión. El ritmo de pérdida de suelo que provoca la erosión es del todo insostenible, ya que la regeneración por medios naturales del suelo es unas veinte veces menor al ritmo anual de pérdida.

La degradación del suelo amenaza también a la biodiversidad, ya que contiene alrededor del 30% de todos los organismos vivos del planeta y la mayoría de los procesos del ecosistema terrestres que sustentan la vida en el planeta son impulsados por la biología del suelo. Según la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria (IPPC, por sus siglas en inglés), las regiones agrícolas mediterráneas se verán especialmente impactadas por el incremento de temperaturas y la disminución de lluvias provocados por el cambio climático, lo que supondrá un riesgo para la superficie de suelo apta para cultivo, debido a las consecuencias que estos fenómenos conllevan en el incremento de la erosión y en la pérdida de calidad del suelo.

AEACSV recuerda que el objetivo de la agricultura de conservación es lograr una agricultura sostenible para el medio ambiente y rentable, dirigida a mejorar la vida de los agricultores mediante la aplicación de tres principios básicos: una perturbación mínima del suelo, la cobertura permanente del suelo y la rotación de cultivos. Este sistema sostenible “ofrece un potencial enorme para toda clase de tamaño de fincas y sistemas agro-ecológicos, haciendo un uso eficiente de los recursos naturales, ahorrando y haciendo un uso eficiente de insumos y combustibles fósiles. La adopción de prácticas agrícolas como la agricultura de conservación, alternativa al laboreo intensivo del suelo, ha contribuido a un mayor control de la erosión del suelo, a un aumento de la materia orgánica y a una disminución de las emisiones de CO2”, destaca la asociación en un comunicado.

Un estudio de la AEACSV sobre fijación de carbono en la agricultura revela que, en términos de CO2, la cantidad almacenada por la superficie manejada mediante técnicas de agricultura de conservación en España es de más de 9 millones de toneladas de CO2 al año, con un potencial de fijación cercano a los 53 millones de toneladas de CO2. “Proyectos europeos como el LIFE+ Agricarbon, LIFE+ Climagri y LIFE Agromitiga, cofinanciados por la Comisión Europea, están poniendo de manifiesto el enorme potencial que la agricultura de conservación tiene para nuestro país. Más de 2 millones de hectáreas en cultivos anuales y cultivos leñosos se cultivan en este sistema sostenible”, informa la AEACSV.