El director general de la FAO, Qu Dongyu, los comisarios de Agricultura y Medio Ambiente de la UE, el presidente del Comagri del Parlamento de la UE, el Gobierno suizo y las organizaciones internacionales para el desarrollo participaron en la inauguración del 8º Congreso Mundial de Agricultura de Conservación (8WCCA), que se celebra en Suiza.

En la sesión inaugural, Gottlieb Basch, presidente de la Federación Europea de Agricultura de Conservación (ECAF), expresó el “abrumador interés y la participación de las instituciones internacionales en el 8WCCA”, que vuelve a Europa después de veinte años, tras el primer congreso, celebrado en España en 2001. La ECAF está formada por diecinueve asociaciones nacionales de agricultores que promueven desde 1999 las mejores prácticas de gestión del suelo con la Agricultura de Conservación (AC).

El Director General de la FAO, Qu Dongyu, expresó que “producir más con menos requiere que seamos verdaderamente innovadores y conscientes del medio ambiente”. De hecho, la FAO está apoyando a sus Estados miembros para lograr este delicado equilibrio basado en las condiciones y prioridades locales y “esto incluye la AC, integrada con otras buenas prácticas agronómicas, para prevenir la erosión del suelo, y promover la biodiversidad, las interacciones biológicas y la gestión eficiente de los recursos naturales”.

“El uso de métodos de AC nos acercará a nuestros objetivos de sostenibilidad”, aseguró  Janusz Wojciechowski, comisario de Agricultura de la UE. La neutralidad climática está en el centro de las políticas de la UE. Virginijus Sinkevičius, comisario de Agricultura y Medio Ambiente, destacó la necesidad de una estrategia para los suelos en la UE. Ambos responsables vincularon los principios de la AC a la salud del suelo dentro del ambicioso Pacto Verde Europeo y los elementos clave de la nueva Política Agrícola Común, las estrategias ‘De la Granja a la Mesa’ y la Biodiversidad. El presidente de la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural del Parlamento Europeo, Norbert Lins, subrayó que “es necesaria una agricultura sostenible más sólida, y tenemos que apoyar a nuestros agricultores”.

En el Congreso, se pone de manifiesto que la AC es uno el sistema de manejo climáticamente más inteligente, de mayor sentido común y con mayores beneficios económicos. La inversión es esencial para hacer frente a los retos alimentarios y medioambientales en los países en desarrollo, ya que es clave para garantizar la sostenibilidad y la productividad. Se destacó que la adaptación de la AC a las necesidades de los pequeños agricultores y al papel de las mujeres son cuestiones cruciales para su adopción generalizada. Los inicios en la práctica y las principales limitaciones deben ser objeto de incentivos que han resultado eficaces para el periodo de transición.

El cambio climático es otra de las cuestiones abordadas en la 8WCCA. Abdalah Mokssit, secretario de la IPPC (Convención Internacional de Protección Fitosanitaria), declaró que “las políticas actuales no son suficientes para controlar el calentamiento global, que podría llevar a un aumento de 3 grados”. El crecimiento de la población y los cambios en la demanda son cada vez mayores, mientras que los fenómenos climáticos extremos han aumentado en los últimos años, las tierras áridas son más vulnerables, la degradación del suelo está reduciendo la productividad y liberando más carbono a la atmósfera. Una amenaza real es que el cambio climático aumenta aún más el hambre.

Martin Kropff, del CIMMYT (Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo), afirmó que “la agricultura no puede pasar factura al medio ambiente”. A diferencia de la agricultura basada en el laboreo, la AC hace que los sistemas de cultivo sean más resistentes al estrés climático, reduciendo los efectos negativos sobre el rendimiento.

El rendimiento de la AC en condiciones difíciles es extraordinario. Las experiencias en condiciones de sequía han demostrado que los rendimientos pueden duplicar los de la agricultura convencional, llegando a multiplicar por cuatro el rendimiento del trigo. Además, reduce la erosión, aumenta la materia orgánica del suelo, reduce el coste de producción y, al final, aumenta los ingresos de los agricultores.