Un equipo del Departamento de Agronomía de la UCO ha demostrado, con ensayos de campo realizados durante ocho campañas agrícolas, que pulverizar el fertilizante sobre las plantas aumenta más la concentración de zinc en trigo. Alimentar la planta, y no el suelo, se presenta así como una estrategia para afrontar a corto plazo el problema del déficit de zinc en suelos calcáreos.

Las deficiencias de micronutrientes afectan a un tercio de la población mundial, sobre todo en áreas rurales de países en vías de desarrollo, donde la dieta se reduce a la ingesta de productos vegetales cultivados sobre suelos con baja disponibilidad en nutrientes. En la búsqueda de soluciones, la Unidad de Edafología de la Unidad de Excelencia María de Maeztu – Departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba (DAUCO), encabezado por el investigador Antonio R. Sánchez Rodríguez, ha buscado durante ocho años la mejor estrategia de biofortificación (aumentar la concentración de minerales o vitaminas en los cultivos) con zinc para trigo cultivado en suelos calcáreos en el sur de España.

Entre 2012 y 2019, este equipo probó distintos métodos para biofortificar el trigo en once ensayos en campo establecidos en suelos con déficit de zinc. Se evaluó, por un lado, el efecto de aplicar distintas dosis de fertilizante al suelo (hasta 10 kg por hectárea) y, por otro, los resultados de aplicar diversas dosis de zinc mediante pulverizaciones a la planta en varios estados fenológicos del trigo.

Mientras que la aplicación en suelo resultó ser poco efectiva, la aplicación foliar se reveló como una estrategia muy eficiente para aumentar el contenido de zinc en la planta, ya que incrementó la concentración en grano hasta un 50%. Resultó mucho más efectiva la aplicación foliar, porque con una décima parte del producto (1,28 kg por hectárea) se obtuvieron mejores resultados que con la aplicación al suelo. Teniendo en cuenta la variedad del trigo, esta aplicación directa a la planta fue más efectiva cuando se aplicó tras el inicio del encañado o en floración.

Esta solución “es muy interesante para lugares donde no hay otra fuente de entrada de zinc en la dieta, aunque implicaría añadir una labor de campo más en el cultivo de trigo o combinarla con la aplicación de otros tratamientos fitosanitarios”, explica Sánchez. Si en algún momento se pagase al trigo por su contenido nutricional, el agricultor podría ver aumentado así su beneficio económico.

En este trabajo, publicado en la revista Plant and Soil, el equipo de la Unidad de Edafología también buscó un indicador de suelo que ayudase a predecir la respuesta del rendimiento del trigo duro a la fertilización con zinc. Sin embargo, en condiciones de campo es muy difícil obtener este parámetro ya que es muy dependiente de factores como la precipitación y harían falta muchos más años de estudio.