La Comisión Europea no va a renovar las autorizaciones de los insecticidas clorpirifós y metil clorpirifós al no cumplir los criterios de aprobación para la salud humana establecidos en la legislación de la UE. Ambas sustancias son ampliamente utilizadas para controlar decenas de plagas en una amplia variedad de cultivos.

El pasado 6 de diciembre, en la reunión del Comité Permanente de Plantas, Animales, Alimentos y Piensos, los Estados miembros votaron a favor de no renovar ambas aprobaciones. Una vez que la Comisión Europea haya adoptado formalmente el Reglamento, previsto para enero de 2020, los Estados miembros deberán retirar todas las autorizaciones de productos fitosanitarios que contengan dichas sustancias activas, aunque los países comunitarios pueden otorgar un período de gracia máximos de tres meses para el almacenamiento final, eliminación y uso. Después de eso, estos productos fitosanitarios no podrán comercializarse ni utilizarse dentro de la Unión Europea.

En abril de 2019, los expertos de la EFSA y los Estados miembros se reunieron para discutir la evaluación de la salud humana de ambas sustancias activas, concluyendo que existen riesgos para la salud humana por su posible genotoxicidad y neurotoxicidad. El 2 de agosto, la EFSA publicó declaraciones para ambas sustancias, confirmando que se habían identificado riesgos y que los niveles seguros de exposición no podían determinarse en función de los datos disponibles. La EFSA concluyó que no se cumplen los criterios de aprobación establecidos en la legislación comunitaria. El 26 de noviembre, tras una segunda reunión de expertos, la EFSA publicó su declaración actualizada sobre metil clorpirifós, que confirmó los hallazgos anteriores.

Ambas sustancias son organofosforados no sistémicos con actividad insecticida por ingestión, inhalación y contacto, con gran efecto de choque. Entre las numerosas plagas que controla, destacan Tuta absoluta, Spodoptera frugiperda, Planococcus citri, Curculio nucum, Leptinotarsa decemlineata, Helicoverpa armigera, Lobesia botrana, Prays oleae, Myzus persicae y Spodoptera littoralis, entre otros muchos coleópteros e insectos. El metil clorpirifós, además, también se usa para tratar granos de cereales almacenados y depósitos vacíos.