La eliminación de los frutos afectados y la aplicación de tratamientos durante la época de apareamientos y puestas se han revelado como las estrategias preventivas más eficaces y rentables para bajar las poblaciones de la avispilla del almendro, una plaga que se ha convertido en un problema para las plantaciones de este cultivo en la cuenca mediterránea, sobre todo de producción ecológica.

Cuando en 2018 se declaró la plaga en la Región de Murcia, la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente estableció unas medidas fitosanitarias de obligado cumplimiento y encargó al Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (IMIDA), en colaboración con el Servicio de Sanidad Vegetal autonómico, que desarrollara un proyecto de investigación para conocer el comportamiento de Eurytoma amygdali en el sureste español y buscar estrategias de control eficaces y sostenibles, tanto en plantaciones convencionales como ecológicas, dada la creciente importancia que este sistema de producción está adquiriendo en la comunidad autónoma, con unas 29.000 hectáreas de cultivo.

Eurytoma, siendo una plaga muy peligrosa plaga, puede ser razonablemente bien controlada”, aseguró Antonio Monserrat, del Equipo de Protección de Cultivos del centro de investigación murciano, en un Phytoma Meet dedicado a esta problema. Limpiar las cosechadoras en la misma parcela, una vez utilizadas, y recolectar y destruir los frutos afectados son las claves para reducir la plaga, especialmente en cultivo ecológico, donde los tratamientos fitosanitarios no están resultando eficaces. “Cada fruto que queda en la parcela puede suponer que se colonicen cuarenta o cincuenta frutos en la siguiente campaña”, asegura el investigador del IMIDA. De una campaña a la siguiente, la plaga se mantiene en los frutos momificados (‘borregos’), adheridos fuertemente al árbol. Un pequeño porcentaje de individuos (2-3%) se mantiene en diapausa más de un año, lo que permite que la plaga sobreviva en condiciones desfavorables.

Las medidas preventivas en Murcia han evitado que la avispilla se extienda más allá de las plantaciones inicialmente afectadas (Yecla y Jumilla) y tenga menor incidencia en ellas, a excepción de algún foco aislado en la zona de Cieza. “No es suficiente con enterrar las almendras afectadas, como han hecho algunos agricultores, porque la plaga sigue ahí y a la primavera siguiente se producirá la salida de adultos y dispersión de la plaga en la zona”, añade Antonio Soler, responsable de frutales del Servicio de Sanidad Vegetal de la Región de Murcia. Tampoco pueden utilizarse para alimento del ganado o como combustible de estufas.

Las fincas abandonadas suponen otro gran problema porque contribuyen a la dispersión de la plaga. En 2019, Murcia contabilizó unas 65 parcelas abandonadas, a cuyos propietarios se les abrió expediente. Este problema también se ha producido en la Comunidad Valenciana, donde la plaga ya está presente en once comarcas de las tres provincias.

El IMIDA ha estudiado las herramientas de control químico para determinar el momento óptimo de intervención, la eficacia potencial de los insecticidas disponibles, tanto los registrados para Eurytoma amygdali (lambda cihalotrin y spirotetramat), como sin uso registrado sobre esta plaga (piretrinas naturales 4% y otros piretroides) y otros sin registro en almendro (adiractina, caolin y ciantraniliprol), así como el número de intervenciones necesarias y sus cadencias. Los ensayos han revelado que los tratamientos con fitosanitarios registrados pueden llegar a superar el 95% de eficacia. Una vez comenzada la emergencia de adultos, los tratamientos más tempranos resultan mucho más eficaces que retrasarlos a fases más avanzadas. Además, “aunque puede depender de la evolución de las emergencias cada año, una sola aplicación, bien posicionada, puede proporcionar un buen control de la plaga”, señala Monserrat.

Por el contrario, los tratamientos con fitosanitarios de origen natural han mostrado controles muy bajos (30-40%), por lo que el IMIDA plantea trabajar con más aplicaciones y menos cadencias, o con la adición de algunos aceites naturales para proteger estos productos que se degradan excesivamente rápido.

Ni el control tecnológico, con feromonas sexuales y trampas con atrayentes alimenticios, ni el control biológico, a corto plazo, están siendo eficaces en esta plaga. “Es difícil que en una plaga que se desarrolla en el interior de un fruto tan duro, accedan los insectos auxiliares. Además, la fase que se desarrolla en el exterior es extremadamente corta y con temperaturas relativamente bajas, con lo que el nivel de depredadores es muy bajo”, reconoce Monserrat.

Ante la falta de herramientas de control para las plantaciones ecológicas, la Dirección General de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Generalitat Valenciana ha solicitado al ministerio la ampliación de registro para un insecticida natural a base de piretrinas autorizado en almendro para el control de pulgones (Myzus persicae). La intención es que pueda aplicarse en el primer vuelo de la avispilla, en marzo.

El IMIDA también ha estudiado la existencia de diferencias varietales respecto a la plaga, con prospecciones en plantaciones comerciales con diferentes variedades (guara, marcona, atocha, garrigues, entre otras), y plantaciones con colecciones de hasta diez variedades. “Aunque hay ciertas diferencias, que se deben más a la fenología de los frutos en el momento en que salen los adultos que a la variedad en sí, todas las variedades estudiadas son sensibles a la plaga”, admite Monserrat.