El trabajo coordinado de diez países para evitar la propagación de la plaga de langostas del desierto (Schistocerca gregaria), considerada la epidemia migratoria más destructiva del mundo, ha conseguido salvar 720.000 toneladas de cereales, suficientes para alimentar a cinco millones de personas durante un año. Sin embargo, una segunda oleada de langostas, coincidiendo con la recolección de las cosechas, podría complicar mucho la situación en el este de África.

Los países involucrados en esta lucha coordinada contra la plaga son Yibuti, Eritrea, Etiopía, Kenia, Somalia, Sudán del Sur, Sudán, Tanzania, Uganda y Yemen. Aunque los gobiernos nacionales lideran las actividades de control y vigilancia de la plaga, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) presta “un apoyo fundamental en forma de plaguicidas, bioplaguicidas, equipos, aviones y capacitación”, según explicó su director general, Qu Dongyu, durante la presentación del informe sobre los progresos realizados contra la plaga. Durante los cinco primeros meses del año se han tratado más de 365.000 hectáreas en los diez países.

El organismo de la ONU ha alertado de que la actual temporada de lluvias crea las condiciones favorables para que se reproduzcan las langostas. “Si bien las franjas de tierra tratadas están ahora relativamente libres de esta voraz plaga, la primera oleada de enjambres se ha reproducido y en junio una segunda oleada de insectos pasará de la etapa inmadura a la de adultos jóvenes, alzando el vuelo en un momento crítico en que muchos agricultores de África oriental se preparan para la recolección de sus cosechas”, advirtió Qu Dongyu. La FAO va a incluir en la revisión del plan de respuesta contra la plaga a Irán y Pakistán, países también afectados, y quiere ampliar las actividades de preparación en la región del Sahel.

Un enjambre normal puede contener hasta 150 millones de langostas, capaces de consumir una proporción equivalente a los cultivos para alimentar a 35.000 personas. Las nubes de langostas se desplazan rápidamente, cubriendo entre 100 y 150 km al día, complicando las medidas de control.

Imagen: ONU.