En pleno inicio de la temporada de la castaña, los productores de la provincia de Malaga, principalmente concentrados en el Valle del Genal y la Sierra de las Nieves, han confirmado una drástica reducción en la cosecha de este año, a causa de una combinación de factores adversos, entre los que destacan la falta de agua, la avispilla del castaño (Dryocosmus kuriphilus) y la tinta (Phytophthora cinnamomi), un hongo que está afectando gravemente esta zona.
La avispilla sigue extendiéndose a pesar de los esfuerzos de control biológico llevados a cabo en los últimos años. A esto se le suma la tinta del castaño, un hongo que ataca las raíces de los árboles y limita la capacidad de absorción de nutrientes, y la seca, que debilita y finalmente mata a los castaños afectados. “Esta enfermedad tiene muy preocupados a los castañeros, ya que ven cómo partes de sus explotaciones empiezan a secarse hasta la muerte de los árboles”, denuncia ASAJA Málaga.
Estos problemas se ven agravados por la escasez de agua a principios de otoño, crucial para el correcto desarrollo del fruto. Este escenario de disminución de la producción genera preocupación en el sector, que enfrenta no solo un impacto económico, sino también un obstáculo para el mantenimiento de la tradición en estas importantes regiones productoras. “Son muchos los productores que están abandonando el cultivo, al ser más costoso el mantenimiento y puesta a punto que los rendimientos que reportan. A pesar de estas dificultades, los agricultores del Valle del Genal y la Sierra de las Nieves continúan trabajando para sacar adelante la campaña y garantizar la máxima calidad del fruto que logren recolectar”, asegura la organización agraria malagueña, que recuerda que la falta de rentabilidad del producto también tiene consecuencias socioeconómicas, como la despoblación del territorio, principalmente en el Valle del Genal, “donde la falta de población suficiente y de mano de obra cualificada para las operaciones de poda, desbroce y recolección del fruto es alarmante”. En municipios como Genalguacil, por ejemplo, en torno al 80% de los castaños necesitan una poda severa debido a que están secos, un proceso que se ha vuelto imprescindible para intentar salvar lo que queda de los árboles afectados.
En el último balance agrario de ASAJA Málaga (diciembre de 2023), la provincia contaba con 3.900 hectáreas de castaños con una producción de solo 400 toneladas, en comparación con las 1.500 toneladas del año anterior. De seguir esta tendencia, el cultivo del castaño podría tener una esperanza de vida de apenas décadas en la provincia. La organización agraria hace “un llamamiento urgente a las autoridades competentes para que se refuercen las medidas contra las enfermedades y la plaga que están devastando los castaños. La supervivencia de estos árboles es vital para la sostenibilidad de la producción de castañas y el futuro económico de estas comarcas”.