El simposio internacional València BC, celebrado esta semana en la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, ha reunido a destacados expertos en gestión de plagas y enfermedades para presentar los principales avances en bioprotección vegetal y compartir experiencias en la búsqueda de métodos alternativos de control.

Los principales protagonistas del control biológico de plagas son los enemigos naturales, depredadores y parasitoides capaces de mantener a raya a muchos artrópodos dañinos para los cultivos. Sobre estos aliados habló César Rodríguez-Saona, profesor de entomología en la Universidad de Rutgers (Estados Unidos) y experto en el desarrollo de prácticas sostenibles para la gestión integrada de plagas, que ha estudiado cómo la emisión mediante difusores de compuestos volátiles que inducen la respuesta de las plantas frente al ataque de herbívoros (HIPV, por sus siglas en inglés) pueden atraer enemigos naturales y reducir las poblaciones de las plagas. Tal es el caso del salicilato de metilo (MeSA), que se ha demostrado capaz de atraer a 91 especies distintas de fauna axiliar (69 depredadores y 22 parasitoides). Un estudio ha demostrado que este HIPV es más eficaz si va acompañado de “plantas de recompensa” como el cilandro, que ofrezcan alimentación suplementaria a los depredadores. “Es muy importante mantener la diversidad de plantas para mantener la diversidad de enemigos naturales”, subrayó.

En la misma línea, César Monzó, del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias, entidad organizadora de este simposio junto a la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica de la Comunidad Valenciana, se centró en la optimización de la biodiversidad funcional en la protección de cultivos. El investigador, que lleva años trabajando en el diseño de cubiertas vegetales para mejorar el control biológico por conservación en cítricos, explicó que lo que ocurre “en un agroecosistema es mucho más complejo que la relación entre planta y plaga, y podemos hacer que juegue a nuestro favor”. Monzó advirtió, sin embargo, que “un incremento de la biodiversidad no tiene por qué mejorar per se el control biológico”.

Otra vía para mejorar el control biológico es aumentar la eficacia de los enemigos naturales. Pablo Bielza, catedrático de la Universidad Politécnica de Cartagena, ha conseguido obtener mediante la selección genética razas mejoradas de Orius laevigatus, conocido devorador de trips y moscas blancas, más resistentes a insecticidas, lo que facilita el control biológico en cultivos donde se requieren tratamientos con fitosanitarios contra plagas secundarias, más longevos y mejor adaptados a las temperaturas extremas. “La mejora genética es la herramienta más poderosa para el progreso de la agricultura y el mejor aliado del pacto verde europeo”, aseguró Bielza.

Junto al desarrollo de los llamados agentes de control biológico, hay otras herramientas disponibles para el biocontrol, como los insecticidas microbianos. Sin embargo, Primitivo Caballero, catedrático de la Universidad Pública de Navarra y fundador de la spin-off Bioinsectis, conoce bien las dificultades de sacar al mercado este tipo de productos en la Unión Europea, donde su registro precisa de tres a cinco años y un coste un millón de euros aproximadamente, mientras que en EE UU se puede obtener en dos años y con un coste de entre 250.000 y medio millón de euros. Caballero lamentó, en concreto, la dificultad normativa de sacar adelante un baculovirus, que “no son sospechosos de producir metabolitos secundarios”.

Filitsa Karamouna, responsable del grupo de investigación Eficacia de Insecticidas del Benaki Phytopathological Institute de Grecia, expuso el estado actual de los bioplaguicidas en la UE y admitió la necesidad de simplificar el proceso de registro para poder comercializarlos, en comparación con otros países donde su producción y uso están experimentando un rápido crecimiento.

Junto a las tradicionales herramientas de control biológico, cada vez gana más peso métodos biotecnológicos como el uso de semioquímicos para atraer a los insectos en técnicas como la captura masiva o la confusión sexual. Sandra Vacas, del Instituto Agroforestal Mediterráneo de la Universitat Politècnicas de València, explicó todas las posibilidades que ofrecen en el control de plagas y las diferencias entre las distintas estrategias.

Aunque el control biológico está asociado principalmente a las plagas, también existen alternativas más sostenibles para el control de enfermedades. Blanca Landa, del Instituto de Agricultura Sostenible del CSIC, investiga cómo explotar el microbioma que habita en el xylema de la planta y en el suelo para combatir patógenos como la verticilosis del olivo o la bacteria Xylella fastidiosa.  El microbiólogo Jesús García, de la Universidad de Alicante, trabaja en el desarrollo de estrategias basadas en endolisinas, enzimas producidas por los virus bacteriófagos que permiten a estos virus romper las membranas de las bacterias.

El grupo de patología vegetal del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura trabaja en el control de virus de plantas hortícolas mediante la obtención de resistencias genéticas y el estudio de la protección cruzada, que se produce cuando una infección con un virus leve previene los efectos nocivos de una posterior infección por un virus grave relacionado. “La resistencia genética es el principal mecanismo de defensa de la planta frente a los virus”, afirmó Pedro Gómez, científico del CEBAS-CSIC.

Esta resistencia del sistema inmune de las plantas puede ser inducida, como demostró Víctor Flors, profesor del Departamento de Biología, Bioquímica y Ciencias Naturales de la Universitat Jaume I de Castellón. Su laboratorio lleva años trabajando en el priming: el desarrollo de sustancias que activan el sistema inmune de las plantas para reaccionar de una forma más rápida y eficaz ante determinados factores de estrés, como el ataque de herbívoros.

La selección de material vegetal tolerante o resistente a enfermedades es otro camino que está explorando el IVIA. María Ángeles Forner, investigadora del Centro de Citricultura y Producción Vegetal, trabaja para identificar la presencia de péptidos antimicrobianos tolerantes al HLB, secuenciarlos y cuantificar su acción bactericida en la colección de patrones del instituto valenciano: poblaciones de híbridos, Microcitrus, colección de patrones y especies del banco de germoplasma.

En un contexto en el que el 46% de los fitosanitarios que se consumen en Europa son fungicidas, y España es el mayor consumidor, con el 25% del total, Antonio Vicent, coordinador del Centro de Protección Vegetal y Biotecnología del IVIA, advirtió de que no se conseguirán cumplir los objetivos de reducción en el uso de plaguicidas solo con la disminución de los tratamientos insecticidas. Para lograrlo, las herramientas digitales pueden ser una baza fundamental. Por ejemplo, los sistemas de ayuda en la toma de decisiones (DSS, por sus siglas en inglés) pueden reducir a la mitad el número de aplicaciones fungicidas y mantener el mismo nivel de eficacia en el control de las enfermedades que las estrategias habituales a calendario, según un estudio realizado por el centro valenciano y el Instituto Nacional de la Investigación Agronómica de Francia (INRAE).  Basados en modelos predictivos y umbrales de intervención, los DSS permiten a los agricultores programar las aplicaciones necesarias y en los momentos precisos, en función del riesgo de enfermedad calculado, según explicó Vicent en València BC.

El simposio lo cerró Neil McRoberts, profesor de patología vegetal en la Universidad de California, uno de los mayores especialistas mundiales en epidemiología, que se centró en la vertiente social de la gestión de plagas y enfermedades. El investigador escocés, que ha participado activamente en el programa de control del HLB en California, apeló a las acciones coordinadas y a los acuerdos entre todas las partes implicadas. Muchas de las lecciones aprendidas en la exitosa gestión de esta enfermedad pueden ser aplicadas en la transición europea a sistemas de producción que dependan menos de los plaguicidas.