La sanidad del semillero hortícola compromete en primer lugar la productividad del mismo y posteriormente el adecuado desarrollo de los cultivos tras el trasplante.

Respecto al primer punto, debemos tener en cuenta que durante la germinación, la emergencia y el desarrollo inicial, las plántulas son especialmente susceptibles a la infección de patógenos, y ello se debe básicamente a los exudados liberados durante la germinación de las semillas que proveen al patógenos edáfico de una base nutritiva que facilita la patogénesis, y a que los tejidos jóvenes tienen una escasa constitutiva a las enfermedades.
Además, la alta densidad de plántulas y las condiciones ambientales del semillero, hace posible una elevadas incidencias de enfermedades.

Las medidas preventivas, son para muchas enfermedades la única actuación posible, como es el caso de las virosis. Así, el sustrato de cultivo, la semilla y el agua de riego han de estar exentos de fitopatógenos, en tanto que las bandejas, instalaciones y herramientas deben haber sido desinfectados adecuadamente.

Los costes unitarios adicionales por adoptar estas medidas de control sanitario en los semilleros son en realidad insignificantes.

 Enfermedades de los semilleros.

En general se conocen como enfermedades de semilleros a distintas patologías que tienen como característica común el presentarse en los primeros estados del desarrollo de la planta ocasionando la muerte o caída de las plántulas o dando lugar a plantas de escaso desarrollo y nulo valor comercial. Se distinguen los siguientes síntomas o complejos sintomáticos asociados a las mismas.

- Podredumbre de semilla y muerte de plántulas en preemergencia. Se trata de marras de nascencia, que también puede tener otras causas (fisiológicas, ambientales o genéticas ), por lo que su diagnóstico requiere el aislamiento del fitopatógeno de la semilla podrida o de los tejidos necrosados de la incipiente plántula.
- Caída de plántulas en postemergencia. El primer síntoma es una necrosis más o menos restringida de raíz y/o hipocotilo, acompañada de marchitamiento de la parte aérea. La plántula cae sobre el sustrato y la necrosis termina extendiéndose por toda la plántula.
- Lesiones subletales. En estas plántulas la evolución de los síntomas anteriores se detiene en necrosis restringidas al córtex radical o al hipocotilo que generan plántulas de menor desarrollo que las sanas. Estas infecciones pueden evolucionar posteriormente y, en todo caso, se trata de plántulas más propensas a posteriores problemas patológicos y más vulnerables frente a condiciones ambientales estresantes.

 

ENFERMEDADES FUNGICAS 

Las principales enfermedades producidas por hongos son las siguientes:

- Pythium spp.- Las plántulas jóvenes afectadas presentan un estrangulamiento del hipocotilo que progresa desde el cuello, doblándose la plántula y quedando tumbada sin perder el color verde, mientras que, al principio, no se detecta ninguna alteración o podredumbre en el sistema radicular.


- Rhizoctonia solani.- Las plántulas jóvenes afectadas por este hongo, en lugar de estrangulamiento como en el caso de afecciones por Pythium, presentan un chancro a nivel del cuello, de color marrón-rojizo que también las hace caer sobre el sustrato.


- Phytophthora spp.- Provoca en las plántulas podredumbres en raíz y cuello de color pardo, a veces con un leve adelgazamiento localizado del cuello.

- Fusarium oxysporum. Esta enfermedad produce estrías necróticas en los tallos que alcanza a veces longitudes superiores a 1 mm, amarillamiento de las hojas basales y marchitez y muerte de las plantas. Al realizar un corte transversal a los tallos se aprecia una coloración de una parte o de todo el sistema vascular. Sobre las estrías se observa frecuentemente un moho de color rosa a naranja.

 

CONTROL

La introducción de estos patógenos en el semillero puede tener múltiples orígenes: sustrato de cultivo, contenedor reutilizado, estructuras, semilla, agua de riego, diseminados por el viento, personal, herramientas, a partir del suelo contaminado, de otros cultivos enfermos, malas hierbas infectadas o restos infectados de cultivos anteriores.

Las incidencias más altas suelen coincidir con temperaturas bajas, que aunque desfavorable también para el patógeno, prolongan el periodo susceptible del huésped, al retrasar su crecimiento. En este sentido, cualquier estrés ambiental al que sometamos a la plántula (encharcamiento, escasa intensidad luminosa, salinidad elevada, desequilibrios nutricionales, fitotoxicidad por plaguicidas, heridas, etc.) incrementarán la susceptibilidad de la plántula a estas enfermedades.

En cuanto al control las mejores medidas son las preventivas y un correcto manejo cultural.

  • Lo primero es intentar impedir la entrada del patógeno en el semillero. Para ello las semillas deben estar exentas de patógenos. Las semillas certificadas oficialmente garantizan cierta sanidad fitosanitaria, por ello es siempre recomendable su empleo.
  • Una operación relacionada con la adecuación fitosanitaria del sustrato es la incorporación al mismo de fungicidas preventivos, tratamiento que puede desplazar la necesidad de desinfectar el sustrato cuando esta operación es realmente necesaria. La desinfección del sustrato se puede realizar mediante solarización, metan sodio, metan potasio, etc. Los fungicidas se aplican al sustrato para mejorar el control de problemas específicos.
  • Para reducir los riesgos de introducción de patógenos en el agua de riego es recomendable que los depósitos, balsas, pozos y conducciones sean cerrados o estén cubiertos a fin de estira que caiga polvo y restos vegetales que podrían ser una fuente de inóculo.
  • Es necesario también mantener el semillero limpio, para ello es obligado la pronta eliminación de los restos vegetales desechados, plántulas con síntomas, restos de sustratos usados y malas hierbas.
  • La aplicación al sustrato de cepas seleccionadas de cepas seleccionadas del género Trichoderma puede proveernos de una buena alternativa para el control de muertes de plántulas en los semilleros.