Las lluvias y los días ventosos están favoreciendo unos niveles especialmente altos en los problemas fúngicos y bacterianos. También se ha de prestar especial atención a las fisiopatías que  están siendo muy importantes debido a los fuertes vientos. Además de los daños mecánicos directos que pueden causar y algunas deshidrataciones de frutos, puede ser uno de los factores inductores de "tip burn" en lechuga o de necrosis apical de brácteas en frutos de alcachofas.

Si además después se producen precipitaciones o hay altas humedades esas necrosis son puertas de entrada de diversos hongos y bacterias que incrementarán los daños. Las diferentes fisiopatías que puede causar el viento son:

 - El viento fuerte y racheado produce rotura de plantas, caída de hojas, de flores y de frutos.

- El viendo seco marchita a los vegetales; puntas y bordes secos.

- El viento frío quema a la planta.

- El viento de la costa deposita sales del mar y éstas producen quemaduras en las hojas.

Es muy difícil luchar contra estas alteraciones, especialmente si las condiciones son muy severas. Un adecuado manejo de la fertirrigación antes de que se den estas condiciones adversas, favoreciendo la formación de tejidos consistentes y equilibrados, puede ser una buena base para reducir los riesgos de este y otros problemas. A algunos productos nutricionales orgánicos se les atribuyen ciertas propiedades anti estrés para estas situaciones.

En zonas ventosas es preciso crear cortavientos protectores como setos, láminas de brezo, cañizos, muros, etc.. Los setos además de protegernos contra los vientos nos sirven de nicho ecológico capaz de aumentar la biodiversidad de la fauna auxiliar, dándonos así un doble beneficio para nuestra plantación.