Para tratar de evitar la introducción y la dispersión de esta bacteria en las parcelas de frutales de hueso y almendro, los agricultores deben adoptar las siguientes medidas:
El material vegetal para nuevas plantaciones (yemas, patrones y plantones) deben proceder exclusivamente de un vivero autorizado e ir acompañado del preceptivo pasaporte fitosanitario.
En caso de observar síntomas sospechosos de la enfermedad deben ponerse en contacto con su técnico asesor (ATRIAs, Cooperativas, etc.) o con el Centro de Sanidad y Certificación Vegetal para confirmar la presencia de la bacteria y aplicar, en su caso las medidas oportunas.
Los síntomas son similares en todas las especies y pueden ser confundidos con los causados por otras bacterias, hongos, fitotoxicidad o granizo. Si concurren condiciones meteorológicas favorables para la bacteria, ninguna variedad se muestra resistente. No obstante, existe una marcada diferencia de sensibilidad, por lo que es posible encontrar variedades muy afectadas junto a otras con síntomas muy leves. También son frecuentes las infecciones latentes (árboles infectados que no muestran síntomas). Para un diagnóstico fiable deberán realizarse análisis en laboratorio.
Por ser un patógeno de cuarentena, la legislación obliga a comunicar al Centro de Protección Vegetal la presencia de síntomas sospechosos de la enfermedad.
En hojas, se aprecian pequeñas manchas poligonales delimitadas por los nervios secundarios, visibles tanto por el haz como en el envés, rodeadas de un halo amarillento. Pueden evolucionar produciendo cribado. En ocasiones se concentran a lo largo del nervio principal y muy frecuentemente en el ápice de la hoja (punto de goteo del agua de lluvia y de los tratamientos fitosanitarios). La hoja amarillea, siendo relativamente frecuente observar hojas tricolores (marrón – amarillo – verde). Se produce una fuerte defoliación.
En frutos, los primeros síntomas se suelen observar de 3 a 5 semanas después de la caída de pétalos. Aparecen pequeñas manchas, rodeadas de halo amarillo, que se necrosan y profundizan, produciendo la emisión de goma. En ocasiones, las lesiones toman forma de estrella.
En los frutales de hueso y en el almendro, se recomienda efectuar tratamientos con compuestos cúpricos.
El objetivo de estos tratamientos es evitar las infecciones a través de las heridas que se producen al caer las hojas y disminuir el inóculo bacteriano que pueda producir infecciones primarias en primavera.
Durante las tareas de poda de cualquier especie frutal y sobre todo antes de iniciarla en cada parcela, es muy conveniente proceder a la desinfección de los útiles empleados en esta tarea.
TRATAMIENTOS DE OTOÑO
Teniendo en cuenta que la única sustancia autorizada y eficaz contra bacterias es el cobre, les recomendamos efectuar tratamientos con cualquiera de las materias activas que contengan dicho metal y que según el cuadro siguiente este autorizado en el cultivo a tratar.
Lo más recomendable es efectuar 2 tratamientos, el primero con el 25% de hojas caídas, y el segundo cuando lo hayan hecho el 75-100% de las hojas. En caso de hacer una única aplicación esta debería efectuarse al 75% de defoliación.
Tanto en el caso de los frutales de hueso como los de pepita, deberán tenerse en cuenta también las limitaciones en cuanto a número de tratamientos, volumen de caldo y cantidad total de cobre aplicado. En los frutales de hueso y en el almendro, estos tratamientos son eficaces contra enfermedades producidas por hongos como abolladura, cribado, Cytospora, Fusicoccum y monilia.
En los frutales de pepita, este tratamiento tiene por finalidad reducir el inóculo de bacterias y de hongos causantes de moteado, roya, septoriosis y Stemphylium. En las parcelas seriamente afectadas por moteado o Stemphylium, debe añadirse al primer tratamiento con productos cúpricos, urea cristalina a la dosis del 5%.