Esta plaga puede afectar a diferentes cultivos de cereal (cebada, avena y trigo) estando muy influenciada por las condiciones climatológicas. En siembras extratempranas de cereal (septiembre) y condiciones favorables pueden llegar a darse dos generaciones anuales, otoño y primavera, pero en siembras normales (noviembre-diciembre) y tardías (enero-febrero) solo se desarrolla una generación anual, apareciendo formas adultas en primavera que depositan los huevos en el haz de las hojas. 

Una vez eclosionan, las larvas se dirigen hacia la vaina de la base de la planta, fijándose cerca del primer nudo donde se alimentarán durante todo su desarrollo. A comienzos del verano, las larvas completan su desarrollo y forman la pupa (pudiendo permanecer en el rastrojo) e hibernan bien hasta septiembre-octubre o hasta la primavera siguiente dependiendo de las generaciones que se desarrollen.

La sintomatología consiste:

? Debilitamiento de la planta, amarilleo de las primeras hojas, que acaban por secarse

? Paralización del crecimiento de la planta que puede llegar a morir si el número de larvas en ella
es elevado

? Coloración más oscura de lo normal del tallo y/o por la presencia de una zona abultada en la base de la caña, donde se alojan las larvas.

Dado las características de esta plaga, cuando se detectan ataques importantes en la campaña anterior, deben establecerse medidas preventivas:

  • Laboreo profundo con volteo durante el verano para dificultar la emergencia de los adultos. Es preferible retrasar esta labor al máximo, para que las pupas permanezcan expuestas al calor y la sequedad del verano lo que provoca la muerte de muchas de ellas.
  • Evitar siembras tempranas para evitar las puestas de los adultos emergidos durante el verano.
  • realizar rotaciones de cultivo y evitar sembrar cereal en estas parcelas.