La Cuenca mediterránea presenta un clima caracterizado por inviernos suaves y lluviosos con veranos secos y temperaturas altas. El Mediterráneo es considerado uno de los puntos clave en relación al cambio climático. Así, la temperatura media en la región se ha incrementado en 1,5ºC en los últimos cien años, y la precipitación en la mayor parte de la región presenta una tendencia descendente en los últimos cincuenta años. Las proyecciones de cambio climático para el Mediterráneo estiman un descenso pronunciado en la precipitación, especialmente en la estación cálida, a excepción de las áreas del norte del Mediterráneo en invierno. Asimismo, se proyecta un incremento de las temperaturas, en particular en verano. La variación interanual tenderá a incrementarse, especialmente en verano, lo que unido al calentamiento medio general, puede conducir a una mayor ocurrencia de eventos extremos, en especial de temperaturas altas.

Las enfermedades, junto a las plagas y malas hierbas, juegan un importante papel en la agricultura. Sin embargo, aún es limitada la información disponible sobre el impacto potencial del cambio climático en las enfermedades de cultivos. Los fitopatólogos hemos considerado siempre la influencia del ambiente en el desarrollo de las enfermedades tal como se expresa en el triángulo de enfermedad que enfatiza la interacción del huésped, patógenos y ambiente. El cambio climático presenta por tanto una de las vías en las que el ambiente puede condicionar el desarrollo de las enfermedades. Así, se ha sugerido que éstas pueden ser utilizadas como indicadoras del cambio climático. Las bases de datos de larga duración en el desarrollo de enfermedades bajo condiciones ambientales cambiantes son raras, pero, cuando existen, demuestran el papel clave de los cambios ambientales para la sanidad de los cultivos.

En general, la sanidad de los cultivos sufrirá bajo el cambio climático a través de una serie de mecanismos diversos, de una aceleración de la evolución del cultivo y períodos de incubación más cortos a un mayor estrés abiótico debido a la falta de ajuste entre los ecosistemas y su clima y la mayor frecuencia en la ocurrencia de eventos climáticos extremos. La sequía se espera conduzca a una mayor frecuencia de patógenos de especies leñosas, principalmente debido a un efecto indirecto en la fisiología del huésped. Las condiciones secas pueden tener asimismo un efecto en los patógenos, como se ha demostrado para la especie invasiva exótica Heterobasidion irregulare en el centro de Italia, que parece mejor adaptada las condiciones de clima Mediterráneo que la especie autóctona H. annosum. Por el contrario, para patógenos que se aprovechan de heridas provocadas por las heladas como Seiridium cardinale en cipreses, un descenso en la frecuencia de heladas puede conducir a una reducción en su incidencia.

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