El Comité de Gestión de Cítricos (CGC), la asociación que aglutina a los principales operadores de cítricos privados de España, denuncia que la Comisión Europea permite a los productores hortofrutícolas holandeses gestionar el control fitosanitario, pese a que la propia regulación comunitaria lo prohíbe. La propia CE reveló esta contradicción en la respuesta por carta a la pregunta de la europarlamentaria Clara Aguilera. El CGC ha criticado en diferentes ocasiones la diferente vara de medir de la CE en el rigor de los controles fitosanitarios respecto de los importadores del norte de Europa como Holanda, que es la vía de entrada de los cítricos sudafricanos, competencia de los españoles y de los que se han detectado partidas afecadas por enfermedades como la mancha negra. 

En la misma carta Bruselas anun­cia que tiene previsto realizar una nueva auditoría a los Países Bajos y a otros siete Estados miem­­bro en la campaña 2017/2018 "para mejorar la uniformidad de estas inspecciones en la Unión y para promover el uso de buenas prácticas".

La polémica surge tras la respuesta por escrito de la Comisión Europea (CE) a una pregunta realizada por la europarlamentaria Clara Aguilera a raíz de un informe entregado por el Comité de Gestión de Cítricos (CGC) sobre las 'particulares' re­la­cio­nes y for­mas de proceder entre los ex­por­ta­dores sudafricanos de cítricos y la inspección fitosanitaria ho­lan­desa oficial. Según este informe, con datos de la Citrus Growers Asociation of Sou­thern Africa (CGA) referidos a la cam­paña de importación de 2014, la inspección holandesa de­mostró ser 24 veces más ineficaz en la de­tección del pa­tó­geno Gignardia Citricarpa (el temido hongo que provoca la 'mancha negra de los cítri­cos') que la española. 

Pues bien, en su respuesta el ejecutivo co­mu­nitario incurre en contradicciones que el CGC -la asociación que aglutina a los principales operadores de cítricos privados de España- considera "evidentes".

Efectivamente, el co­mi­sa­rio eu­ro­peo de Salud y Seguridad Alimentaria, Vytenis Andriukaitis -quien suscribe for­mal­mente la aclaración a la par­­la­men­ta­ria- recuerda que en 2011 se realizó una auditoría europea que "comprobó que dichas inspecciones (a las im­por­ta­cio­nes de frutas de países terceros) las realizaban entidades administrativas independientes" y que, entre ellas -como denunció el CGC- "se incluye el organismo privado de control de calidad Kwaliteits-Controle-Bureau (KCB)". Acto seguido y pese a que KCB fue creada y sigue controlada por los propios operadores hor­to­fru­tícolas holandeses, el comisario recuerda que con arreglo a la regulación comunitaria, los importadores "no tienen po­te­s­tad" para llevar a cabo tales controles porque tienen "intereses particulares en el resultado" (sic).

La acción de control de la también vicepresidenta de la Comisión de Agricultura del Parlamento Europeo se produjo después de que el CGC diera a conocer y entregara a la eurodiputada un dossier con pruebas documentales claves para entender cómo los cítricos sudafricanos reducen los posibles re­­chazos de los con­tro­les fitosanitarios que la UE impone en los puertos para evitar la entrada de plagas y enfermedades de cua­ren­te­na. Del estudio de tales papeles se desprendía la disparidad evidente en el rigor e incluso in­­de­pen­den­cia de la ins­pec­ción en­tre Holanda y Es­paña. Efectiva­men­te, según da­tos de la propia Citrus Growers Asociation of Sou­thern Africa (CGA) referidos a la cam­paña de importación de 2014, la inspección holandesa de­mostró ser 24 veces más ineficaz en la de­tección del pa­tó­geno Gignardia Citricarpa (el temido hongo que provoca la 'mancha negra de los cítri­cos') que la española.

A tan escaso nivel de detección pudo contribuir el he­cho di­fe­rencial en la UE de que en Holanda la re­vi­sión fi­tosanitaria y de ca­li­dad no sea realizada por fun­­cio­narios ads­cri­tos al Ministerio de Agri­cultura sino por tra­ba­ja­do­res de una empresa privada (KCB) concesionaria, cuyo consejo de ad­mi­nis­tración está con­for­mado en­teramente por los propios im­por­ta­dores de frutas y hortalizas ho­lan­deses así como por la gran distribución de los Países Bajos (Cen­tral Bureau for Food Trade, CBL). A ése he­cho o, siempre se­gún las co­mu­nicaciones de la pro­pia CGA, a la cir­cuns­­­tancia concreta de que en el ve­ra­no de aquel año se produjeran con­ver­sa­ciones entre las autoridades y los ope­ra­­do­res de sendos paí­ses para acor­dar la aplicación de "proto­co­los y pro­ce­dimientos creativos y fle­xibles" en la ins­­pec­ción fitosanitaria a los cítricos sudafricanos.

La referencia al año 2014 es obligada porque fue la última campaña en la que Sudáfrica remitió cantidades sig­nificativas de cítricos a tra­vés de algún puerto español (desde entonces los ha evitado) y la concreción en el caso holandés lo es por ser también el primer canal de acceso  -con mu­cha diferencia- para las frutas y hortalizas pro­ce­den­tes de terceros países, en ge­ne­ral y los cítricos en par­ti­cu­lar.

Tras la denuncia del CGC y pese a verificar los modos de proceder de KCB en 2011, Bruselas anun­cia ahora en esta carta que tiene previsto realizar una nueva auditoría a los Países Bajos y a otros siete Estados miem­­bro en la campaña 2017/2018 "para mejorar la uniformidad de estas inspecciones en la Unión y para promover el uso de buenas prácticas".

Ante la situación generada, el CGC reclama a Bru­selas que garantice la uniformidad e independencia en la ins­pección fitosanitaria en toda la UE y en consonancia con el resto del sector citrícola español, atienda a la reso­lu­ción apro­bada por el propio Parlamento Europeo el pasado 13 de di­ciembre. En aquel pronunciamiento el legislativo co­munitario exigió aumentar las garantías fitosanitarias apro­badas por la CE para los cítricos procedentes de Su­dá­fri­­ca: acabar con el circuito paralelo con menores exigencias si se aduce que la partida tiene por destino su trans­for­ma­­ción en zumo (para evitar que se desvíen cítricos contaminados con 'mancha negra') y aplicar 'tratamiento de frío' du­rante la travesía para asegurar que la fruta no sufre otra peligrosa plaga, la T. Leu­co­tre­ta y evitar así también la 'dis­cre­cio­na­lidad' de controles de dudosa independencia como los citados en el caso holandés.