Investigadores del CEBAS-CSIC y del IMIDA desarrollan, de forma coordinada, trabajos punteros para mejorar los cultivos de la Región y hacerlos más competitivos.
La investigación en torno a la mejora de distintas variedades vegetales es una actividad de gran relevancia directamente relacionada con el desarrollo agrario y económico, especialmente en una región como la de Murcia, donde el sector tiene un gran peso en su PIB. Aunque en los últimos años se han puesto en marcha técnicas que permiten seleccionar genes con el fin de conseguir un aumento de la producción o una mejora sustancial de los productos, esta idea ha sido puesta en práctica por los trabajadores del campo desde tiempos ancestrales.

Investigadores del CEBAS-CSIC y del IMIDA desarrollan, de forma coordinada, trabajos punteros para mejorar los cultivos de la Región y hacerlos más competitivos.
La investigación en torno a la mejora de distintas variedades vegetales es una actividad de gran relevancia directamente relacionada con el desarrollo agrario y económico, especialmente en una región como la de Murcia, donde el sector tiene un gran peso en su PIB. Aunque en los últimos años se han puesto en marcha técnicas que permiten seleccionar genes con el fin de conseguir un aumento de la producción o una mejora sustancial de los productos, esta idea ha sido puesta en práctica por los trabajadores del campo desde tiempos ancestrales.
Mediante la conocida como mejora clásica, los investigadores son capaces de llevar a cabo cruces deliberados entre individuos con el objetivo de producir nuevas variedades o líneas puras con determinadas características deseables. Es lo que se conoce coloquialmente como 'cruces' y en lo que se centra el trabajo del grupo de Mejora Genética del Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS-CSIC) del que forma parte el investigador José Egea.
De entre las líneas en que trabajan destacan tres: una destinada al albaricoque, otra enfocada en el ciruelo y una tercera centrada en el almendro. Sobresale especialmente la primera, ya que este proyecto del CEBAS, dirigido por Egea, ha conseguido desarrollar por primera vez albaricoques con resistencia al virus de la Sharka. "Esta enfermedad provoca serios daños en las cosechas, dando lugar a deformaciones, pérdida de calidad organoléptica y estética de la fruta, así como pérdidas de rendimiento, por lo que su erradicación era de especial importancia para los agricultores", declara.
Explica que "en torno al albaricoque también se está trabajando en desarrollar variedades de color rojo, ya que en los países europeos los de color blanco son poco demandados y por otro lado se está intentando mejorar su sabor, centrando los esfuerzos en productos muy dulces, por un lado, y con un toque de acidez, por otro".
Una de las claves de ese éxito está, en muchas ocasiones, en ser los primeros en llegar al mercado, es decir, en conseguir desarrollar variedades tempranas que se vendan antes de que exista competencia. Este objetivo es clave para el equipo del CEBAS que dirige David Ruiz, que trata de obtener variedades tempranas de ciruela de alta calidad. Trabajan conjuntamente con científicos del IMIDA. Además, también en este tipo de fruta se busca obtener resistencia a Sharka.
Por otro lado, el grupo persigue que las nuevas variedades producidas sean autocompatibles, es decir, capaces de polinizarse por ellas mismas. También los almendros han formado parte del paisaje Mediterráneo desde que los fenicios trajeron los primeros, junto a los dátiles, procedentes de Asia. Desde hace unos años investigadores del CEBAS, dirigidos por Federico Dicenta, se centran en mejorar su cultivo.
Dado que las variedades tradicionales de almendro son autoincompatibles, es decir, no pueden autopolinizarse, es preciso utilizar variedades polinizadoras en las plantaciones. También pueden usarse colmenas, ya que son las abejas las responsables de transportar el polen de unas flores a otras.
Por esta razón los científicos del CEBAS, así como de otros centros de investigación, han desarrollado variedades autocompatibles, fruto de los diferentes programas de mejora genética de almendro. Este hecho ha comportado que haya plantaciones monovarietales (con una sola variedad autocompatible). Además los almendros que florecen demasiado pronto sufren riesgo de helada. Este hecho ha llevado a que cada vez más las plantaciones de este frutal se vieran limitadas a la zona sur de la Región mientras que en lugares como Abarán, Cieza, Noroeste o Altiplano, con inviernos más fríos, la productividad se viera mermada.

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