La Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) cuantifica en 400 millones de euros las pérdidas del sector agrario de la Comunidad Valenciana en 2023, debido a las mermas de cosechas por las adversidades climáticas, los elevados costes de producción, la competencia desleal de las importaciones, la falta de soluciones eficaces para hacer frente a las plagas y enfermedades, los daños de la fauna salvaje y el aumento de los robos en el medio rural. La organización cifra en cerca de 70 millones las pérdidas provocadas por los problemas fitosanitarios.

La organización presidida por Cristóbal Aguado realizó en su sede el tradicional balance del año, que aprovechó para reclamar a todas las administraciones un plan de choque, "a varios años vista", para garantizar la viabilidad agraria. En su informe, AVA-ASAJA incide en que “la sistemática supresión de materias activas fitosanitarias y la generación de resistencias siguieron dificultando la lucha contra las enfermedades y plagas, como el cotonet de Sudáfrica y los ácaros en cítricos, las moscas blancas y cotonets en caquis, la pyricularia en el arroz, etc. En 2023 llegaron a la Comunitat la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica (EHE) y la avispa asiática (Vespa velutina), que provocaron nuevos perjuicios a ganaderos y apicultores”.

La organización no duda en calificar 2023 como un “año negro” por la incidencia de las plagas y enfermedades. En el desglose de incidentes más importantes, destaca el récord anual de interceptaciones de mancha negra de los cítricos (Phyllosticta citricarpa) en los cargamentos de Sudáfrica con destino a Europa: un total de 51 detecciones en 2023, cuando su número máximo había sido 43 en 2021. La UE también detectó la mancha negra, por primera vez, en naranjas procedentes de Egipto. Por ello, AVA-ASAJA solicitó a la Comisión Europea que envíe una misión inspectora a la zona productora de estos frutos infestados para determinar el alcance de la enfermedad y reclama el cierre de las vías de entrada de la UE a los cítricos de Sudáfrica y Egipto mientras estos países terceros no garanticen su seguridad fitosanitaria.

También menciona la reciente interceptación del primer caso de falsa polilla (Thaumatotibia leucotreta) en una importación de Marruecos, un país tercero que hasta la fecha estaba considerado como zona libre de esta plaga de cuarentena. Ante esta detección en el Puerto de Almería, AVA-ASAJA exige a la UE que abra una investigación sobre el terreno y tome las medidas oportunas para evitar que esta plaga acabe llegando a Europa.

Tampoco se olvida en el balance de la Xylella fastidiosa, pero pone el acento en su expansión por Portugal, en un total de 75 especies de plantas, más que en el foco que sufre la provincia de Alicante desde 2017. También recoge la preocupación del sector citrícola por el HLB y la presencia de sus dos vectores en el Mediterráneo. Al respecto, AVA-ASAJA pide un plan de contingencia integral, “que cuente con el favor del agricultor y que apueste por medidas a corto y largo plazo, como la biotecnología para hallar variedades resistentes a la enfermedad”.

La organización califica 2023 como un “año negro” por la incidencia de las plagas y enfermedades

El balance recuerda que Sudáfrica “siguió sin cumplir en 2023, de manera mayoritaria, la normativa europea sobre el tratamiento en frío en sus envíos de naranjas. Al igual que en 2022, los exportadores sudafricanos recurrieron al ardid de aplicar la temperatura de tratamiento al contenedor y no, como exige la norma, enfriar la parte central de la fruta durante todos los días estipulados, lo que resta eficacia y evita la erradicación total de la falsa polilla (Thaumatotibia leucotreta) en el cargamento”. Efectivamente, la UE continuó interceptando esta plaga de cuarentena en cítricos procedentes de Sudáfrica con destino al mercado europeo, tanto en naranjas como en otras especies sensibles al patógeno. AVA-ASAJA entiende que estas nuevas detecciones demuestran que las medidas establecidas por la UE son insuficientes y por ello reclama a Bruselas que endurezca el tratamiento en frío, “haciendo que se cumpla rigurosamente el mecanismo aprobado para los envíos de naranjas y que se extienda a mandarinas y pomelos por entrañar el mismo riesgo fitosanitario, así como otras producciones agrícolas hospedantes de la plaga y otros países de origen”.

En clave europea, el informe resalta que 2023 fue también el primer año de la nueva Política Agrícola Común (PAC) que comportó “menos beneficiarios, más burocracia y nuevas exigencias ambientales no adaptadas a la realidad de los cultivos”. En la presentación, Cristóbal Aguado, presidente de la asociación, criticó con dureza a la Comisión Europea, a la que comparó con la banda del Titanic que seguía tocando mientras el transatalántico (en este símil, la agricultura europea) se hundía.

Aguado confía en que las iniciativas aprobadas por el Parlamento Europeo durante este último año supongan un punto de inflexión y un cambio de rumbo en las políticas agrarias para flexibilizar los plazos y las exigencias incluidas en el Pacto Verde de manera que el sector agrario no pierda más competitividad. Se refiere, en concreto, a la renovación del glifosato hasta 2034 y al rechazo del Parlamento Europeo a la propuesta de la Comisión del Reglamento sobre el uso sostenible de productos fitosanitarios y a la propuesta de aumentar el nivel máximo de residuos del triciclazol, materia activa prohibida en la UE, al arroz importado.

Cambio climático

El balance agrario deja constancia de que, por segundo año consecutivo, el cambio climático causó estragos: la siniestralidad agraria en España batió su récord histórico con 1.300 millones (un 60% más que en 2022) de indemnizaciones de Agroseguro. AVA-ASAJA eleva a 170 millones las pérdidas directas por razones climáticas en la Comunidad Valenciana. La sequía, las elevadas temperaturas y las granizadas fueron algunas de las inclemencias más extremas que ocasionaron desplomes de cosechas respecto a la media de los últimos años: cítricos (-15%), uva (-40%), arroz (-15%), caqui (-40%), frutas de hueso (-40%), almendra (-50%), olivar (-50%), cereales (-60%), etc.

En un contexto de inflación, donde los precios de los alimentos sufrieron un incremento interanual del 9%, la subida generalizada de las cotizaciones a pie de campo no permitió en la mayoría de los casos compensar esta bajada de producción y, además, cubrir los costes de producción, que se mantuvieron extraordinariamente altos, un 30% más que antes de la guerra. Incluso en producciones mermadas como el vino tinto, la almendra y la algarroba los precios en origen fueron a la baja. El impacto por este capítulo ascendió a 80 millones, según AVA-ASAJA.

Por último, la superpoblación de fauna salvaje, sobre todo de jabalíes, disparó los daños agrarios hasta los 50 millones, un 25% más que en 2022, mientras que la escalada de robos de naranjas en la presente campaña citrícola aumentó las pérdidas de la delincuencia rural a 30 millones, en un año negro con importantes sustracciones de cosechas, maquinaria e instalaciones de riego.