Con fincas de tamaño reducido y una orografía escarpada que dificulta la mecanización y exige una producción artesanal, el sector platanero canario lleva años apostando por las estrategias de control biológico y la gestión sostenible para marcar diferencias con la banana, su principal competidor.

El plátano de Canarias ocupa una superficie de algo más de 8.600 ha y agrupa a más de 7.300 productores. El año pasado generó cerca de 350.000 toneladas, la mitad en Tenerife. El resto se cultivó en Gran Canaria (25,6%) y La Palma (22,1%); La Gomera y El Hierro solo representan un 2% de la producción total.

El plátano y la banana es la fruta más consumida de la UE. El 75% procede de américa; el 16%, de África, Caribe y Pacífico; mientras que el 9% restante es de producción comunitaria (Canarias, Martinica, Guadalupe y Madeira). El Plátano de Canarias representa el 67% del volumen de la producción interior.

Una de las grandes diferencias entre ambos frutos es la disponibilidad de herramientas para hacer frente a las plagas y enfermedades: según un estudio de la Asociación de Productores de Plátanos de Canarias, ASPROCAN, los productores de banana disponen de sesenta materias activas cuyo uso está permitido en el cultivo, el triple de los autorizados para el plátano canario. Actualmente, hay nueve materias activas a disposición del cultivo de la banana prohibidas en la UE por motivos vinculados a la seguridad alimentaria, el medioambiente y la seguridad de los trabajadores: propiconazol, epoxiconazol, hexitiazox, fenazaquin, clofentezin, clorpirifos, etoprofos, propineb y clorotalonil.

Haciendo de la necesidad virtud, ASPROCAN abandera desde hace años la apuesta por las estrategias de control biológico. Con el apoyo de Koppert, la empresa que lidera el mercado de productos de biocontrol, ha puesto en marcha una red de parcelas demostrativas en Tenerife y Gran Canaria que ejercen de faro en este tránsito a una gestión más sostenible y que los productores puedan aprender y resolver sus dudas. Esther Domínguez, responsable del Departamento Técnico de ASPROCAN, asegura que cambiar la mentalidad del agricultor no ha sido fácil porque requiere mucha mayor formación utilizar enemigos naturales que tratar con insecticidas. “Hace falta conocer la finca, el ciclo biológico de la plaga, mayor conocimiento”.

 

En una de las fincas demostrativas de ASPROCAN, ubicada en Buenavista del Norte, Domínguez explica algunas de las estrategias que se llevan a cabo, en colaboración con Koppert, como la suelta de depredadores (Neoseiulus californicus y Phytoseiulus persimilis) contra la araña roja (Tetranychus urticae) y de la avispa parasita Acerophagus artelles contra la cochinilla algodonosa (Dysmicoccus grassii), o la colocación de trampas cebadas con feromonas de agregación para capturar el picudo negro de la platanera (Cosmopolites sordidus). La responsable de la asociación está convencida de que “o estás en el control biológico, o estás fuera. Cada vez tenemos menos fitosanitarios, y con más limitaciones de uso”.

Para que esta apuesta por un sistema productivo menos dependiente de los fitosanitarios, alineado con las políticas agrarias europeas, tenga el reconocimiento comercial que merece, Domínguez propone introducir la sostenibilidad en el concepto de calidad de los productos agroalimentarios, e incide en marcar distancias con su principal competidor, la banana que se importa principalmente del otro lado del Atlántico. Para ello, ensalza las condiciones ambientales únicas de la producción en Canarias.

Cada día, salen en dirección a la península un millón de plátanos procedentes de Canarias. En una planta sin semillas, el proceso de reproducción se realiza in vitro. El laboratorio de Cultesa es responsable de más del 90% de la producción del archipiélago; en los últimos treinta años, se han plantado en Canarias más de 24 millones de plataneras producidas por esta empresa biotecnológica mixta participada por el Cabildo de Tenerife (51%), la cooperativa COPLACA (40%) y Cajasiete (9%).

La empresa tinerfeña lleva 37 años “sacando fotocopias” de sus campos de pies madre, el “diamante de Cultesa”, según su director técnico, Leonardo Amador, que explica cada una de las etapas que debe cumplir el proceso de suministrar plantas de calidad a los agricultores.

Cultesa no solo ofrece las plantas necesarias; también se implica en la sanidad vegetal: actualmente colabora con Koppert en la realización de un ensayo para estudiar la eficacia de las micorrizas para el manejo del hongo Fusarium oxysporum f. sp. cubense Raza 4 Tropical, la enfermedad más peligrosa del cultivo, que no está presente Canarias.

El control biológico no solo impregna el cultivo por antonomasia del archipiélago canario. En el sur de Tenerife, el grupo Izaña trabaja estas estrategias en hasta diecinueve cultivos diferentes, entre ellas hortalizas, papas o fresa, de la que es el principal productor del archipiélago. En sus invernaderos se detectó por primera vez en la isla Drosophila suzukii, y la aparición del taladro de la platanera (Opogona sacchari) en sus plantaciones de fresa motivó que el director técnico, Elías Marrero, colaborase en la Guia GIP de Fresa y Fresón editada por el ministerio. Para combatir esta plaga, recurren al uso de nematodos entomopatógenos, como Steinernema carpocapsae, eficaces contra el lepidóptero en estado larvario. También controlan con la ayuda de los enemigos naturales tanto la araña roja como el trips Frankliniella occidentalis. Y vaticina futuros problemas de control de las distintas especies de pulgones que atacan a la fresa en la isla, para los que solo se dispone de un insecticida autorizado.