Después de trece años al frente de la Unidad de Protección Vegetal del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias, María del Carmen Jaizme-Vega asumió este año el cargo de nueva directora científica del ICIA con el objetivo de convertirlo en un “centro científicamente aplicado y socialmente visible, con una vocación geopolítica atlántica y que sea profesionalmente participativo y estratégicamente agroecológico, para acercarnos más a las políticas que propone la nueva PAC”.

Precisamente, el cambio de paradigma de la agricultura es el eje central del próximo Encuentro Internacional Phytoma La sanidad vegetal en cultivos mediterráneos y subtropicales. Retos ante una transición agroecológica, que se celebra del 27 al 29 de octubre en Adeje (Tenerife) y de cuyo Comité Científico-Técnico forma parte.

 ¿Cuáles son los objetivos del Encuentro Internacional Phytoma La sanidad vegetal en cultivos mediterráneos y subtropicales. Retos ante una transición agroecológica?

El principal objetivo es hacer una reflexión sobre la necesidad de iniciar una transición agroecológica en los modelos de producción de cultivos subtropicales y mediterráneos y poner en común los conocimientos, las técnicas y los productos que pueden ser útiles para la gestión de la transición agroecológica. Creemos que Canarias puede ser un excelente lugar para mantener este gran diálogo entre los técnicos y los investigadores, entre las empresas y los productores.

La transición agroecológica se alinea con la propuesta de la Comisión Europea de reducir a la mitad el uso de los plaguicidas químicos y destinar una cuarta parte de las tierras agrícolas a producción ecológica en 2030. ¿Es realista esta aspiración?
Tanto la Unión Europea, con sus propuestas de acciones y compromisos “para devolver la naturaleza a nuestras vidas y conseguir un sistema alimentario justo, saludable y ecológico”, como el grupo G20 con su reciente informe sobre cómo fortalecer las prácticas de agricultura sostenible, avisan de los riesgos que corremos y alertan sobre la necesidad de transitar hacia prácticas sostenibles que cuiden los recursos naturales y sean capaces de alimentar a la población. El debate mundial sobre los alimentos ha pasado de cómo alimentar al mundo, sin importar cómo se produzcan los alimentos, a cómo alimentar al mundo de manera saludable y sostenible.
Tal y como van las cosas, después de estos avisos institucionales y de las señales que la pandemia, las inundaciones y la sequía están enviando a la población, la sensación generalizada de vulnerabilidad es cada día más evidente. Esto puede ser un buen argumento para la reflexión y cambio de rumbo, pero me doy cuenta de las dificultades políticas, económicas, técnicas y sociales que esta transición conlleva. En resumen, mi visión del futuro a medio plazo no es optimista y cada día tengo más argumentos para pensar que las aspiraciones de la CE serán muy difíciles de cumplir.

¿En la agricultura española en general, y canaria en particular, se está avanzando lo suficiente en esta transición?
La situación del archipiélago es más compleja que la de la península, por su condición de territorio fragmentado y densamente poblado, por la dependencia de nuestra economía del turismo y por las consecuencias a todos los niveles del cambio climático. Por eso, nuestra región ha de maniobrar pronto y bien frente a las nuevas condiciones y acelerar los procesos para la transición.
La nueva PAC apuesta por impulsar la agroecología y el respeto al medio ambiente y tenemos que movernos en esa onda. Desde el ICIA somos conscientes de este desafío y estamos trabajando para poder ser útiles en este proceso. En Canarias, conseguir estos objetivos puede ser más difícil que en otras regiones de España, lo que nos obliga a trabajar más y a mayor velocidad que otras regiones de España para poder conseguir estos objetivos.

¿Qué retos que se ha fijado como directora científica del ICIA?
Después de casi cuarenta años como investigadora del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias, y ya en el último tramo de mi vida profesional, me gustaría imprimir a mi centro una tendencia que marque las líneas directrices de futuro para conseguir un centro científicamente aplicado y socialmente visible, con una vocación geopolítica atlántica y que sea profesionalmente participativo y estratégicamente agroecológico, por supuesto, para acercarnos más a las políticas que propone la nueva PAC.

¿En qué proyectos trabaja actualmente?
Coordino un proyecto regional sobre el manejo agroecológico de los sistemas plataneros, en el que me encargo de los objetivos relativos a la salud de suelo, y codirijo con un compañero de la Unidad una tesis en este tema. Por otra parte, también dirijo a otra doctoranda que realiza su trabajo bajo el marco de un proyecto de restauración de hábitats degradados en las cumbres de Famara en Lanzarote, auspiciado por la Viceconsejería de Lucha contra el Cambio Climático, donde nosotros nos centramos en aspectos relacionados con la calidad de planta y la mejora de la actividad biológica del suelo para facilitar la recuperación del ecosistema. También participo en varios proyectos europeos de la convocatoria Interreg, sobre diferentes temas como el manejo de subtropicales, la mejora de la calidad de los suelos o la situación crítica de los palmerales en nuestra región. La formación en agroecología es también un tema que me gusta mucho y que ahora hay que fomentar especialmente en estos momentos, dada la coyuntura. Actualmente coordino junto con J. L. Porcuna el Máster de Agroecología, Soberanía Alimentaria, Ecología Urbana y Cooperación al Desarrollo Rural, que surge de una colaboración del ICIA con la Fundación Instituto de Agroecología y Sostenibilidad (FIAES) y la Universidad de La Laguna (ULL) y que ya va por la tercera edición, donde participan profesionales de ámbito regional, nacional e internacional. En estos momentos es muy importante para nuestra región colaborar con la Universidad, ya que necesitamos profesionales que sean capaces de gestionar un cambio en la manera de producir los alimentos y evitar la contaminación del suelo y del agua, fomentando la biodiversidad a todas las escalas y así poder alinearnos con las directrices de la UE.

Ha sido directora de la Unidad de Protección Vegetal del ICIA desde 2007 hasta 2020. ¿Cuáles han sido los mayores desafíos y los principales logros en ese tiempo?
El Departamento de Protección Vegetal ha desarrollado durante los últimos años diferentes líneas de investigación en el marco de la Agroecología que han aportado avances claves para el éxito del control biológico de la Trioza erytreae mediante la aclimatación del parasoitoide Tamarixia dryi y de los picudos de la palmera (Diocalandra frumenti) y de la platanera (Cosmopolites sordidus). Actualmente estamos trabajando en colaboración con otras entidades con financiación europea en el mapeo de los suelos de platanera de todas las islas con el fin de determinar la presencia de patógenos específicos del genero Fusarium, ante la alerta internacional suscitada por la aparición de la raza 4 Tropical de Fusarium oxysporum f. sp. cubense en varios países productores de Latinoamérica.
Mi línea de trabajo son los microorganismos benéficos de la rizosfera en general y los hongos micorrícicos en particular. Desde el punto de vista de la investigación podría decir que lo más destacable que hemos hecho y aportado es definir la microbiota como estrategia imprescindible en agroecología. Este planteamiento empieza a tener un desarrollo más extendido en la ciencia, pero hace veinte años no lo era tanto. La investigación en este campo y su aplicación me ha permitido optimizar la extracción de las poblaciones de microorganismos benéficos desde el suelo. Estos inóculos se pueden multiplicar y reintegrar en semilleros, viveros y estaquillados para mejorar el momento del trasplante y el desarrollo de la planta a lo largo de su ciclo. Se mejora la fertilidad del suelo cuando incrementamos la microbiota, siempre que el suelo esté bien estructurado. La pregunta no es cómo tengo que poner las micorrizas, sino por qué se fueron las micorrizas del suelo. Si sabes cuáles fueron los procesos por los que se perdió la fertilidad, tienes más bazas para aumentarla. Con este marco de trabajo, durante mi etapa como directora de Protección Vegetal coordiné varios proyectos de convocatorias nacionales, centrados en la mejora de la calidad del suelo del cultivo del tomate, del plátano, de la vid o de agrosistemas forrajeros, entre otros cultivos. Las características de la investigación que se lleva a cabo en el ICIA obliga a planteamientos prácticos y finalistas, por lo que es necesario trabajar en situaciones cercanas a las reales, muchas veces codo a codo con los agricultores, lo que supone un trabajo más complejo, pero apasionante, que a mí me gusta mucho y que he ido aprendiendo a través de los años de trabajo y de la colaboración con otros colegas de diferentes centros de investigación nacionales e internacionales.

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