El equipo del Laboratorio de Entomología Agrícola del Centro IFAPA de Málaga ha constatado la existencia de un complejo de especies de insectos beneficiosos que ejercen un importante control natural de la cochinilla blanca (Aulacaspis tubercularis) en los cultivos de mango andaluces.

 Entre los depredadores, destaca el coleóptero Cybocephalus nipponicus, que presenta su máximo poblacional a principios de septiembre, coincidiendo con la mayor incidencia de plaga en el cultivo. También se han observado adultos del coccinélido Stethorus pusillus, larvas de Chrysopa sp., dípteros cecidómidos e incluso ácaros fitoseidos, depredando diferentes estadios de la plaga. Los investigadores también han comprobado, entre los parasitoides, la elevada incidencia del himenóptero Encarsia citrina, con porcentajes de parasitismo que superan el 40% en ciertas épocas del año. Sin embargo, la incidencia y estacionalidad de estos enemigos naturales en el litoral andaluz es insuficiente para mantener las poblaciones de la cochinilla blanca por debajo de los umbrales económicos de daño, por lo que es necesario adoptar medidas complementarias para su conservación, como el empleo de infraestructuras ecológicas que suministren recursos alimenticios (néctar, polen y presas alternativas) y zonas de refugio, así como la utilización de productos fitosanitarios respetuosos con la fauna auxiliar.

El cultivo del mango en España presenta diferentes plagas favorecidas por las particulares condiciones agroclimáticas que se dan en las principales regiones productoras. La cochinilla blanca, en concreto, ocasiona importantes pérdidas económicas por el daño estético que causa en el fruto y que deprecia su valor comercial. Se trata de una especie de origen asiático y está considerada una de las plagas más importantes del mango a nivel mundial. Desde su aparición en el sur peninsular en 2010, ha afectado de forma importante a la sostenibilidad del cultivo del mango y constituye una seria preocupación para los productores. La plaga está presente durante todo al año, aunque su incidencia es mayor a finales de verano y principios de otoño, ya que prefiere temperaturas altas y humedades relativas bajas para su desarrollo. Por tanto, el desarrollo óptimo de la plaga coincide con la maduración y recolección de los frutos, etapa de mayor susceptibilidad para el cultivo.

La cochinilla blanca se desarrolla principalmente en las zonas más sombreadas del árbol; ocupa preferentemente las zonas bajas y el interior de la copa. Los daños que provoca en mango son principalmente estéticos y se deben a la succión de savia elaborada (floema) por parte de las hembras y estados inmaduros cuando se alimentan sobre hojas, ramas y frutos, aunque ataques más graves pueden producir una disminución de la capacidad fotosintética, floración deficiente, seca de ramas jóvenes e incluso la muerte del árbol en casos extremos. En hojas, ocasiona manchas cloróticas y muerte de las zonas afectadas, incluso defoliaciones en ataques intensos. En frutos, aunque no causa daños en la pulpa, produce manchas rosadas alrededor de las zonas atacadas que pueden alterar la maduración y depreciar su calidad y valor comercial. En algunas ocasiones, estos daños pueden llegar a suponer la pérdida de hasta el 30% de la cosecha si no se controla la plaga a tiempo, principalmente en variedades tardías cultivadas en ecológico, lo cual pone de manifiesto su importancia económica.

Actualmente, las estrategias de control de la cochinilla blanca se basan principalmente en la realización de podas fitosanitarias durante el invierno y en la repetida aplicación de un reducido número de materias activas autorizadas que muestran una eficacia muy limitada. Asimismo, se ha observado que la utilización incorrecta de algunos de estos productos fitosanitarios puede provocar floraciones reducidas o manchas en frutos, por lo que se recomienda realizar las aplicaciones a principios de primavera, después de la floración y antes de que las cochinillas emigren al fruto.

El equipo del IFAPA ha identificado el complejo de insectos beneficiosos dentro del proyecto de investigación “Innovaciones para la sostenibilidad, productividad y mejora de los cultivos subtropicales (mango y chirimoyo)”, cofinanciado al 80% por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional, dentro del Programa Operativo FEDER de Andalucía 2014-2020, que, entre sus objetivos, pretende establecer medidas sostenibles para su manejo respetuosas con la salud del consumidor y el medioambiente. Estas medidas se basan en la conservación de sus enemigos naturales, así como en el desarrollo de métodos de control biotécnico mediante el uso de semioquímicos de confusión sexual.

En los últimos años, el cultivo del mango ha experimentado un gran desarrollo en la costa mediterránea andaluza (Málaga y Granada) y se ha convertido, tras el aguacate, en el cultivo subtropical más importante en España, con una superficie regular aproximada de unas 4.700 ha y una producción anual que ronda las 40.600 toneladas.