La Comisión Europea ha publicado dos reglamentos que actualizan las medidas para evitar la introducción y propagación de dos de las plagas consideradas como prioritarias por la UE por su impacto económico, medioambiental y social: el cogollero del maíz (Spodoptera frugiperda) y el escarabajo japonés (Popillia japonica).

Los reglamentos de ejecución 2023/1584 y 2023/1134 recogen medidas para evitar el establecimiento y la propagación de ambas plagas, así como las acciones a ejercer para la erradicación y contención en las zonas demarcadas por su presencia.

S. frugiperda ya ha alcanzado el Mediterráneo: este año ha aparecido en Turquía y Chipre. Esto, sumado a que las interceptaciones de la plaga en los controles fronterizos de la UE van en aumento, ha motivado la actualización de las medidas para garantizar su detección precoz y evitar la propagación.

Este noctuido es originario de América. Su área de distribución permanente se extiende desde Argentina hasta Estados Unidos, y en los últimos años ha colonizado el continente africano, el sur de Asia y Oceanía. Se trata de una especie muy polífaga, que afecta al maíz, la caña de azúcar, el sorgo y el arroz, aunque también se ha registrado su presencia en algodón, brassicas, cucurbitáceas, cacahuete, alfalfa, cebolla, judías, batata, tomates y otras solanáceas (berenjenas, pimiento, tabaco), además de en plantas ornamentales (crisantemos, claveles y Pelargonium sp.).

S. frugiperda, al igual que otras polillas del mismo género, migra regularmente a regiones menos cálidas durante el verano, y puede recorrer varios cientos de kilómetros, lo que favorece su rápida dispersión. En España, las condiciones ambientales favorecerían su establecimiento durante todo el año en buena parte del territorio. Además, la presencia de hospedantes también contribuiría a su dispersión natural.

Por su parte, P. japonica, nativa de Japón y de otras zonas del noreste asiático, se ha convertido en una grave plaga establecida en América del Norte. En Europa, se ha localizado en las Azores (Portugal), el norte de Italia, Suiza y Alemania. Nunca ha sido una plaga importante en Japón; sin embargo, se trata del insecto más destructivo en campos de golf, céspedes, prados y pastizales, y en plantas herbáceas y leñosas en el este de EE UU. Hace más de una década se calcula que se gastaban más de 460 millones de dólares al año para controlar a las larvas y los adultos, y alrededor de 156 millones de dólares para renovar o reemplazar el césped dañado o las plantas ornamentales. También es significativo el daño a los frutos de los árboles, a los pequeños frutos de arbustos, al maíz y a la soja.