La Comisión ha aprobado el Reglamento de Ejecución (UE) 2024/20, por el que no se renueva la aprobación del s-metolacloro. Una decisión que tendrá consecuencias en la gestión de malas hierbas, sobre todo en el cultivo del maíz.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) identificó en la evaluación del riesgo de esta sustancia activa varios ámbitos críticos de preocupación. En primer lugar, llegó a la conclusión de que existe la posibilidad de que el s-metolacloro y sus metabolitos pertinentes activos como herbicidas estén presentes en las aguas subterráneas por encima del límite paramétrico del agua potable de 0,1 μg/l, sobre la base de datos de seguimiento, y que, además, se prevé que estos metabolitos superen los 0,1 μg/l en todos los escenarios para todos los usos representativos basados en la modelización de las aguas subterráneas. Además, la EFSA constató un elevado potencial de exposición de las subterráneas por encima del límite paramétrico del agua potable de 0,1 μg/l para los metabolitos que son pertinentes toxicológicamente debido a preocupaciones o lagunas de datos en relación con la genotoxicidad o la carcinogenicidad. Por último, también detectó un alto riesgo para los mamíferos que se alimentan de lombrices de tierra debido a la intoxicación secundaria. Los países tienen hasta el 23 de abril de este año para retirar las autorizaciones de los productos fitosanitarios que contengan s-metolacloro, aunque pueden conceder un período de gracia que expirará el 23 de julio.

La gestión de malas hierbas en el cultivo del maíz se ha ido complicando en los últimos años, tanto por la caída del registro de diversas materias activas, restricciones de uso de otras, pero también por la aparición de malas hierbas resistentes a herbicidas, sobre todo gramíneas a algunos modos de acción ampliamente utilizados en post-emergencia. Este escenario se complica aún más con la pérdida del s-metolacloro, ya que es una de las principales materias activas aplicadas en pre-emergencia en el cultivo del maíz. Aporta un buen control residual de un amplio espectro de especies de malas hierbas, tanto dicotiledóneas como monocotiledóneas, entre las que destacan algunas de las gramíneas más importantes en el cultivo. “La pérdida total del s-metolacloro va a dificultar el control químico en pre-emergencia de las malas hierbas en el cultivo del maíz, ya que la mayoría de materias activas usadas en este momento, ya tienen también restricciones de uso por parte de la UE. Además, algunas especies de malas hierbas de la familia de las gramíneas están desarrollando resistencias a herbicidas, sobre todo de post-emergencia, como los inhibidores de la acetolactato sintasa (ALS)”, advierte Joel Torra, investigador del Grupo de Malherbología de la Universidad de Lleida, en referencia a especies como Echinochloa crus-galli, Panicum dichotomiflorum o del género Setaria.

De esta forma, el control químico en ese momento del cultivo se complicará, lo que aumentará la dependencia de herbicidas de pre-emergencia o post-emergencia precoz. Además, por ejemplo, en el caso de P. dichotomiflorum, al presentar tolerancia natural a las triquetonas (inhibidores de la HPPD), en poblaciones con resistencia a los inhibidores de la ALS, se pasará a depender totalmente del control en pre-emergencia.

Por otro lado, en la última década se está extendiendo en los cultivos de verano de Cataluña, Aragón y Extremadura la mala hierba invasora Amaranthus palmeri, que ha llegado de América con resistencia confirmada a inhibidores de la ALS y/o glifosato. Este hecho, junto con la falta de control observada en algunas poblaciones en condiciones de campo con los grupos herbicidas de las triquetonas o las auxinas sintéticas, imposibilita su control adecuado en post-emergencia. “El escenario para esta especie es parecido a algunas gramíneas, donde las pocas opciones de control químico serán en pre-emergencia, con el reto que supone esto debido a la restricción de uso de la mayoría de materias activas”, afirma Torra.

En muchos casos, el control químico quedará limitado a los herbicidas de pre-emergencia

Antes esta situación, adquiere mayor relevancia realizar una correcta gestión integrada de malas hierbas en los cultivos de verano, sobre todo en maíz, el cultivo que se verá más afectado por la pérdida del s-metolacloro. Para el malherbológo de la Universidad de Lleida, una adecuada gestión “debe integrar estrategias de control químicas y no químicas, siendo el eje principal las segundas, para reducir la dependencia de los herbicidas y la presión de selección que ejercen. Entre estas estrategias, destacan la rotación de cultivos, estrategias culturales para aumentar la capacidad competitiva de los cultivos y el control mecánico”. Desde un punto de vista del control químico, la mejor estrategia es la rotación de mezclas herbicidas con diferentes modos de acción.

Asimismo, la agricultura de precisión destaca entre las nuevas tecnologías que permitirán reducir el impacto ambiental de los herbicidas, también en el caso de los herbicidas de pre-emergencia, porque ahora “ya existe la posibilidad de hacer tratamientos localizados en función de las características de suelo o su contenido en materia orgánica. Así, debería ser posible un uso más sostenible de estas materias activas aplicadas en pre-emergencia que, en muchos casos, serán las pocas opciones disponibles desde un punto de vista del control químico”, concluye Torra.