Después de su primera aparición en la isla de San Miguel, en julio de 2021, Portugal ha anunciado la expansión y establecimiento de la sarna de los cítricos, enfermedad producida por el hongo Elsinoë fawcettii, patógeno de cuarentena en territorio europeo, en tres islas del archipiélago de las Azores. La enfermedad afecta principalmente a la calidad externa del fruto, por lo que su impacto es mayor en las producciones destinadas al mercado de consumo en fresco.

Las prospecciones oficiales, que se intensificaron tras la aparición del primer foco, han detectado nuevos brotes de la enfermedad en las Azores. En San Miguel se confirmó la presencia de E. fawcettii en trece lugares diferentes (pequeños huertos y jardines privados) en cinco nuevas parroquias: Água de Pau, Caloura, Lomba da Fazenda, Furnas y Rabo de Peixe. Además de los hallazgos en Citrus deliciosa, C. reticulata, C. limon, el patógeno también apareció en C. aurantiifolia, C. x limonia, C. sinensis y Citrus x clementina. En la isla de Fayal, en la comarca de Horta, se detectó el hongo en ocho árboles cítricos el pasado marzo. En Santa María se descubrió en octubre, en una muestra de limonero recolectada en un pequeño huerto en el municipio de Vila do Porto; posteriormente, también se encontró en un árbol de C. aurantium en otra pequeña huerta de la parroquia Santo Espírito.

La sarna de los cítricos afecta a naranjas, mandarinas, pomelos y limones, así como algunos patrones. Está ampliamente distribuida en las zonas citrícolas de América, África, el sudeste asiático y Oceanía, pero no está presente en la citricultura mediterránea. Se caracteriza por la presencia de costras suberosas en las hojas y la corteza de los frutos. En general, estas lesiones son poco específicas y pueden confundirse fácilmente con daños por viento u otras alteraciones.

Las temperaturas óptimas para la infección se sitúan entre los 23-27ºC. El período de incubación, que va desde el inicio de la infección hasta la aparición de síntomas, oscila de cuatro a seis días. La retirada de los frutos afectados, junto con la cosecha, permite bajar el nivel de inóculo en las parcelas y reducir las infecciones a los frutos jóvenes y las nuevas brotaciones. Para su control, suelen realizarse varias aplicaciones fungicidas durante el período de susceptibilidad del fruto, desde el inicio de la brotación de primavera hasta dos meses después del cuajado.