Tenía que llegar y así ha sido. Su presencia en forma de un cosechón en el grupo de mandarinas/clementinas//híbridos y por ello mismo la gran abundancia de calibres pequeños y, por ello mismo, anti-comerciales, es la auténtica causa de la crisis registrada esta campaña de gracia 2004/2005, y para hacerla más dura en la caída, los constantes temporales de lluvia un día sí y otro también, dando como resultado una pérdida que, sin duda, será superior a lo que se estima. Porque no es solamente el descenso de envíos por las causas citadas, sino también, el fallo comercial en todas las variedades por el efecto dominó. No hay que culpar a una u otra causa.

Ha sido el problema del tamaño de las frutas, pues allá donde han podio enviarse las que interesan, si bien pocas, van bien. Pero estamos en la iniciación de una producción del grupo citado mucho mayor. Recuérdese que son 17.000.000 los plantones salidos de los viveros autorizados y solamente en los tres últimos años, 10.246.415. Añádase a ellos planchas, varetas y esos "otros" no fáciles de localizar por su procedencia. Cierto es que todo ello pone de manifiesto un espíritu emprendedor, pero, ¿se ha pensado en que ellos necesitan un mercado que los asimile, consumiéndolas?

Esto nos hace volver a un tema en el que hemos insistido sin éxito, con total fracaso, a saber, la imperiosa necesidad, a la par que obligación, de contar con un mapa de la producción, con especificación no ya de variedades, sino también de los años del arbolado, lo que permitiría saber a dónde vamos en cosecha, salvo los normales accidentes de una producción que se realiza en "una fábrica si techo".

Esto es algo que desapareció tras nuestra Guerra Civil, y que no se ha recuperado. De otra parte, vivimos en un país en el que los sectores tanto de la producción como del comercio no es que vivan separados, sino que lo hacen enfrentados. Tenemos a la vista los países nórdicos, los del mejor nivel de vida de toda Europa, y allí estos sectores no están hermanados, pero no se consideran enemigos unos de otros.

¿Es esto aquí posible?. Por las trazas, constatamos que no. Y ahí tenemos a INTERCITRUS, organismo que podría ser válido, pero que no lo es, llevándose las cosas casi siempre al extremo.

La situación, difícil de superar, será negativa para todo el sector, máxime con la situación existente. Ahora ya comprobamos que se dan cuenta de ello en ambos lados. Porque no se trata del hecho de existir otros países que aparecen en el mapa de la producción y comercialización citrícola, no. Lo tenemos aquí mismo. Con amplios espacios, con una mentalidad distinta y, como consecuencia, dichas tierras producen más por unidad de terreno que las nuestras.

Esta es la clave más allá del problema salarial, pues es su productividad natural lo que les da ventaja. El Director de ANECOOP lo dice de manera tajante: "Con los actuales costes, si alguien sobra en la citricultura somos los valencianos", y los castellonenses y alicantinos, naturalmente.

Estamos viendo como en muy poco tiempo, ha aumentado la capacidad de empaquetado, tanto del sector privado, como del de la economía social. Pero ello no resuelve el problema esencial, que es el de la productividad de la producción que luego llega a tales espacios.

¿Pudo hacerse algo antes?. De sobra es conocido que sí, que cambia la posibilidad de unirse para producir en las zonas donde las variedades eran las mismas. Pero seguimos creyendo que solos somos los reyes, olvidando que el método actual, y real, es el de la cooperación, el del acuerdo.

¿Cuánto se ha insistido en ello por mucha, mucha gente?. La prensa escrita es testimonio de ello. Pero, sin suerte, pues algo se habría conseguido. Mientras tanto, la campaña sigue. El buque insignia de nuestra exportación, la Clemenules, sin precio en el campo", "a comercializar", realmente por su calibre y el crecimiento de la producción. Seguiremos, no obstante, en nuestro puesto. No podemos pasar página.  

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