Esta es la pregunta que se hacen muchas, pero muchas personas, en todos los lugares donde se producen cítricos, en España. Lo que parece extraño es que la cuestión se la planteen los que viven en el sector, ya sea en la capital de la Naranja, Valencia, como en Andalucía -la que le sigue en producción, reciente-, al igual que saliendo hacia el norte y pasando por Castellón se llega a las zonas tarraconenses, sin olvidar las tierras de esa capital que se denomina a sí misma, "la millor terreta del mon", o sea, Alicante, con su Vega Baja a cuestas que la sitúa en poco tiempo en Murcia y sus lindes.
Y decimos que parece extraña la pregunta, porque nadie que no fuera un vecino de las Batuercas, podía negar lo que sus ojos estaban viendo, a saber, contemplar como se llenaban los campos de arbolitos de mandarinas/clementinas de todo tipo, de ese primor de naranjas de última generación, tales como la Navel-lane-late y también las últimas en salir de los Viveros, tales como la Powell y la Chislet.
Pues, bien, la cuestión suscitada ha sido que hemos sobrepasado el tonelaje que con una cierta normalidad podemos consumir en nuestro propio país, incluso diría que podemos y debemos aumentar dicho consumo propio al haber alcanzado los 44 millones de habitantes con el añadido de los 58,5 millones de turistas del año 2006; también a la vez incide en poco tiempo el crecimiento que pueda tener el sumo tanto de naranja como de clementina, recién entrado en el mercado.
Todo ello, a la vez, ha tenido sus consecuencias en el aspecto esencial de la comercialización. Los dos grupos dedicados a ello, están conformados por la llamada economía social; es decir, las Cooperativas, que han aumentado en tonelaje, así como el comercio privado que además de aumentar su propiedad, cuenta con las OPs. Con las novedades de ambos grupos, han hecho que sus necesidades para el inicio de la comercialización, esencialmente de la exterior, no tanga necesidad de acudir al campo a adquirir tonelaje. Esto ha supuesto que no exista precio para los que no están implicados a ambos grupos, y con ello, no existe precio para los cítricos en el campo, pertenecientes a citricultores que no se han incorporado a los dos grupos citados.
Esto ha llevado a la situación que inició su andadura hace ya, con ésta en curso 2006/2007, tres campañas, la crisis que, esencialmente proviene de que en las últimas diez campañas han visto salir de los Viveros autorizados casi 50 millones de plantones, sin contar los que también llegan al campo por otros medios.
Esta es la situación. Hasta ahora los excesos de producción fueron similares en poco tiempo, porque, quizá, eran más medidos en su tonelaje. Pero, ahora, la cosa es bastante distinta. Las posturas tomadas por los grupos comercializadores nacen del exceso de producción, aunque no quieran verse así.