Desde luego, podemos estar tranquilos que no nos quedamos sin poder exportar y servir a Europa y el resto de países que ya los hacemos, nuestros cítricos, pese a la baja habida en la Comunidad Valenciana, porque, sin duda, entre lo que le ha quedado y contado con la producción del resto de Comunidades, seguiremos en el puesto que, desde 1849, iniciamos con el envío a unos pocos países de la Europa de entonces, las 9.216 toneladas que enviamos, que supuso el inicio de una actividad que ha atravesado años e incluso siglos. Comenzó en una población, cuyo nombra, Carcagente, es ya bien conocida, pero que entonces nadie sabía dónde estaba situada.

El hecho real de haber comenzado en no grades superficies de tierra, le dio el nombre al fruto y con el tiempo se le añadió aquello de "Carcaixent i dolçes", si bien se dice en la intrahistoria que los plantones con los que se inició la singladura, vinieron de Orihuela, vecina a Murcia, y entre ésta y Alicante, pero a aquella legaron desde Andalucía. Paremos aquí no sea que caigamos en error y provoquemos una guerrita de procedencias y realidades.

Viene esto a cuento en razón de que antes el hecho de haber bajado un tanto su producción la Comunidad Valenciana, aún alcanzando una cosecha de algo más de 3.000.000 toneladas, se nota ya la fuerza y el ímpetu de los que llegando más tarde han aprendido al no caer en el viejo sistema del minifundio, si bien hay que seguir dándole gracias al mismo dado que ahí nació la calidad. Pero en aquel entonces las personas y los alimentos viajaban por tierra en vehículos tirados por animales, y el resto en barcos de vela.

O sea, mucho ha cambiado el mundo. Y aún llegan los cítricos de estas tierras de la Europa del sol, el Mediterráneo y las antípodas.

Sí, hace ya años viene ampliándose la producción citrícola, porque las gentes viajamos muy fácilmente hoy, pese a vivir en mundo convulso y extraño, pero que, a la vez, busca las cosas donde las puede encontrar. En el amplio círculo del Mediterráneo ya hay países, muchos, que producen cítricos, algunos viejos, asimismo, como Italia, como el África en la que naciera de una mandarina, esa maravilla que se conoce como Clementina, nacida en Oran, y así denominada, por ser un árbol cuidado por un fraile llamado Clemente. Más hoy, existe un pequeño pueblo, a la orilla del Mediterráneo, Llamado Nules, que luchó años y años, con singular fuerza, hasta dar con la joya de las mandarinas/ clementinas, la Clemenules. Fue el tributo que obtuvo la población por el tiempo que aguantó esperando con la enorme ayuda de la técnica y la ciencia para evitar los múltiples problemas que, resueltos unos, llegaban otros.

Muchos son los nombres de investigadores que a través de los servicios oficiales quemaron sus cejas estudiando y llegando a dar solución a los problemas que subsistían. Es así como la Clemenules, con el respaldo de la población y la paciente investigación de los investigadores adscritos a las entidades valencianas de estudio se dio por fin en la yema y no en el hueso con el que se tropezaba. De ella, de la Clemenules, han surgido otras que han añadido categoría a la variedad central.

Me gustaría señalar nombres que jugaron esta importante partida, pero temo olvidar uno, aunque fuera solamente uno, al que no le agradaría ser olvidado.

Y si colectivizó en la población una parte substancial del éxito, lo mismo hago con los "bata blanca" que sé y conozco en toda su amplitud, pero el temor de olvidar siquiera uno, lo dejo así: colectivamente.

Comprar Revista Phytoma 192 - OCTUBRE 2007