Un año más, arranca la campaña agrícola y ante nosotros se abre un nuevo ciclo para el sector, cargado de retos ilusionantes.

La agricultura almeriense es uno de los pilares fundamentales de nuestra economía, por lo que debemos estar atentos a cualquier cambio que se produzca en el mercado.

Hablamos de una actividad que genera más del 20% del PIB provincial y da empleo a la sexta parte de la población ocupada en Almería.

A estas cifras hay que sumarle la aportación que realiza el comercio de productos fitosanitarios, abonos y semillas, cuyo sector está agrupado en FITOAL, organización miembro de ASEMPAL. Con una facturación cercana a los 600 millones de euros, la provincia aglutina el 23% de las ventas de productos fitosanitarios de Andalucía y el 7% del total nacional.

Almería, como estandarte del sector hortofrutícola español y europeo, ha de seguir liderando un modelo agrícola que debe afrontar una serie de retos de futuro. Conscientes de lo que somos capaces de hacer, hemos de avanzar hacia una agricultura integral, en la que todos los agentes implicados aúnen esfuerzo y sinergias.

Una agricultura que apueste por la producción integrada como alternativa viable, en la que debemos trabajar en equipo los almacenes de suministros, los productores, los distribuidores y la Administración. Tenemos que remar juntos en la misma dirección, puesto que todos vamos en el mismo barco, en búsqueda de una mayor modernización del sector, que proporcione la necesaria continuidad del liderazgo europeo de nuestro modelo agrícola y contribuya a un mayor desarrollo económico y social de la provincia.

Hemos de luchar contra el tráfico ilegal de productos fitosanitarios, que ponen en riesgo la salud del consumidor, el agricultor y el medio ambiente, causando un grave perjuicio al sector. No podemos permitir que el prestigio de la agricultura almeriense, obtenido a través del esfuerzo de las últimas décadas, sea cuestionado internacionalmente. Más aún, cuando la exportación de frutas y hortalizas almerienses supone el principal activo de la balanza comercial andaluza, pues somos la única provincia con saldo positivo (más de 1.000 millones de euros).

Para ello, necesitamos una respuesta ágil y coordinada de todos los participantes en la agricultura almeriense. La Administración tiene que imponer sanciones y penas de mayor calado, para que logren un óptimo efecto disuasorio; igualmente, ha de reforzar los controles e inspecciones, como responsables de la seguridad alimentaria, y todo ello, con la mayor rapidez posible para evitar futuras negligencias.

Asimismo, el sector agrícola debe concienciarse de sus actuaciones y de los productos que utiliza para sus cultivos. Los mecanismos de autocontrol son imprescindibles, y ahí, la trazabilidad juega un papel fundamental.

Desde FITOAL estamos preparando un Código de Buenas Prácticas aplicable a nuestras empresas asociadas, por el que éstas se comprometen a actuar de forma responsable, respetando el medio ambiente, garantizando la seguridad y la salud de los consumidores, y acreditando la absoluta legalidad de los productos que ponen a la venta. También vamos a poner en marcha un Comité de Expertos compuesto por empresarios, especialistas y técnicos de la industria fitosanitaria, con el objetivo de realizar un análisis exhaustivo y continuado de las inquietudes y los retos del sector.

Para afrontar estos retos con garantías, la agricultura almeriense necesita que se agilicen los procesos de autorización de nuevas materias activas, ya que las actuales poseen un menor grado de eficacia.

Recientemente, la Comisión Nacional de Aprobación de Productos Fitosanitarios ha autorizado el uso permanente de la materia activa metoxifenozida (Runner) para el cultivo de tomate y pimiento, una medida que supone un avance muy importante, ya que el cultivo de tomate y pimiento representa el 80% de la superficie hortofrutícola almeriense. Esperamos que a esta autorización se sumen otras muchas que aún están pendientes en España, mientras que en otros países ya están permitidas, lo que facilitará que el campo almeriense y la lucha integrada, en sinergia con la tradicional, puedan seguir avanzando con las herramientas que necesitan.

Asimismo, es imprescindible una armonización de los Límites Máximos de Residuos (LMR) de productos fitosanitarios en la Unión Europea que garantice que todos los países tengamos las mismas reglas de juego, lo que nos proporcionará mayor competitividad.

El sector agrícola debe seguir acometiendo importantes inversiones en innovación, seguridad alimentaria y formación, de cara a la implantación progresiva de la producción integrada.

Con estos mimbres, estoy convencido de que, entre todos, demostraremos al mercado internacional que el modelo agrícola almeriense es capaz de reaccionar ante cualquier situación, adaptarse y salir reforzado para continuar a la cabeza de la producción hortofrutícola europea.

Comprar Revista Phytoma 192 - OCTUBRE 2007