En los últimos 20 años, desde que se fundó la revista PHYTOMA-España en 1988, hemos asistido a importantes cambios, en la terapéutica vegetal, modificándose algunos conceptos, enfatizándose otros y surgiendo otros nuevos, especialmente en la lucha contra plagas causadas en los cultivos por parásitos animales (insectos, ácaros, ?) y vegetales (hongos, ?) de los que PHYTOMA-España ha sido cronista, algunos de los cuales pasamos a comentar.

En estos años se ha producido una creciente globalización mundial que ha tenido también su reflejo en el campo fitosanitario. En efecto, el aumento de intercambios de productos y material vegetal entre países y la mayor rapidez en el transporte ha tenido como consecuencia un aumento de la difusión de las plagas y enfermedades. De esta manera hemos asistido en nuestro país a la aparición de nuevas plagas (Phyllocnistis citrella, Dialeurodes citri, Parabemisia miricae, Coccus pseudomagnoliarum, Eotetranychus orientalis, Pezothrips kellyanus, etc. en cítricos, Frankliniella occidentalis, nuevo biotipo de Bemisia tabaci, Tuta absoluta, etc, en hortícolas y otras en diversos cultivos), algunas de difícil control como Paysandisia archon y sobre todo Rynchophorus ferrugineus en palmeras. Es previsible que este hecho continúe en los próximos años, a pesar de las inspecciones fitosanitarias y medidas cuarentenarias que, indudablemente contribuyen a aminorarlo.

Durante los últimos decenios el control de las plagas y de las enfermedades criptogámicas se ha efectuado básicamente con plaguicidas químicos, aunque, tal como preveía la OILB/SROP en 1977, ha ido evolucionando desde una lucha química más o menos indiscriminada, a la lucha química aconsejada por las Estaciones de Avisos (la Red de Alertas españolas se creó en 1973), y en los últimos veinte años hemos asistido al desarrollo y consolidación de la luchaquímica razonada, guiada o dirigida, especialmente desarrollada por las ATRIAs (Agrupaciones para Tratamientos Integrados en Agricultura), que se iniciaron a nivel español por una Orden del Ministerio de Agricultura en 1983 y de las que existen varios centenares en el territorio español. El trabajo en ellas desarrollado por técnicos competentes ha traído como consecuencia una notable racionalización en el control químico de las plagas al utilizar los plaguicidas más adecuados, en el momento oportuno, solo cuando se superan los umbrales de tolerancia, etc.

También en estos dos últimos decenios hemos asistido al inicio y desarrollo de la aplicación en las agriculturas españolas de la protección integrada que, aunque no prescinde de la lucha química, la limita al máximo, y la integra con otros métodos alternativos (biológicos, biotécnicos, culturales, genéticos, etc.) que trata de priorizar. Aunque su desarrollo ha sido lento, ha conseguido una notable implantación en varias Comunidades Autónomas, y es de esperar que se desarrolle más en los próximos años por razones económicas, ecológicas, toxicológicas y reglamentarias.

Precisamente por motivos reglamentarios, un hecho de importante impacto que ha sucedido en la terapéutica vegetal en el último decenio ha sido la notablereducción de los plaguicidas químicos autorizados en aplicación, en la Unión Europea, de la Directiva 91/414/CEE relativa a la comercialización de productos fitosanitarios, que entró en vigor en 1993 y que hasta la fecha (noviembre 2007) ha supuesto la retirada de casi 250 materias activas de uso en España (608 a nivel europeo), mientras que solo se han admitido 167 (de ellas solo 92 de las existentes con anterioridad), y además con muchas limitaciones.

Es decir que se han eliminado más de las dos terceras partes de las materias activas que estaban en uso en 1993, principalmente las genéricas de mayor uso (metidatión, etión, endosulfan, fentión, metil-azinfos, carbaril, diazinón, fenitrotión, malatión, triclorfon, diuron, etc.). Lo más grave para las agriculturas mediterráneas es que nos quedamos con pocos insecticidas (la mayor parte de los productos que se admiten son herbicidas y fungicidas). Aunque pueda haber motivos ecológicos o toxicológicos para eliminar esas materias activas, esto puede traer como consecuencia el que hayan plagas de difícil control, problemas en cultivos menores, mayores riesgos de resistencias, etc.

Es previsible que la Unión Europea continúe y profundice en esta línea exigente sobre los plaguicidas químicos cuando promulgue el nuevo Reglamento que, según está previsto, va a sustituir a la Dir. 91/414/CEE.

En esa misma línea otro concepto que se ha introducido estos últimos años y sobre el cual va a legislar pronto la Unión Europea es el de uso sosteniblede plaguicidas. En efecto, en base a una Decisión del año 2002 referente al Programa sobre el Medio Ambiente se ha elaborado una estrategia temática para reducir el impacto de los plaguicidas sobre la salud humana y el medio ambiente.

Esto se ha concretado en un proyecto de Directiva sobre uso sostenible de plaguicidas que posiblemente se publique en 2008 y que, entre otras cosas prevé el establecimiento de planes nacionales para reducir los riesgos y la dependencia de los plaguicidas, normativa respecto a la venta, manipulación y utilización de plaguicidas, así como planes de formación y sensibilización al respecto, inspecciones a los equipos de aplicación, prohibición de pulverizaciones aéreas, salvo casos excepcionales, adopción de medidas específicas para proteger el medio acuático y zonas sensibles, etc.

La tendencia actual en la UE es a fomentar prácticas agrícolas con un uso reducido o nulo de plaguicidas. De hecho, a nivel individual, algunos países como Suecia, Noruega, Holanda, etc. ya han implementado planes en este sentido. Así el gobierno de Suecia planificó en 1986 reducir el uso de plaguicidas en un 50% en un período de 5 años. Luego en 1992 planificó reducir el uso en otro 50%. Aunque no ha logrado disminuir el uso en el 75% previsto, si ha logrado una reducción del 68%.

 

Otro concepto que ha adquirido gran relevancia estos dos últimos decenios y ha tenido consecuencias legislativas en la UE, con implicaciones en el uso de plaguicidas es el de seguridad alimentaria. Una serie de disposiciones de la UE, entre las que destacan el Reglamento 178/2002 modificado por el 1642/2003 por el que se establecen los principios y los requisitos generales de la legislación alimentaria, se crea la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y se fijan los procedimientos relativos a la seguridad alimentaria, el Reglamento 852/2004 relativo a la higiene de los productos alimenticios, el Reglamento 183/2005 por el que se fijan los requisitos en materia de piensos, el Reglamento 882/2004 sobre los controles oficiales y el Reglamento 1935/2004 sobre materiales y objetos destinados a entrar en contacto con los alimentos, constituyen la normativa básica en esta materia. Actualmente, en la determinación del riesgo de los plaguicidas, juega un papel fundamental la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria.

En línea con la seguridad alimentaria se están desarrollando planes de control de plagas, uno de cuyos objetivos es minimizar los residuos de plaguicidas.

Además de los programas de producción integrada, determinados Organismos Oficiales y privados han implementado acciones prácticas en este sentido, destacando los planes ingleses desarrollados por la FSA (Food Standards Agency) para manzanas, peras, cereales, patatas y tomates.

También con referencia a los residuos de plaguicidas hemos asistido en estos dos últimos decenios a una creciente armonización de los límitesmáximos de residuos (LMRs) de plaguicidas en la UE en base a las Directivas 90/462/CEE para frutas y hortalizas, 86/363/CEE para cereales y 86/362/CEE para productos de origen animal. Sin embargo, en todos estos años solo se ha logrado armonizar aproximadamente la mitad de los LMRs. La publicación del Reglamento 396/2005 ha dado un nuevo impulso a esa armonización y esperemos que, aunque se ha retrasado la publicación de sus anejos y por lo tanto su entrada en vigor, se logre una próxima armonización más completa evitando así trabas injustificadas al comercio internacional en la UE.

 

Otro concepto que también ha surgido estos últimos años, en línea con la seguridad alimentaria, es el de trazabilidad, es decir, la capacidad de seguir el rastro de un producto alimenticio a través de todas las etapas de la producción, transformación, almacenaje y distribución ("del campo a la mesa"). Para los titulares de explotaciones agrícolas que utilicen productos fitosanitarios esto les obliga a anotar o registrar toda entrada de producto, los tratamientos efectuados, y las entregas y clientes a los cuales comercializa la mercancía identificada (Orden APA 326/2007).

Además de la normativa legal europea, a nivel español se han promulgado numerosas disposiciones legales referentes al control de plagas, en estos últimos veinte años. Entre todas ellas, destaca por su rango la Ley 43/2002 deSanidad Vegetal, que deroga la ya obsoleta Ley de 1908 y proporciona el nuevo marco jurídico para la sanidad vegetal en nuestro país. Aunque faltan aún por detallar algunos aspectos reglamentarios para su completa aplicación práctica, es la base legal en la que actualmente nos movemos.

Durante estos últimos decenios se ha venido prestando una atención creciente, no sólo a la seguridad alimentaria, sino también al posible impactoambiental por el uso de plaguicidas y a la adopción de adecuadas medidas de protección contra la contaminación ambiental. La protección de la entomofauna útil para los cultivos, de la fauna silvestre en general, tanto terrestre como acuícola, de las abejas, de la flora (fitotoxicidades), así como del medio (aire, suelo, agua, biota) ha supuesto, tanto normativa legal a tener en cuenta para la autorización de plaguicidas, como frases de riesgo y consejos de prudencia en las etiquetas, y también limitaciones y condiciones de uso.

Precisamente las importantes limitaciones que se están imponiendo a la lucha química estos últimos años y que posiblemente se incrementen en los próximos, está conduciendo al desarrollo de métodos alternativos en el control de plagas.

Entre ellos cabe destacar la mayor atención que se está prestando a la lucha biológica, tanto mediante la utilización de entomófagos, a través del incrementode enemigos naturales, especialmente en cultivos hortícolasprotegidos en invernaderos, o a través de la introducción y aclimatación de entomófagosexóticos, de los que se han desarrollado varios programas estos últimosaños (algunos con notable éxito, como los realizados contraPhyllocnistis citrella y Parabemisia myricae en cítricos), como mediante el empleode preparados microbianos o biopreparados. De estos se han desarrolladodiversos formulados a base de hongos, bacterias o virus entomopatógenos(algunos registrados en la UE), aunque sean aún de reducido uso, excepto lospreparados a base de B. thuringiensis cuyo uso es importante y que contra ciertasplagas son tan efectivos como los productos químicos convencionales.

Pero quizá donde más se han desarrollado estos métodos alternativos ha sido en lo que denominamos control biotécnico.

Por una parte se ha iniciado y se está desarrollando el empleo de los llamados plaguicidas fisiológicos o biorracionales más específicos de los artrópodos y menos tóxicos para los mamíferos como hormonas y reguladores del crecimiento de insectos (juvenoides, juvenógenos, ecdisoides y precocenos, alteradores de la síntesis de la quitina, etc.).

También han aparecido y se está implementando el uso de plaguicidas de origen natural (avamectinas, spinosinas, milbectina, etc. como insecticidas) o se han diseñado moléculas sintéticas miméticas de productos naturales como los fungicidas del grupo de las estrobirulinas.

Posiblemente el mayor desarrollo de estos métodos biotécnicos de control de plagas se ha logrado con la síntesis y el empleo de semioquímicos, especialmente las feromonas, utilizadas a través de diversos métodos: captura masiva, atracción y muerte, atracción y esterilización y sobre todo por la confusión sexual. Por este último método se está logrando el control, bajo ciertas condiciones, de plagas tan importantes como Cydia pomonella, Grapholita molesta y Anarsia lineatella en frutales, Chilo suppresalis en arroz, Lobesia botrana en el viñedo, Pectinophora gossypiella en algodón, etc. sin problemas de contaminación, residuos, desequilibrios biológicos, etc.

También en estos dos últimos decenios se ha intentado aplicar en algunos casos la lucha autocida unas veces con éxito aunque no siempre. El método más aplicado ha sido el de la cría y suelta de machos estériles, del que existe un importante proyecto en el caso de los cítricos valencianos para la lucha contra Ceratitis capitata. También se ha iniciado y se está aplicando contra esa misma plaga en una notable superficie la técnica de la quimioesterilización en campo con resultados esperanzadores.

 

Otro hecho destacable en la terapéutica vegetal en estos últimos años ha sido la utilización de la resistencia genética por medio de los organismosgenéticamente modificados (OGM) o cultivos transgénicos. Aunque, especialmente en Europa hay un gran debate social sobre los mismos con opiniones contrapuestas, lo cierto es que sus posibilidades son inmensas. El caso más paradigmático es el del maíz transgénico (bien resistente al taladros por incorporación de una o varias toxinas Bt, bien tolerante a herbicidas o con ambos caracteres a la vez) del que en 2006 se cultivaban más de 25 millones de Has. en el mundo; ese mismo año en España ese maíz (Bt) representaba más del 21% de la superficie de maíz sembrado.

En esta breve, superficial e incompleta reseña de los conceptos, a nuestro parecer más destacados, que han influido en la lucha contra plagas en estos últimos veinte años, no podemos dejar de citar la aplicación de las nuevas tecnologíasinformáticas, especialmente Internet a la sanidad vegetal. El uso de este instrumento para buscar información científica y técnica sobre plagas y su control, bases de datos sobre plaguicidas, sus registros y autorizaciones en diferentes países, sobre normativa legal fitosanitaria, sobre empresas y productos comerciales del sector, sobre Organismos Nacionales e Internacionales (FAO, OEPP, OILB, MAPA, UE, etc.) que intervienen en estos asuntos, etc. es de una utilidad extraordinaria por su inmediatez y economía, como años antes no podíamos imaginar.

Estas tecnologías son además un instrumento básico para transferir información y tecnología al sector (avisos de tratamientos, notas informativas, predicciones meteorológicas, etc.). Realmente están cambiando la forma de trabajar de los técnicos y agricultores en esta materia.

Como se ve, en estos dos últimos decenios, se han producido importantes cambios estructurales (no coyunturales) en el control de plagas agrícolas (solo hemos citado algunos) que han obligado a los técnicos y agricultores a una continua puesta al día, y a ir reajustando sus esquemas de lucha contra plagas.

Es previsible que este proceso continúe en los próximos años.

De momento, esta rápida evolución técnica, junto con las mayores exigencias de la Sociedad en seguridad alimentaria y protección medioambiental han conducido a las formas de agricultura que conocemos como producción controlada (EuroGAP, Aenor, Naturane, etc.), y producción integrada (normas de diferentes CC AA, normas estatales, normas OILB), que junto la ya clásica producción ecológica pretenden conseguir una agricultura sostenible.

Comprar Revista Phytoma 196 - FEBRERO 2008