Los aniversarios suelen ser motivo de satisfacción y regocijo. Cumplir veinte años viene a ser la confirmación de haber superado la mayoría de edad y poder visualizar el horizonte con nuevos bríos y reforzado entusiasmo. Saber que son ya veinte los años que venimos leyendo de forma cotidiana la revista PHYTOMA no deja de ser motivo de satisfacción para todos. De hecho en mi caso, como seguramente en el de muchos otros, se ha convertido en mi agenda informativa sobre Sanidad Vegetal. Abrir sus páginas cada mes no deja de ser motivo de inusitada curiosidad y desvelo por las novedades allí recogidas. Mis felicitaciones por la labor realizada durante estos veinte años y que espero sean muchos más.

Pero los aniversarios son también motivo de reflexión. Veinte años equivale a más de la mitad de la vida profesional de cualquiera de nosotros y en este caso la reflexión se convierte en sorpresa. Parece que ha sido todo muy rápido.

Posiblemente demasiado rápido. El análisis retrospectivo que PHYTOMA me ha pedido sobre la malherbología en este periodo de tiempo quedaría sintetizado en este término: rapidez. Los que nos iniciamos en nuestras tareas profesionales hace ya más de veinte años podemos recordar que nuestros primeros trabajos se escribían aún con máquina de escribir, -aunque algún colega avanzado nos hablaba de los ordenadores-, nuestra docencia en las aulas se impartía, como gran avance tecnológico, con transparencias y a lo sumo con algunas diapositivas.

 

La comunicación con nuestros colegas era por correo (correo con sello de estanco) y las presentaciones en los congresos era con diapositivas que debían ser manipuladas en centros especializados para poder elaborar aquellos esquemas que habíamos diseñado previamente a mano o con "rottring". Había sus ventajas, no sonaban los móviles nunca, pero también sus inconvenientes. No teníamos puntero láser ni cañón para proyectar. En el campo, cuando visitábamos los ensayos la mejor ?y única- georeferenciación de la parcela eran las estacas que allí teníamos clavadas. En cualquier caso, realizábamos -al igual que hoy en día- la misma actividad pero con distintos medios.

El contraste en la forma de desarrollar nuestra tarea antes o después de esos veinte años, podemos trasladarla también a nuestro campo científico. En el caso de la malherbología en España el gradiente es aún mayor. Hace veinte años la Sociedad Española de Malherbología (SEMh) aún no existía. Nació un año más tarde que PHYTOMA. Se fundó en 1989 y su primer congreso fue en 1990.

Los objetivos o focos de actuación que la Sociedad ha venido promocionando durante este tiempo se pueden centrar en tres: investigación, docencia y transferencia de tecnología. Haciendo un análisis de cada una de estas facetas, podemos detectar puntos débiles y puntos fuertes, pero sin lugar a dudas y en los tres casos, la conclusión es que las metas alcanzadas han sido muy altas.

Empezando por la investigación, podemos comentar que el número de investigadores en España ha aumentado de forma considerable. Veinte años atrás, entre el CSIC y el INIA, no había más de cinco grupos en España que oficialmente correspondiesen a grupos de malherbología. Y el número total de investigadores posiblemente no llegara a la docena. La aparición de un artículo en Weed Research era recibido con suma satisfacción y motivo de comentario en las reuniones. En la actualidad, el número de grupos y de investigadores ha aumentado.

Se han creado nuevos grupos en varias universidades y los grupos ya existentes han incorporado nuevos investigadores jóvenes. La SEMh tiene más de 200 socios y el número de socios españoles en la European Weed Research Society es de los más altos de Europa con 38, cifra superada solo superada por Alemania, Gran Bretaña y Hungría. El promedio de tesis doctorales leídas en temas de malherbología, en el último quinquenio, son en promedio entre 3 y 5 por año. Según cifras de los años 2005 y 2006, el país que más artículos científicos publicó en Weed Research fue España, estando seis de ellos entre los diez más citados dentro del ranking del año 2006, año en el que esa revista alcanzó un índice de impacto mayor que Weed Science, Weed Technology o Crop Protection e incluso mayor también que el de otras revistas de agronomía como European Journal of Agronomy, Crop Sciences, Plant and Soil o Agronomy Journal.

 

Volviendo a la SEMh, ésta ha organizado once congresos nacionales, con un promedio de 50-60 comunicaciones en cada uno de ellos. Los distintos grupos de trabajo creados han permitido la conexión entre distintos grupos de investigación y fruto de ello, ha sido la obtención de distintos proyectos de investigación coordinados del Plan Nacional I+D+I. Los temas que han sido y son motivo de estudio por parte de estos grupos son muy variados, pero podemos centrarlos en los aspectos siguientes: modelización del comportamiento biológico y ecológico de las malas hierbas; competencia malas hierbas y cultivos; agricultura de precisión aplicada a la malherbología; detección y manejo de poblaciones resistentes a herbicidas; transferencia génica entre cultivos y malas hierbas; eficacia de herbicidas y coadyuvantes; métodos de control mecánico de malas hierbas; acolchados y cubiertas vegetales; plantas parásitas; manejo de malas hierbas en agricultura ecológica; funcionalidad de las malas hierbas; etc.

Por cultivos, la mayoría se centran en el ámbito de la agricultura extensiva, aunque también los frutales y los cultivos hortícolas, han sido, y son, motivo de estudio.

Sin duda, existen ámbitos científicos o cultivos que no son cubiertos por parte de nuestros malherbólogos y que requerirían un esfuerzo en ese sentido.

Pero la solución no pasa por diversificar la actividad investigadora de los grupos ya existentes sino por potenciar la investigación en aquellas zonas y en aquellos ámbitos que resulte necesario hacerlo, bien creando nuevos grupos o incrementando los ya existentes. La distribución geográfica de la investigación en malherbología en España no está acorde con la potencialidad de las distintas áreas de producción agraria ni con la distinta tipología de esa producción. Los planteamientos científicos dependen de las comunidades autónomas y no en todas ellas existen grupos de malherbología. Sin embargo, y a pesar de estos handicaps, el avance que esta ciencia ha adquirido en nuestro país en los últimos años es evidente y muy significativo.

 

Por su parte, la docencia de la malherbología en estos veinte años, ha vivido una trayectoria desigual. A raíz de los primeros cambios en los planes de estudio acaecidos en el año 1992, se pudo incorporar en los estudios universitarios asignaturas optativas. Por esa opción se incorporó la malherbología como asignatura, en varias escuelas de ingenieros agrónomos y de ingenieros técnicos agrícolas de España. Al revisar esta situación hace un par de años, se constata que esa asignatura no figura aún como troncal u obligatoria en ningún plan de estudios de las 17 escuelas de ingenieros agrónomos, siendo optativa en 12 de ellas. Es más en algún centro ha dejado de impartirse. La SEMh ha seguido con preocupación esta situación y ha querido promover esa docencia. Muestra de ello es que de los once congresos organizados nueve de ellos lo han sido en escuelas o facultades universitarias donde la investigación en malherbología era presente. Pero en cualquier caso se es consciente de los profundos cambios que las enseñanzas superiores están sufriendo a nivel del espacio europeo de enseñanza superior. La incorporación de los estudios de máster abre nuevas expectativas de futuro, al permitir mayor flexibilidad en la oferta de contenidos. Ya existen algunos precedentes en este sentido con la oferta de algún máster oficial de protección integrada de cultivos donde la malherbología tiene un claro protagonismo.

Sin embargo la formación en malherbología no se restringe a los planes de estudio de las universidades. Aparte de la que oficialmente existe, desde la SEMh se ha dado apoyo a actividades específicas de formación para técnicos de empresas privadas y agentes del sector. Los cursos de reconocimiento de plántulas de malas hierbas constituyen un evento anual que ha alcanzado ya las doce ediciones de invierno y las cuatro de primavera. Otros cursos y jornadas técnicas se han organizado también en el ámbito del manejo de malas hierbas en cítricos o de la estadística aplicada a la malherbología. Se dio apoyo también a los cursos internacionales organizado sen Córdoba y Zaragoza hace ya varios años. Continuar promocionando estas actividades constituye un importante objetivo.

En cuanto a la transferencia de tecnología, la actividad se ha desarrollado de distinta forma. En este ámbito, han tenido, y tienen, un papel clave, las empresas del sector, en especial de los productos fitosanitarios. Aunque también es verdad que en ciertas áreas esta tarea resulta más exitosa que otras. Un buen ejemplo de esta actividad la constituye el grupo del CPRH (Comisión Para la Prevención de las Resistencias a Herbicidas). Este grupo de trabajo de la SEMh viene desarrollando una actividad conjunta con las empresas de fitosanitarios, en la detección y control de poblaciones de malas hierbas resistentes. Resulta un muy buen ejemplo de relación entre ciencia y empresa. Ciencia aportada desde organismos oficiales, universidades y empresas, participada por servicios de Sanidad Vegetal y otros agentes de la protección de cultivos y transferida a los técnicos y gestores agrarios. En esta cadena (o red) de transferencia existen eslabones cuya optimización permitirían mejorar aún este objetivo. En cualquier caso los logros alcanzados y la trascendencia de sus resultados son realmente significativos. El reto consiste en trasladar este modelo a otros ámbitos de la malherbología. En todos ellos los servicios de sanidad vegetal tienen un papel relevante y clave. Un buen ejemplo está en las actividades llevadas a cabo por el grupo de Herbología de los distintos Servicios de Sanidad Vegetal de España. La mayoría de miembros de este grupo son a su vez delegados activos de la SEMh.

 

La malherbología, a pesar de ser una ciencia reciente, ha sido testigo, en los últimos veinte años, de importantes avances tecnológicos y cambios significativos.

Entre los avances tecnológicos podemos destacar los métodos de georeferenciación y de manejo de malas hierbas aplicando los principios de la agricultura de precisión. Los conceptos de nivel de pérdidas, umbrales de tratamiento, eficacia herbicida, etc. adquieren aquí un claro protagonismo. Los métodos mecánicos de control de malas hierbas nos han presentado diversas novedades basadas en principios ya conocidos pero con clara proyección en agricultura ecológica. La agricultura de conservación y la siembra directa, en concreto, han ofrecido una forma de producción tanto o más eficaz y con menores costes. Por su parte el advenimiento de los cultivos transgénicos ha constituido un cambio significativo en el tradicional concepto de manejo de malas hierbas. En este período de tiempo, han tenido lugar hechos que han obligado a nuevos planteamientos y enfoques en los sistemas de control de malas hierbas.

La obligada reducción, a corto plazo, del uso de herbicidas y la eliminación de ciertas materias activas de los registros oficiales, son, sin duda, los aspectos más trascendentes. Todo ello condiciona a investigadores, empresas, agentes de transferencia y a productores hacia la búsqueda de nuevos planteamientos e ideas.

Los distintos sistemas de producción agrícola han recibido en los últimos años distintos nombres: agricultura convencional, de conservación, ecológica, de precisión, funcional, etc. Pero curiosamente en todos ellos uno de los principales elementos que siempre ha sido motivo de preocupación son las malas hierbas. La ciencia avanza, nuestros métodos de producción también. Las malas hierbas existen y, casi con toda seguridad, continuarán existiendo.

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