Las Buenas Prácticas Agrícolas, y las Fitosanitarias en general, suponen una herramienta fundamental que garantiza la producción de alimentos de calidad, algo que la sociedad actual exige. La utilización correcta y segura de los productos fitosanitarios está íntimamente ligada a las tecnologías disponibles y al nivel formativo y de conocimiento de los usuarios. En este artículo se realiza un repaso a la evolución de las tecnologías en materia de aplicación de cultivos, a la más que importante modificación de la reglamentación, tanto nacional como europea, y a la influencia que todos estos aspectos tienen en el comportamiento y modo de hacer de los usuarios.

 

Bajo el término Buenas Prácticas Agrícolas se engloban infinidad de conceptos, métodos de actuación, criterios de selección y toma de decisiones, todas ellas encaminadas a la consecución de un objetivo final: hacer que la actividad agrícola se convierta en un sistema productivo económicamente viable y que al mismo tiempo garantice la sostenibilidad, el respeto al medio ambiente y la seguridad a lo largo de toda la cadena alimenticia. No olvidemos que la producción agraria (entendiendo como tal la agrícola y la ganadera) es el primer eslabón de una cadena que acaba en la mesa del consumidor por lo que es absolutamente imprescindible que el punto de partida garantice unos niveles de calidad de acuerdo con las exigencias de la sociedad actual. Sin embargo, todos estos aspectos pueden en muchos casos quedar diluidos o enmascarados tras bellas y prometedoras palabras si tras las mencionadas Buenas Prácticas Agrícolas no se ofrecen soluciones concretas.

La aplicación de productos fitosanitarios representa, para la mayoría de los cultivos que caracterizan el clima mediterráneo, una de las labores más importantes en el ciclo productivo. El elevado peso específico en el balance económico, debido fundamentalmente a los costes de los productos, la imperiosa necesidad de realizar la aplicación en el momento oportuno con el fin de garantizar los máximos valores de eficacia y controlar la plaga y/o la enfermedad, el respeto al medio ambiente y la garantía de la sostenibilidad de los recursos naturales disponibles, y la estrecha relación que el uso de los fitosanitarios tiene en la calidad y seguridad de los alimentos producidos, son razones más que suficientes para llevar a cabo acciones conducentes a la mejora de las técnicas y criterios actualmente empleados en el proceso.

Todas estas razones anteriormente expuestas, si bien no pueden considerarse nuevas, si que es bien cierto que el interés despertado y la preocupación generalizada, no solo en el sector correspondiente, sino en la sociedad en general, han experimentado un notable cambio a lo largo de los últimos años. Es evidente que nada tiene que ver la sensibilidad y la preocupación que hoy en día existe por los temas medioambientales que la que había veinte años atrás. Y ese cambio ha sido causa o efecto de la evolución que a su vez ha experimentado el sector agrícola y los sistemas de producción. La incorporación de las nuevas tecnologías al sector agrario, con especial relevancia de todos aquellos aspectos relacionados con la agricultura de precisión, hacen que hoy en día sea absolutamente imposible comparar las características técnicas y las prestaciones de los tractores, equipos de fertilización, cosechadoras o equipos para la aplicación de fitosanitarios. Y especialmente estos últimos, junto con aquellos otros pertenecientes a los grupos de máquinas encargadas de distribución de insumos (fertilizantes, fitosanitarios o semillas) son los que han evolucionado de forma más notable. Una evolución que ha venido marcada por un doble objetivo: mejora de la calidad de trabajo y disminución de los riesgos para el aplicador y el medio ambiente.

Pero no únicamente las tecnologías empleadas han experimentado un cambio sustancial. Esta evolución no hubiera servido de nada si no hubiese ido acompañada de otro tipo de medidas, algunas oficiales emanadas de las autoridades locales y/o europeas, otras en cambio de menor impacto geográfico pero igualmente eficaces, y otras, al fin, consecuencia de la preocupación social y de la necesidad de gestionar de forma adecuada un patrimonio, el agrícola, cuya balanza económica ha sufrido ya bastante estos últimos años y que, lamentablemente, en demasiadas ocasiones se coloca en el punto de mira de unas críticas no del todo justas. Las líneas que siguen a continuación intentan ofrecer una visión objetiva de la evolución que a lo largo de estos últimos veinte años han experimentado el sector de la maquinaria de aplicación de fitosanitarios, la legislación en materia de protección de cultivos, y las iniciativas puestas en marcha con objeto de mejorar y garantizar una aplicación segura y eficaz.

 

Evolución de la tecnología

Si bien el concepto puramente técnico de la aplicación de fitosanitarios no ha cambiado nada (un proceso de formación de gotas y un sistema más o menos fiable de transporte de las mismas hasta el objetivo) lo que diferencia claramente los equipos de hoy a los equipos de hace dos décadas es el desarrollo de nuevos elementos y la incorporación de las nuevas tecnologías, y todo ello con un doble objetivo: mejorar de la seguridad de aplicador y garantizar una aplicación eficaz y sostenible, reduciendo al máximo la cantidad de fitosanitarios a utilizar y limitando los efectos nocivos de una mala gestión. Así a lo largo de estos últimos años el panorama en cuanto a boquillas de pulverización ha cambiado radicalmente: nuevos diseños capaces de reducir la deriva, nuevos conceptos de pulverización por lo que hace referencia al tamaño de gota y a la presión de trabajo, clasificaciones ISO que facilitan la selección por parte del usuario, catálogos más completos y con mejor información, y ligado con eso infinidad de aplicaciones web en las que se simplifica enormemente el imprescindible pero a veces olvidado proceso de la selección adecuada de las boquillas de pulverización. Importante también destacar la incorporación (obligatoria) de sistemas antigoteo en todos los equipos nuevos, elemento que reduce de forma notable la contaminación puntual por fitosanitarios.

En el aspecto puramente de calidad de la aplicación, cabe señalar los grandes avances experimentados en materia de estabilidad de las barras de pulverización, con sistemas electrónicos y nuevos diseños inteligentes que permiten un adecuado seguimiento de las irregularidades del terreno. En el campo de los pulverizadores hidroneumáticos para tratamientos en frutales, la evolución del diseño y prestaciones de los ventiladores también ha sido espectacular, con notables mejoras en el rendimiento (menores consumos de potencia), uniformidad en la salida de aire e incorporación de deflectores capaces de adecuar la distribución de líquido al perfil de la vegetación, a la vez que permiten la reducción de las pérdidas por deriva.

Las nuevas tecnologías también han supuesto un cambio sustancial en lo que hace referencia a las prestaciones y seguridad en las aplicaciones. La incorporación de sensores de ultrasonidos capaces de detectar presencia de vegetación y abrir o cerrar el circuito hidráulico, especialmente en el caso de las aplicaciones en plantaciones frutales, es algo ya prácticamente común en todos los equipos. Pero no solo eso; en algunos casos estos sensores no solo detectan presencia de vegetación, sino que son capaces de determinar las características de la misma, pudiéndose utilizar esa información para modular la cantidad de producto a aplicar en función de las características particulares del objetivo [1]. Y un aspecto que ha revolucionado de forma determinante el mundo de la pulverización ha sido la incorporación de la agricultura de precisión y todos los elementos a ella vinculados: la utilización de sistemas de recepción de la señal de satélite para la ubicación exacta del equipo en la parcela, la elaboración de mapas de vegetación y su posterior utilización para las recomendaciones de dosis, los sistemas de autoguiado que evitan el doble solapamiento entre pasadas e incluso la incorporación de información sobre zonas de seguridad o áreas sensibles en las que la aplicación debe suprimirse, son algunos ejemplos de algo hoy en día habitual pero prácticamente impensable hace veinte años.

Y en cuanto a otro tipo de incorporaciones quizá menos espectaculares pero igual de eficientes en materia de sostenibilidad podemos mencionar la cada vez más habitual presencia de incorporadores de productos fitosanitarios, no solo en equipos de barras sino también en atomizadores (mayor complicación consecuencia del propio diseño y las características de los cultivos), la creciente incorporación prácticamente de serie, sobre todo en equipos de gama media alta, de depósitos auxiliares de agua limpia para la limpieza del depósito (externa e interna), punto este de importancia capital para la reducción de la contaminación, la mejora en el diseño de los depósitos que repercute en un menor volumen residual, en cumplimiento de las normativas establecidas, la presencia de elementos que, aunque simples a primera vista (cepillos para limpieza externa, habitáculos para el transporte de fitosanitarios, elementos de protección del operario) resultan altamente útiles y facilitan la tarea eficaz y segura del operario.

 

Legislación para un uso seguro y eficaz

Hablar de legislación en materia de aplicación de fitosanitarios es hablar, sin lugar a dudas, de la propuesta de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo por la que se establece el marco de la actuación comunitaria para conseguir un uso sostenible de los plaguicidas [2] y que no tiene otro objetivo que la reducción de la cantidad de fitosanitarios utilizada. La ya famosa "estrategia temática sostenible" ha recorrido un largo camino desde que, allá por el 2002 se presentó el primer borrador de la propuesta. Largo camino que ha conducido a informes favorables como el recientemente emitido por la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria [3] el pasado mes de septiembre (A6-0347/2007) en el que, entre otras consideraciones argumenta que "un requisito fundamental para el uso correcto de los productos fitosanitarios son un conocimiento adecuado y un funcionamiento correcto de los equipos", en relación directa a las propuestas presentadas sobre formación obligatoria de usuarios e inspección periódica de los equipos en uso. Con respecto a este último punto, el mismo informe cita textualmente que "en el plazo de cinco años a partir de la fecha contemplada en el articulo 20, apartado 1, los Estados miembros velaran por que todos los equipos y accesorios de aplicación de plaguicidas para uso profesional se hayan inspeccionado al menos una vez, y que se utilicen profesionalmente solo los equipos y accesorios de aplicación de plaguicidas que hayan superado con éxito la inspección. En lo sucesivo, las inspecciones obligatorias se efectuarán al menos cada cinco años".

Los dos párrafos anteriores, extraídos directamente del informe de la Comisión, recalcan algunas de las doce medidas que conforman la propuesta de Directiva, la formación obligatoria y la inspección periódica de los equipos en uso [4]. Respecto a esta última, cabe señalar que, con objeto de adecuar la legislación a la existente en muchos países de la UE, ya el año 2002 se aprobó en España la modificación del Reglamento Técnico Sanitario [5], primer documento oficial que incorporaba explícitamente la necesidad de implantar como obligatorio un sistema de control de los equipos en uso, cuyas ventajas han sido ampliamente demostradas [6] precisamente desde hace veinte años, los mismos que lleva realizando este tipo de actividades (de forma voluntaria en la mayoría de los casos) el Centro de Mecanización Agraria de Lleida (Generalitat de Catalunya).

Pero la propuesta de Directiva va más allá. Europa apuesta por la formación y sensibilización de todos los agentes implicados en el manejo de los productos fitosanitarios, insta a los estados miembros al establecimiento de una base de datos actualizada y fiable respecto al consumo total de fitosanitarios, delimita el uso de los productos en áreas sensibles, propone la adopción de medidas para fomentar una agricultura con un uso reducido de plaguicidas y fomenta el establecimiento de un reglamento único y armonizado para la gestión integrada de plagas [7].

Sin embargo, el elemento central de la nueva directiva es, sin duda, el denominado Plan de Acción Nacional, es decir, el paquete de medidas que cada uno de los Estados Miembros deberán poner en marcha y que conducirán, entre otras, a decisiones como la obligatoriedad de producir siguiendo los principios de la gestión integrada de plagas a partir de 2014, la implantación de una red de centros, públicos o privados, capaces de ejecutar la inspección obligatoria de todo el parque de equipos de tratamientos, la prohibición, o al menos fuerte reducción, de las aplicaciones aéreas o el establecimiento de un sistema de intercambio de información y mejora de buenas prácticas.

Resulta evidente que una acción globalizadora de este tipo era absolutamente necesaria. Si bien es cierto que los últimos veinte años la aplicación de fitosanitarios ha mejorado e incrementado los niveles de eficacia y eficiencia, no lo es menos que acciones individuales y/o voluntarias en este tiempo desplegadas (inspección de equipos, producción integrada, elaboración de manuales de buenas prácticas, recogida selectiva de envases?) requieren un elemento aglutinador y organizador, estableciendo normativas de obligado cumplimiento y, en el caso en que ello sea necesario, las correspondientes penalizaciones derivadas de su incumplimiento.

 

Buenas Prácticas Fitosanitarias: proyecto TOPPS

Cuando la tecnología ha evolucionado de la forma que lo ha hecho, es preciso garantizar su uso adecuado. Y la formación del usuario tiene una importancia capital. A lo largo de estos últimos veinte años la evolución de los equipos de aplicación, y de los propios productos fitosanitarios, ha sido mucho más rápida que el incremento del nivel formativo de nuestros agricultores. De ahí las notables y numerosas acciones iniciadas encaminadas a elevar el nivel profesional de todos los agentes implicados, como el establecimiento del carnet de aplicador, las diferentes guías de buenas prácticas elaboradas o los cursillos de formación y divulgación impartidos por toda la geografía española. Y nuevamente ha sido Europa la que ha apostado firmemente por la formación. Incluyéndola como uno de los artículos en la anteriormente descrita propuesta de directiva, o más recientemente, invirtiendo una cantidad importante de recursos en la puesta en marcha del proyecto TOPPS [8]. Un proyecto, financiado por la Unión Europea (LIFE) y la Asociación Europea para la Protección de las Plantas (ECPA), cuyo título, Formación de los usuarios para prevenir la contaminación por el uso de fitosanitarios, indica la clara apuesta que Europa realiza sobre la formación.

TOPPS es, según todos los expertos, una de las herramientas básicas que permitirán alcanzar algunos de los objetivos descritos en la directiva de uso sostenible debido a sus características: integrado por 15 países de la UE cubre todas las zonas y problemáticas agrícolas; apuesta decididamente por la formación y trata de cambiar el modo de acción de los usuarios; su objetivo abarca desde el transporte del producto a la explotación hasta la gestión de los residuos generados, incluyendo el agua de lavado de las máquinas; involucra a todos los agentes implicados (fabricantes de maquinaria, compañías de productos fitosanitarios, técnicos, agricultores?) realizando una labor en "tela de araña" lo que le permite llegar hasta el último y más alejado de los usuarios.

Uno de los grandes logros de este proyecto ha sido la elaboración, por primera vez, de la Guía de Buenas Prácticas Fitosanitarias común para toda la UE.

Un documento elaborado y consensuado por todos los países participantes que, actuando sobre tres pilares básicos: conocimiento y formación del usuario, tecnologías empleadas e infraestructuras necesarias, ofrece una detallada descripción y modo de acción en los elementos o fases más importantes del proceso de la aplicación de fitosanitarios: transporte, almacenamiento, antes, durante y después de la aplicación, y gestión de los residuos. Y todo ello apoyado con demostraciones prácticas y sesiones formativas que han dado ya importantes frutos, como la creación de una importante red de intercambio de información entre todos los agentes involucrados, la puesta en marcha de discusiones y propuestas de actuación interdisciplinares (fabricantes de maquinaria y productores de fitosanitarios) e incluso servir de punto de partida para la elaboración de las normativas y reglamentos que se derivaran de la inminente reforma legislativa Europea.

El proyecto TOPPS se ha erigido como un elemento práctico canalizador de muchas de las acciones propuestas en la directiva para un uso sostenible de fitosanitarios, está en perfecta sintonía con la actual legislación y tiene como objetivo general y prioritario la gestión segura y sostenible de los fitosanitarios en Europa.

 

Consideraciones finales

Las líneas expuestas hasta ahora ponen de manifiesto un hecho evidente: una mirada retrospectiva a los últimos veinte años indica que algo ha cambiado.

Nuevas tecnologías, nuevas preocupaciones, nuevos problemas. Todo ello ha puesto en marcha la maquinaria legislativa, tanto en Europa en general como en todos los países miembros en particular (añadiendo en nuestro caso las particularidades de las Comunidades Autónomas). Un cambio en la legislación cuyo principal objetivo es garantizar un uso seguro y eficaz de los plaguicidas. Un reciente ejemplo lo encontramos en la reforma del tercer Plan Renove de Tractores, en el que el Ministerio de Agricultura ha apostado por la incorporación, entre otros implementos, de los equipos de aplicación de fitosanitarios, en un intento de incentivar la renovación del parque de maquinaria y adecuarlo a las nuevas exigencias medioambientales.

Y esa garantía pasa, sin duda alguna, por un adecuado conocimiento y una formación de calidad de nuestros técnicos y agricultores. Y en esa tarea estamos todos implicados. Tenemos por delante un periodo no muy largo pero si muy intenso. Entre el 2010, en el que previsiblemente entrará en vigor el paquete legislativo actualmente en discusión, y el 2014, fecha establecida para la plena aplicación, habrá que poner a punto las tecnologías, los medios disponibles y, sobre todo, la capacidad y el nivel formativo de todos. Y como siempre, las Buenas Prácticas siguen siendo imprescindibles.

 

BIBLIOGRAFÍA

[1] GIL, E., ESCOLÀ, A., ROSELL, JR., PLANAS, S. and L. VAL. 2007. Variable rate application of plant protection products in vineyard using ultrasonic sensors. Crop Protection 26 (2007) 1287-1297

[2] COM 2006. Propuesta de Directiva del Parlamento Europeo y del Consejo por la que se establece el marco de la actuación comunitaria para conseguir un uso sostenible de los plaguicidas. http://eur-lex.europa.eu/LexUriServ /site/es/com /2006/com 2006_0373es01.pdf

[3] COM 2006. Informe de la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria sobre la propuesta de Directiva del Parlamento Europeo. http://www.europarl. europa.eu/sides

[4] GIL, E. 2007. Inspection of sprayers in use: a European sustainable strategy to reduce pesticide use in fruit crops. Applied Engineering in Agriculture Vol. 23(1): 49-56

[5] GIL, E. 2006. The Spanish perspective on pesticide application issues on international standards and regulatory demands. Aspects of Applied Biology 77, International advances in pesticide application 2006, pp. 51-62

[6] GIL, E. and F. GRÀCIA. 2007. Calibration and Inspection of Sprayers: Proposals for a Joint-Venture to Reduce the Use of Plant Protection Products. In Second European Workshop on Standardized Procedure for the Inspection of Sprayers in Europe ? SPISE, ed. H. Ganzelmeier and H.J. Wehmann, Germany

[7] BiPRO, 2004. Assessing economic impacts of the specific measures to be part of the Thematic Strategy on the Sustainable Use of Pesticides; ENV.C.4/ETU /2003/ 0094R;October2004.http://europa.eu.int/comm/environment/ppps/ home.htm

[8] ROETELLE, M. 2008. Strategies to reduce point source losses of PPP to water focus on "behaviour; technique and infrastructure": results and lessons learned from the TOPPS project. Aspects of Applied Biology 84, International advances in pesticide application 2008, pp. 357-368. http://www.topps-life.org

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