En este artículo se intenta ahondar sobre un fenómeno tan complejo como es el de la resistencia a fitosanitarios, destacando principalmente las razones por la que se origina, los mecanismos implicados y las claves para establecer programas anti-resistencia. Defendiendo además la necesidad de compromiso de todos los sectores implicados en la agricultura (productores, organismos oficiales, empresas de fitosanitarios,..) para hacer frente a este difícil reto. Cada vez el suministro de nuevas materias activas es menor, y por otro lado la revisión Europea está provocando la retirada de productos que hasta ahora eran viables. Todo ello hace que sea necesario un uso más racional de las estrategias de control que disponemos.

 

Problemática actual de la resistencia a fitosanitarios

En general se considera que existe resistencia cuando en algunos individuos de una población existe una menor sensibilidad a un tóxico y ésta viene determinada genéticamente (LECLANT, 1988). No siempre hay que achacar a un problema de resistencia la mala respuesta de un fitosanitario en campo, a veces este mal control viene motivado por malas prácticas ligadas a la aplicación (maquinaria, dosis, momento de aplicación,?).

La resistencia a fitosanitarios es uno de los problemas más importantes a los que se ha tenido que enfrentar la agricultura en los últimos años. En términos económicos este hecho tiene graves repercusiones tanto para los agricultores, como para las empresas productoras de fitosanitarios, siendo una grave limitación para la consecución de una protección vegetal eficaz. Además hay un tercer factor implicado, ya que normalmente al detectarse los primeros problemas de control, los agricultores suelen incrementar las dosis y/o la frecuencia de tratamientos, lo que puede ocasionar problemas de residuos sobre el vegetal tratado o en el medio ambiente.

El problema de la resistencia se agrava en las zonas hortícolas del Sureste peninsular, con sistemas productivos en los que existe la necesidad casi continua de disponer de materias activas nuevas y muy eficaces. Dentro de la gran variedad de cultivos de estas zonas, son los cultivos bajo invernadero (pimiento, tomate, berenjena,..) los más problemáticos. El ambiente en el interior de los invernaderos es por si mismo inductor para el desarrollo de la resistencia, al mantener las plagas en condiciones aisladas, bajo una elevada presión de tratamientos y existir normalmente una superposición de cultivos sensibles a dichas plagas.

El modelo típico que se ha seguido con la introducción de un nuevo fitosanitario en los últimos años se puede resumir en tres pasos; 1- Comportamiento adecuado del fitosanitario en cuanto a eficacia, 2- Perdida gradual de la eficacia del fitosanitario debido a un uso masivo del mismo, aumento de dosis y frecuencia de tratamientos con la misma materia activa, 3- Falta de eficacia del fitosanitario, por lo que el agricultor desecha su uso, surgiendo la necesidad de utilizar un nuevo producto.

Está claro que en la actualidad el modelo que se ha seguido en cuanto al uso de los fitosanitarios, basado principalmente en la aparición de nuevas moléculas, no es sostenible. Como se está viendo en los últimos años el suministro de nuevas materias activas es cada vez menos continuo, ya que es extremadamente costoso el desarrollo y registro de estas nuevas soluciones.

Además la revisión Europea de las materias activas registradas se está traduciendo en una retirada de productos que hasta ahora eran viables, y que limitan enormemente el desarrollo de programas anti-resistencia. Este hecho se vuelve aún mucho más grave en cultivos de los denominados "menores" que representan un pequeño número de hectáreas cultivadas, pero que resultan claves en muchas regiones de nuestro país. Estos cultivos se están quedando sin soluciones, ya que para las empresas de fitosanitarios resulta difícil recuperar la inversión de los productos registrados en estos cultivos, pues representan un mercado pequeño, y desde los organismos oficiales se exige un registro específico, que hasta ahora muchas veces no era necesario al estar englobados estos cultivos dentro de otros de mayor importancia. Al haber pocas materias activas registradas el agricultor se ve obligado a reiterar el uso con una misma materia activa, con lo que el riesgo de aparición de resistencias en poco tiempo aumenta considerablemente.

 

Factores que han desencadenado la aparición y la estabilidad de la resistencia

La aparición de problemas de resistencia viene motivada por la elevada eficacia de los fitosanitarios frente a los organismos que controlan. Esto hace que la presión de selección sea muy alta, favoreciéndose la supervivencia de los organismos genéticamente mejor adaptados, y a su vez estos son capaces de transmitir esa herencia genética a sus descendientes. Una complicación añadida es que los mecanismos de resistencia pueden proteger al organismo frente a más de un fitosanitario. Lo normal es que confieran resistencia cruzada a otros compuestos del mismo grupo químico, y en menor medida a materias activas de otros grupos químicos. Además los mecanismos de resistencia se pueden acumular en una misma población, reduciéndose las opciones de lucha, pudiendo provocar una pérdida total de control.

Conforme aumenta el número de individuos mejor adaptados que el resto, los tratamientos serán menos eficaces que antes, aumentando la frecuencia de estos individuos resistentes dentro de la población, por lo que es más difícil eliminarlos aunque disminuya la presión de selección, llegándose a una estabilidad de la resistencia dentro de la población inicial.

La estabilidad de la resistencia en una población es un factor muy importante, ya que afecta fuertemente a su manejo, agravando problemas de resistencias no sólo en una campaña, sino en las sucesivas. La agricultura actual tiende cada vez más a una mayor intensificación, arrancando cultivos que casi inmediatamente son ocupados por otros nuevos, y comenzando los tratamientos contra plagas al inicio del mismo, siguiendo en muchos casos calendarios preestablecidos en campañas anteriores, sin llevar a cabo muestreos previos a los tratamientos. Con lo que si un organismo patógeno posee un patrón de resistencia estable a los fitosanitarios utilizados en su control, los individuos resistentes presentes al final del cultivo, se instalarán en otros nuevos, conservando esos niveles de resistencia o similares, que aumentarán con nuevas aplicaciones fitosanitarios, afectando no sólo al producto empleado, sino a otros por problemas de resistencias cruzadas, e incluso a materias activas aún no introducidas en el cultivo.

 

Problemática de los Fungicidas:

Algunos grupos de fungicidas son más propensos a la aparición de resistencias. En general los fungicidas de más reciente introducción son más específicos de un lugar de acción (uni-sitios), por lo que son más proclives a la aparición de resistencias, mientras que los fungicidas más antiguos en el mercado suelen ser multi-sitio, lo que ha posibilitado que permanezcan más tiempo sin problemas de resistencia. También se ha demostrado que productos más sistémicos pueden dar lugar a mayores problemas de resistencia, aunque por supuesto hay excepciones. Cada grupo químico presenta un patrón de comportamiento típico en cuanto a la resistencia (BRENT Y HOLLOMON, 2007). Así los compuestos a base de cobre, ftalimidas (como Captan y Folpet) y ditiocarbamatos (Mancozeb, Maneb, Metiram y Zineb), raramente tienen problemas de resistencias, apareciendo únicamente cuando se han estado utilizando reiteradamente durante muchos años. Sin embargo en otros grupos como benzimidazoles (Benomilo, Carbendazima, Metil-tiofanato y Tiabendazol), fenilamidas (Benalaxil, Metalaxil,..), Dicarboximidas (Iprodiona y Procimidona), y análogos de la estribilurina (Azoxistrobin, Kresoxim-metil,..), de todos ellos se conocen serios problemas de resistencias en muchos de sus patógenos diana, dentro de un periodo de tiempo de 2 a 10 años desde la introducción comercial del compuesto químico.

También resultan claves factores epidemiológicos del patógeno, tales como; generaciones cortas, abundante esporulación, gran capacidad de dispersión de las esporas, capacidad de mutación o de expresión de la mutación, y poblaciones de patógenos aisladas. Todos estos factores incrementan el riesgo de aparición de resistencias.

Brent y Hollomon (2007) han desarrollado un modelo en el que interactúan factores intrínsecos del fungicida, con distintos tipos de patógenos. A modo de ejemplo en la Tabla 1 aparecen los factores de riesgo combinados de algunas combinaciones conocidas fungicida / patógenos: Factores 0,5-1,5 representan un riesgo bajo de aparición de resistencia, 2-6 medio y 9 alto.

 

Problemática de los Insecticidas:

Las plagas por su sistema de alimentación sobre los tejidos de las plantas son capaces en muchos casos de detoxificar o evitar los mecanismos químicos de defensa de las plantas. Teniendo en cuenta que los componentes tóxicos de algunos fitosanitarios son similares a los presentes en las plantas, los sistemas de detoxificación de los insectos que actúan sobre los aleloquímicos presentes en las plantas, serán los mismos sistemas que detoxifican a fitosanitarios. Así poblaciones de insectos con capacidad de detoxificar aleloquímicos de plantas, estarán preadaptados para detoxificar y desarrollar resistencia a fitosanitarios, aun antes de que los insectos sean expuestos a éstos (SCOTT, 1995). Dicho de otro modo, la base genética de numerosas especies plaga, contiene ya genes que los capacitan para degradar enzimáticamente o evitar el efecto tóxico de muchos tipos de químicos que se han desarrollado como insecticidas modernos.

Se ha comprobado que en numerosas plagas importantes, que una fuerte presión insecticida mantenida regularmente a lo largo del cultivo puede rápidamente conducir a fallos en el control (LEWIS, 1997), por lo que parece razonable pensar que casi todas las plagas clave llegarán a ser resistentes a una amplia variedad de fitosanitarios, cuando la presión de selección se mantenga durante un tiempo suficiente. Aún con algunas excepciones, esta generalización está documentada en los datos disponibles en el desarrollo de resistencias en artrópodos plaga durante los últimos 40 años (HOY, 1995).

Uno de los retos más importantes en el manejo de la resistencia a insecticidas, es que frecuentemente aparecen varios mecanismos de resistencia en un mismo individuo o población de una determinada plaga. Casos de múltiple resistencia están bien documentados en plagas que han sido expuestas repetidamente y por largos periodos a sucesivos tratamientos con varios grupos insecticidas, principalmente por acumulación de mecanismos de resistencia cruzada. Ejemplos de plagas multi-resistentes son; Plutella xylostella, Bemisia tabaci, Myzus persicae, Heliothis virescens, Helicoverpa armigera, Leptinotarsa decemlineata, Musca domestica, Blatella germanica y Frankliniella occidentales entre otras, lo que nos da una idea de la magnitud del problema. Las especies plaga que tienen una mayor tendencia a desarrollar resistencia a los insecticidas son aquellas que son polífagas, tienen elevada descendencia, rápido desarrollo, gran numero de generaciones por año y baja movilidad. Las clases de insecticidas más extensamente utilizadas (organoclorados, organofosforados, carbamatos y piretroides) son las que más se han visto afectadas por los problemas de resistencia.

En cuanto a los mecanismos que confieren resistencia en insectos pueden dividirse dentro de cuatro niveles (JENSEN, 2000):

 

* Comportamiento de la plaga que puede llevar al insecto a evitar el contacto con el insecticida.

* Un retraso en la penetración a través del integumento reducirá los efectos del insecticida en el punto de acción del mismo.

* Dentro del insecto, la detoxificación de enzimas puede metabolizar y por lo tanto inactivar al insecticida.

* Alteraciones en el punto de acción del insecticida.

 

Estrategias de lucha contra la resistencia y perspectivas de futuro

La forma más efectiva para evitar el desarrollo de la resistencia consiste en disminuir la presión de selección. Permitiendo así una mayor variabilidad en la población, con lo que se posibilita la supervivencia de los individuos sensibles, que generalmente están mejor adaptados a la supervivencia en ausencia de fitosanitarios.

La realidad es que en muy pocos casos resulta viable interrumpir totalmente la aplicación del fitosanitario. Además una estrategia basada en una rotación de materias activas no asegura un éxito completo, ya que con frecuencia tanto insectos, hongos y malas hierbas pueden acumular varios mecanismos de resistencia, dando lugar a problemas de resistencia cruzada entre materias activas con distinto modo de acción, e incluso a materias activas de reciente introducción en el mercado.

Vista la problemática existente, el uso de fitosanitarios se debe integrar dentro de estrategias anti-resistencia, cuya finalidad es conseguir una menor presión de selección; evitar tratamientos innecesarios, utilizar las dosis registradas, rotar cultivos con distinta problemática en cuanto a plagas y enfermedades, utilizar prácticas culturales de control, alternar productos con diferentes mecanismos de resistencia e integrar el uso de fitosanitarios dentro de programas de lucha integrada. Los fitosanitarios modernos se desarrollan cada vez más bajo normativas medioambientales y toxicológicas más rigurosas y presentan a menudo una serie de propiedades (más selectivos) que permiten su utilización en programas de manejo integrado de plagas, consistentes en combinar la utilización de insectos beneficiosos con fungicidas / insecticidas compatibles con estos, o utilizados en momentos concretos que no afectan a la instalación de los organismos beneficiosos en el cultivo.

Estas recomendaciones a menudo resultan difíciles de implantar dentro de los actuales sistemas productivos, ya que los productores están sujetos a una serie de presiones de tipo comercial, que exigen frutas y hortalizas libres de cualquier daño por plagas. Aunque a la vez la implantación de estos sistemas de producción encaminados a un uso más racional de los productos fitosanitarios, ayudaran a mejorar la comercialización de las cosechas, en las que cada vez más se permiten menos residuos por parte de las grandes cadenas comercializadoras.

Para conseguir el éxito en estos sistemas de producción tan exigentes se hace necesario un compromiso de las empresas de fitosanitarios en cuanto a un mayor conocimiento de los productos fitosanitarios que permitan un mejor aprovechamiento técnico de los mismos por parte de los agricultores y técnicos, el apoyo de organismos oficiales en la labor de formación y aporte de ayudas que permitan la implantación de sistemas de producción dentro de estrategias anti-resistencias, asesoramiento por parte de las empresas comercializadoras de insectos beneficiosos, que ofrecen soluciones frente a plagas en determinados cultivos, y finalmente el compromiso de los productores que resulta imprescindible para la implantación de estos sistemas de producción.

 

BIBLIOGRAFÍA

LECLANT F. (1988) Resistencia a los insecticidas y acaricidas. ITEA, 77: 6-29

BRENT K.J, HOLLOMON D.W. (2007) Fungicide resistance in crop pathogens: how can it be managed? Fungicide Resistance Action Committee, www.frac.info.

SCOTT J.A. (1995) The molecular genetics of resistance: Resistance as response to stress. Florida Entomologist, 78 (3): 399-414

LEWIS T. (1997) Thrips as crop pest. CAB International, London, 593 pp.

HOY M.A. (1995) Multitactic resistance management: An approach that is long overdue?. Florida Entomologist, 78 (3): 443-451

JENSEN S.E. (2000) Insecticide resistance in the western flower thrips, Frankliniella occidentalis. Integrated Pest Management Reviews, 5: 131-146

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